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Juan Lucas Restrepo, director de la Alianza Bioversity Internacional y el Ciat, explicó que también son un banco de semillas de diferentes especies de alimentos, como el frijol
En medio de la recta Cali-Palmira, existe un centro de investigación agropecuaria de más de 50 años, con gran reconocimiento internacional. Pero lo que no muchos se imaginan es que ese centro también es banquero. No es uno usual, de los que alberga dinero y papeles. Este es el banco de semillas, encargado de guardar más de 65.000 especies de fríjol, yuca y forrajes tropicales.
Aunque en un inicio el banco de semillas tenía el objetivo de contribuir a la seguridad alimentaria, ahora, sus soluciones son más amplias.Por ejemplo, trabajan con poner nuevamente en la mesa de los colombianos alimentos que dejaron de estarlo hace 100 ó 200 años.
Juan Lucas Restrepo, director de la Alianza Bioversity Internacional y el Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, habló sobre los esfuerzos en agrodiversidad.
El mandato no ha cambiado, se ha ampliado en la medida en que la a la investigación agrícola se le pedían unos resultados hace varias décadas que eran muy en función de la producción, el reto de la humanidad era: necesitamos comer. Necesitamos más calorías disponibles, entonces necesitamos plantas que sean más productivas, que reciban los insumos agrícolas. Era un modelo que lo llamamos de la Revolución Verde, donde la producción de alimentos es crítica.
Hoy la producción de alimentos sigue siendo crítica, tenemos que seguir acompañando el crecimiento poblacional, que es diferencial en distintas partes del mundo, pero que requiere que en un espacio de la tierra que ya no puede crecer más en agricultura, que en ese espacio logremos tener los alimentos adicionales que la humanidad va a requerir. Eso no deja de estar dentro del mandato, lo que cambia es cómo lo hacemos, porque las restricciones que nos pone el planeta son cada vez más altas, entonces la primera y aprovechando que estamos en COP, es la de biodiversidad.
La alianza está entregando soluciones para que los paisajes sean menos de monocultivos, y mucho más diversos genéticamente, trabajamos en incorporar mayor número de especies que sean funcionales al clima, que generen servicios ecosistémicos, que ayuden a restaurar los suelos, que den mayor resiliencia a los sistemas productivos de las comunidades.
El mandato es cómo hacemos para producir más, pero al tiempo generar beneficios para los ecosistemas, para la agrodiversidad.
Y nuestros ejemplos son cómo logramos que el uso de insumos externos a la producción se racionalice con herramientas digitales, cómo les ayudamos a los productores a que su toma de decisiones, en donde su conocimiento es primordial, esté acompañado de herramientas que les complementen información, para que sus decisiones sean más oportunas. Entonces es un mandato ampliado, pero es el mismo con más requerimientos.
Son dos dimensiones: la primera es ese mandato de ser banqueros, porque somos banqueros, somos los custodios de unas colecciones genéticas de la diversidad más representativa de cultivos importantísimas para la humanidad y el frijol es un ejemplo icónico. Son 36.000 distintos tipos de frijoles que hemos venido encontrando en la naturaleza y en las fincas de los productores por décadas, que aquí protegemos, y al protegerlos les damos valor de existencia. Es decir, los protegemos para que estén disponibles para las generaciones futuras.
Ese es el primer nivel, pero lo que es semillas del futuro no solo es ser buenos banqueros, hacerlo de manera eficiente y darle la garantía a la sociedad, sino la digitalización con herramientas de bioprospección, empezar a conocer mucho mejor, a descubrir en esa diversidad genética de los frijoles, qué soluciones encontramos para mejorar la nutrición de las personas para responder a problemas de plagas y enfermedades, para responder a cambios de clima, para generar una mejor simbiosis con otras especies en los suelos. Entonces, hay un tema de uso de esa biodiversidad que hace parte del mandato y por eso estas colecciones siempre están cerca de nuestros investigadores, a las que están accediendo, conociendo y desarrollando soluciones a partir de ellas. No son solo para nosotros, estas colecciones están abiertas para que instituciones colombianas y de cualquier lugar del mundo puedan acceder.
Hay una vinculación de intercambio de información, es una plataforma de entrenamiento, es abierta para que la sociedad y sobre todo Colombia, que la tiene a la mano, se reconecte con la agrobiodiversidad y entienda que lo que llega al plato implica una cadena de valor donde la investigación y la protección de los recursos genéticos es importantísimo.
