Los conciertos de Taylor Swift, el ritmo al que se mueve la economía norteamericana

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El fenómeno Taylor Swift, quien cada vez que anuncia una nueva presentación agota boletería en pocos minutos, es reflejo claro del impacto de la industria musical y artística en el consumo mundial. Según un estudio realizado por la firma de investigación QuestionPro, solo la gira ‘Eras Tour’, que adelanta la cantante estadounidense, agregará US$5.000 millones a la economía global. Una cifra que supera el tamaño del PIB de 35 países, de ahí que en Norteamérica hoy se hable de ‘Swiftconomics’.

El impacto de sus conciertos es tan visible que incluso la autoridad monetaria estadounidense lo cita en sus informes. Tras el paso de la estrella del pop por Filadelfia, la Reserva Federal de esa ciudad señaló que “a pesar de la lenta recuperación del turismo en la región, mayo fue el mes más fuerte para los ingresos hoteleros en Filadelfia desde la ocurrencia de la pandemia, en gran parte debido a la afluencia de asistentes a los conciertos de Taylor Swift en la ciudad”. Escribió la Fed local en el Libro Beige, el cual publican los bancos regionales para compartir información sobre el estado de la economía.

Igual sucedió en Chicago, donde, tras el paso de la artista, se rompió el récord de ocupación hotelera de toda su historia. Durante todo ese fin de semana se ocuparon 44.000 habitaciones, dejando ingresos por US$ 39 millones de dólares a los hoteleros de la ciudad.

Por esta razón, acoger un concierto de Taylor Swift pasó de ser una experiencia artística para alimentar la oferta de entretenimiento, a ser un dinamizador de la economía que nadie quiere dejar pasar.

Ejemplo de ello es Canadá, país que en primera instancia no fue incluido dentro de la gira de Swift. Tras el descontento manifestado por los fans, el propio primer ministro, Justin Trudeau, intervino y escribió vía Twitter a la cantante: “Sé que hay lugares en Canadá a los que les encantaría tenerte. No hagas que este sea otro verano cruel. Esperamos verte pronto”.

Casi un mes después de ese mensaje, Swift anunció que vendrá a Toronto, donde ofrecerá seis conciertos en noviembre de 2024. El escenario será el estadio de baseball Roger Centre, con capacidad para 50.000 personas, por lo que se calcula que los cerca de 300.000 asistentes a los conciertos aportarán US$390 millones a la economía de la ciudad. La disponibilidad de Airbnb a los alrededores del evento ya fue agotada para dichas fechas.

“En promedio, cada fan de Taylor Swift que ha asistido a un espectáculo en lo que va de 2023 ha gastado US$ 1.300. No solo en boletas, sino también en hoteles, ropa y accesorios, comida, alcohol, bebidas, gasolina, estacionamiento”, asegura Eric Alper, analista de la industria musical.

Antes de la pandemia, anualmente los conciertos aportaban US$3.000 millones a la economía canadiense. Este año se espera cerrar cerca a esos niveles nuevamente gracias a la oferta en esta materia, entre la que se destaca el paso Ed Sheeran, Katy Perry, Guns N’ Roses, y la gira por Norteamérica del violinista holandés André Rieu y su orquesta Johann Strauss, quien es recordado en Colombia por ser el primer artista en llenar cuatro noches consecutivas el Movistar Arena de Bogotá en el 2018. Dicha gira marca un hito importante para la industria de la música clásica en Canadá, ya que estará presentándose en cuatro ciudades del país.

En Estados Unidos, por su parte, la industria del entretenimiento, eventos y conciertos, agrega cada año cerca de US$138.000 millones de dólares al PIB. Convirtiendo a ese mercado en el principal destino para los artistas. Un estudio realizado por Oxford Economics revela que por cada US$100 dólares gastados por un asistente para adquirir una boleta para un concierto por fuera de su ciudad, se generaran otros US$335 dólares adicionales en gastos como viajes, comidas, hospedaje, etc. Lo que en promedio da un impacto de más del 300% en el gasto asociado a este tipo de eventos, haciendo de estos una fuente de empleo y dinamismo para la economía de las ciudades que se la juegan por ellos.