'Economía: con buenos resultados, pero con muchos pendientes'

Las altas cifras de crecimiento económico y la baja inflación muestran que los cuatro años de la primera administración Santos fueron positivos en términos macroeconómicos. De hecho, el dinamismo de la actividad productiva en 2011, 2012 y 2013 se mantuvo en promedio en 5,1% anual, muy por encima de lo que ha sido tradicional en la economía colombiana, y las perspectivas para 2014, tras un primer trimestre con crecimiento de 6,4%, son claramente favorables.

La tasa de inversión, que a comienzos de siglo se ubicaba en porcentajes inferiores a 14% del PIB y que había ascendido a 24,2% en 2010, se ubica actualmente en los alrededores de 30% del PIB. La inflación, entre tanto, se mantuvo en los últimos cuatro años alrededor de la meta de 3% establecida por el Banco de la República, algo que no habíamos observado de manera sostenida, al menos desde mediados del siglo XX.

El buen desempeño macroeconómico y algunas reformas importantes, como la reducción en los sobrecostos a la nómina que se logró con la reforma tributaria de 2012, permitieron que también presenciáramos avances importantes en materia de reducción del desempleo y la informalidad, así como en el proceso de reducción de la pobreza. El porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza era 37,2% en 2010 y se redujo a 30,6% en 2013, última cifra disponible. Los números correspondientes a la línea de pobreza extrema, entretanto, bajaron de 12,3% a 9,1% en el mismo periodo.

Algunos de los logros alcanzados, sin embargo, son vulnerables a cambios desfavorables en las condiciones externas. En los últimos años contamos con precios extraordinariamente altos de nuestro principal producto de exportación, el petróleo, y las condiciones financieras internacionales ayudaron a que recibiéramos grandes cantidades de recursos a bajo costo. Ello ayudó al desempeño económico general y a que las cifras fiscales fueran razonablemente sólidas. Pero también contribuyó a la apreciación del peso y a un muy mal comportamiento de sectores que deben enfrentar la competencia internacional, como el industrial o el agrícola.

La balanza comercial externa se ha mantenido en cifras positivas, pero cuando se excluyen los combustibles muestra un déficit del orden de 10% del PIB, que equivale a cerca de US$30.000 millones. No será fácil en el futuro manejar los balances externos y fiscales si las circunstancias en materia de precios del petróleo se tornan menos favorables.

En muchos frentes, además, los retos siguen siendo enormes y los avances francamente insuficientes. La infraestructura vial constituye un freno a la competitividad y si bien se progresó en el diseño y adjudicación de las concesiones 4G, su ejecución todavía está pendiente y los esfuerzos deben complementarse con inversiones igualmente importantes en materia de vías regionales y locales. La calidad de la educación en Colombia está entre las peores entre los países para los cuales se practican pruebas comparables.

Hay graves deficiencias en atención a la primera infancia y en apoyos para la vejez, lo cual además afecta de manera particularmente grave a los sectores menos favorecidos de la sociedad.

La inequidad en ingresos y condiciones de vida, además, se mantiene en niveles inaceptables y se refleja de manera acentuada en las diferencias entre regiones y entre el campo y la ciudad.

De esta manera, hay avances destacables y las perspectivas son positivas, pero en el futuro cercano se requerirán ajustes importantes para mantener la senda del progreso. Uno de esos ajustes será inevitablemente en la tributación, no solo para que el Estado cuente con los recursos que necesita para atender las múltiples necesidades existentes sino para que el propio sistema tributario sea más progresivo y más amigable con el progreso económico y social.