Este mandato es legal, o sea desde un tratado internacional de recursos fitogenéticos que Colombia acaba de ratificar finalmente, entonces el Ciat tiene que proteger la diversidad genética de estos cultivos que acabamos de hablar.
Nuestro trabajo, entendiendo los territorios y los productores, va muchísimo más allá, entonces tenemos una tradición enorme, cada vez mayor, de trabajar en cultivos tropicales: cacao es importantísimo, café es importantísimo, en nuestros aportes en cultivos, forestería, trabajamos muy de cerca con la diversidad genética de los árboles en función de las necesidades y las oportunidades de reincorporar esos árboles en los sistemas productivos para que les sirvan en esas oportunidades de resiliencia, en oportunidades económicas, pero también para mejorar los servicios ecosistémicos que esos árboles entregan de manera muy específica en agua, si necesitamos capturar carbono, etcétera, todo ese conocimiento que generamos en el tema forestal es grande, y en general tenemos una conexión muy cercana con muy buena parte de las especies que han sido y queremos que sean parte de las dietas.
Entonces tenemos un trabajo muy lindo de conocer las especies que fueron muy importantes hace 100 años y estaban en los platos de las personas, pero dejaron de estarlo. Un ejemplo, el pipilongo, hay una enorme diversidad de cereales menores, de vegetales de hoja, de oleaginosas, que son increíbles, que son súper nutritivas, pero que están totalmente marginadas de las dietas y que en la medida en que las conocemos las vamos rescatando y las vamos ayudando a reincorporar en las dietas, sobre todo en las dietas locales.
Una de las cosas que queremos hacer en esta COP, que estamos trabajando muy fuertemente es que hay un programa de la Secretaría de la Convención que se llama biodiversidad para la nutrición alimentaria, en donde nos asociamos con varias personas y que justamente usan nuestra ciencia para ayudar a eso, por ejemplo, en el nordeste de Brasil cómo identificamos todas esas especies marginadas que han sido parte de la cultura y que vale la pena rescatar y volver a incorporar en los circuitos alimentarios cortos, cómo entendemos su producción, cómo entendemos sus aportes nutricionales y cómo empezamos a trabajar con el Estado federal, con lo local, para darles una nueva oportunidad a esas especies.
Brasil tiene una norma general donde dice que son casi 100 cultivos menores que son de importancia estratégica y esa norma nacional ha llevado que en lo local, los programas de alimentación escolar lleven la información a las madres cabeza de familia, para que se empiecen a reincorporar esos productos en la dieta resolviendo temas nutricionales y devolviéndoles a los espacios intervenidos en la agricultura más biodiversidad desde la agricultura.
Tenemos un mandato de trabajar con los sistemas nacionales, con las comunidades, con los ministerios, es muy profundo y maravilloso, entonces en este tema de semillas, por ejemplo, hemos trabajado muy de cerca con Agrosavia. Yo era el director. Hace seis años en Agrosavia, trabajamos en todas las herramientas para que los bancos de semillas locales funcionen algunas de esas variedades criollas, cómo ayudamos en los parámetros, las formas de manejo, de trabajo, de intercambio de esos bancos bancos de semillas, entonces hay mucho que trabajo en el país.
También en esfuerzos de restauración, por ejemplo, en zonas marginales de la Amazonia, de Caquetá, en donde estamos utilizando todo ese conocimiento para contener el avance de la deforestación, para que la restauración tenga en cuenta la biodiversidad, entonces esos enfoques en Colombia los estamos utilizando. Conocemos los árboles del bosque seco del Caribe muy bien y sabemos dónde lo tenemos mapeado con GPS, dónde están aquellos árboles críticos que tenemos que proteger, y cómo los conectamos con los semilleros y la posibilidad de que los agricultores se beneficien de esos árboles que están bien identificados. Hay mucho conocimiento de la diversidad genética y cómo se aplica en Colombia.
Bioconecta es una forma de acercar que todas las capacidades frente a los temas de biodiversidad y de agricultura que tiene la región. Es un espacio virtual básicamente donde la oferta, las capacidades de las distintas universidades, de distintos gremios, de Agrosavia, del Ciat, confluyen para generar mayores conectividades y respuesta conjunta a muchos problemas, como una forma de darle visibilidad a la institucionalidad y de incentivar a colaborar de manera más profunda.
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