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A pesar de los avances que se registran en el sector privado y público, aún hay que mejorar la igualdad entre hombres y mujeres
Nadia Fernanda Sánchez, fundadora de She Is, lleva ocho años trabajando por la equidad de las mujeres en las zonas rurales y vulnerables del país
Para Nadia Fernanda Sánchez recibir un ‘No’ fue el inicio de muchos ‘Sí’, no solo para ella, sino para miles de mujeres que lograron darse cuenta que “sí pueden ser, lo que ellas quieren ser”, e incluso, llegar a lugares donde nunca nadie les dijo que existía la remota posibilidad de llegar.
Nadia, fundadora y presidenta de la Fundación She Is, además de Mujer Cafam 2024, habló sobre cómo un ‘No’ fue el inicio de su proyecto de vida, de la importancia de desmitificar limitaciones de la mujer en la ruralidad y de la necesidad de trabajar en la Colombia profunda, donde la inequidad se une con otras condiciones de vida difíciles.
Crecí en una familia muy dada al servicio, mi mamá siempre dice que donde hay una máquina no hay hambre, ella trabajaba con mujeres y las empoderaba a través del tema textil, a mí me quedó sonando eso. Trabajando en el BID, creo She Is como un proyecto para ellos, que después de varios meses lo rechazan, y es donde decido convertir eso en mi propósito de vida en 2016.
Tenemos cuatro líneas de acción, pero nuestra bandera es Ella es Esmeralda, mi mamá se llama Esmeralda y en honor a ella creamos un modelo integral que aborda cada fase de la vida de las mujeres, pero sobre todo, de las que están en condiciones de extrema vulnerabilidad.
Es un modelo 360 de integración en temas de educación financiera, innovación, emprendimiento, empleabilidad, propósito de vida, liderazgo y prevención de violencias basadas en género. Estamos en siete países. Tenemos cuatro centros de empoderamiento económico y social en Colombia, en zonas aún de conflicto armado como Arauquita; Orito y Santiago, Putumayo; El Espinal, Tolima.
Cuando empezamos a recorrer el país nos damos cuenta que hay un tema muy importante y es desmitificar grandes teorías en zonas rurales, en esa Colombia profunda, de que las mujeres o las niñas no pueden ser lo que ellas quieren ser.
Nos dimos cuenta que las niñas se interesaban por áreas que después terminan por quitarle importancia, porque su red de apoyo les dice que es imposible, que no son carreras para mujeres. Ahí se da una oportunidad muy linda de poder crear Ella Es Steam.
Sí, en un 100%, la inequidad en Colombia tiene una diferenciación clarísima y es que las políticas deben abordar de manera diferenciada la ruralidad y las zonas urbanas porque la ruralidad es otra Colombia completamente diferente.
Son las regiones más afectadas por el conflicto armado, las condiciones de vida suelen ser más precarias, carecen de servicios, infraestructura, que dificulta la educación de calidad, eso perpetua los ciclos de pobreza para las mujeres y niñas.
Las niñas forjan su personalidad e intereses desde los 8 a los 11 años y es ahí donde tenemos que llegar a incentivar y generar redes de apoyo del sí se puede, de romper estereotipos, ellas crean un círculo virtuoso para propagar información y ser agentes de cambio.
Durante décadas ha existido una brecha educativa en carreras Steam, donde los hombres priman como profesionales en esas áreas, sin embargo, fundaciones como She Is vienen trabajando para acortarla.
Con el programa Ella Es Astronauta, la Fundación She Is ha impactado la vida de 711 niñas de zonas vulnerables, pero también de comunidades que ven a niñas llegar a lugares que creían imposibles de alcanzar, como la Nasa. En la actualidad, hay 31 niñas del programa con becas universitarias en carreras Steam (ciencias, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas).
La discusión de la equidad transciende más allá de las oficinas, se sitúa también en cada eslabón de la cadena productiva, creando proveedurías inclusivas y equitativas
Es primordial que mujeres y hombres gocen de las mismas oportunidades, derechos, capacidades, poder y conocimiento
La apuesta por los ecosistemas DEI aborda la a desigualdad que viven las mujeres desde sus propias diferencias, no solo la de género