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En Colombia hay más de 130 empresas que operan con el certificado de Empresas B, compañías que se dedican a dar soluciones
Camilo Ramírez, director del Sistema B en Colombia, citó estudio que señaló que estas compañías aumentaron sus ingresos en 38%
Desde hace algunos años se ha venido imponiendo una genética empresarial, que se establece sobre la importancia en que las organizaciones asumen la gestión de impactos sociales y ambientales, con el mismo rigor que los financieros; que trabajan con transparencia pública y responsabilidad legal para equilibrar las ganancias y el propósito, ya que, de esta manera, contribuyen por una sociedad inclusiva, equitativa y regenerativa, para todas las personas y el planeta. El concepto se refiere a Empresas B.
Camilo Ramírez, director ejecutivo del Sistema B en Colombia, habló sobre el crecimiento de este modelo en el país.
El país ha experimentado un crecimiento notable en el movimiento de Empresas B, en el lapso de más de 10 años, cuando este concepto llegó para quedarse. No obstante, de las 22 compañías certificadas en 2018, Colombia pasó hoy a tener 136. Las cifras demuestran un creciente interés y, por supuesto, un reconocimiento del valor que tienen los modelos de negocio de impacto entre los empresarios nacionales, quienes también cuestionan el rol de sus compañías en la sociedad y con sus consumidores, y la relación que tienen con el planeta, demandando prácticas más conscientes y transparentes.
Sin embargo, el movimiento es todavía joven y creo que queda mucho por hacer. Por eso mismo, es fundamental seguir trabajando en la difusión de este sistema, con el fin de que más empresas den pasos certeros en su camino de transformación.
Cualquier compañía puede aplicar para ser certificada como B. Ya contamos con empresas de operación grande, como: Alquería, Juan Valdez, Crepes & Waffles, Arroz Blanquita o Caravela Coffee, por citar solo algunas; así como de menor tamaño, como es el caso de: Pleia, Bohío Playa y Sentido Verde, entre otras, las cuales muestran cómo, mediante sus modelos de negocio, es posible dar respuesta a los demandantes desafíos sociales y ambientales.
Valga decir que la interdependencia es uno de los valores esenciales de las Empresas B. Es por esto que se articulan alrededor de iniciativas que benefician al territorio nacional, trabajando con emprendimientos rurales de excombatientes, apuestas de negocio de víctimas del conflicto armado o población migrante venezolana y hasta pequeños agricultores. Estas compañías están demostrando una nueva forma de hacer negocios en el país.
El primer paso es realizar la evaluación de Impacto B, una herramienta gratuita y en línea a la que pueden acceder libremente para obtener su puntuación. Si cumple con una calificación mínima, inicia el proceso de revisión y verificación, que es el que define si es apta o no para obtener la certificación
Al ser un proceso riguroso, desde que la empresa envía su evaluación a revisión hasta la certificación el proceso, toma entre seis y 12 meses. Es un camino de aprendizaje y mejora continua, en el que la empresa se transforma desde adentro hacia afuera.
La certificación como Empresa B es mucho más que un sello. En realidad, es un camino de avance continuo y un compromiso con la gestión y mejora del Triple Impacto (económico, social y ambiental). Esto implica, para cualquier organización, entrar en un riguroso proceso de evaluación que examina cada aspecto de la operación empresarial, lo que permite identificar áreas para mejorar, mitigar riesgos y desarrollar estrategias para impulsar el camino hacia la sostenibilidad, de manera medible y verificable.
La transparencia y la rendición de cuentas son pilares fundamentales de la certificación. Al compartir públicamente su desempeño en áreas clave, como: gobernanza, medio ambiente, comunidad, proveedores y colaboradores, la empresa tiene la posibilidad de construir lazos de confianza con todos.
Además, la certificación exige integrar legalmente el propósito social y ambiental en sus estatutos, lo que blinda a la empresa contra presiones externas que puedan comprometer sus valores fundamentales y su misión a largo plazo.
Pero los beneficios no terminan ahí. Las empresas B tienen mayores probabilidades de atraer y retener talento, acceder a nuevos mercados y mejorar su reputación. También suelen ser más innovadoras y resilientes frente a los desafíos, ya que tienen una visión a largo plazo y una gestión integral de sus operaciones.
Recientemente identificamos que, además, logran un mejor desempeño financiero. Un estudio reciente demostró que estas organizaciones certificadas en Colombia aumentaron 38% sus ingresos operativos y 37% su utilidad bruta frente a las que no lograron la certificación.
Por supuesto, esto no se trata solo de lo que ganan las compañías, sino también el país y el mundo en general, al contar con empresas más competitivas, responsables y comprometidas.
En las últimas décadas se ha hablado de generación de valor no solo a nivel económico, sino para los empleados y hasta para las comunidades
Pablo Santos, cofundador y CEO de Finaktiva, destacó que los consumidores cada vez más se identifican con empresas sostenibles
Estas compañías buscan ser las mejores para el mundo, para las personas y el planeta, al equilibrar su propósito y sus ganancias