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Cada vez más es necesario ejecutar estrategias corporativas, estatales y como individuos para garantizar el cuidado del ambiente
La sostenibilidad de un proyecto depende de que se aborden los impactos (positivos y negativos) de tal manera que se aporte al cumplimiento de los indicadores de los ODS
Asociado Director del Área de Derecho Ambiental en CMS Rodríguez-Azuero
La sostenibilidad no tiene que ver solamente con preservar una cantidad específica de recursos naturales para que puedan aprovechar las generaciones futuras, sino que tiene que ver con la calidad de vida de todas las personas que habitan el planeta y el manejo que se da a todos los recursos para garantizar ese bienestar general. El concepto de desarrollo sostenible fue reconocido mundialmente por el Informe Brundtland de 1987. En ese momento, se definió como el modelo de desarrollo para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones y tenía como pilares lo ambiental, lo social y lo económico.
En 2015, la Unesco declaró los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que incluyen 17 pilares en los cuales queda claro que la sostenibilidad tiene que ver con todo, desde el fin de la pobreza hasta la construcción de la paz. En ésta, se pasó de evaluar tres aspectos a incluir temas como justicia, igualdad de género, salud y bienestar.
Si se revisan los indicadores de de los ODS se puede observar el verdadero alcance de los mismos. Por ejemplo, el indicador 5, que habla sobre la Igualdad de Género, determina como uno de sus objetivos eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
Al abordar tal amplitud de temas, se puede concluir que la sostenibilidad tiene que ver con toda nuestra vida, tanto individual como en sociedad. Cada vez más nuestros actos personales tienen relación alguna con la sostenibilidad: lo que comemos, lo que vestimos, la forma en que trabajamos, etc. Sin embargo, no todo lo que hacemos es sostenible, ni todos los proyectos ambientales son sostenibles en sí mismos. La obsolescencia programada de los productos, en especial celulares, computadores, televisores y demás aparatos de este sector, es una práctica que va en total contravía de la sostenibilidad. Cada vez menos, las personas buscan reparar sus equipos electrónicos. Suele ser más económico comprar una nueva aspiradora, nevera o cualquier otro electrodoméstico, que hacerlo reparar. Incluso, en algunas marcas de vehículos el computador de abordo deja de funcionar al cabo de tres años y cambiarlo es más costoso que comprar uno nuevo. Esta forma de diseñar los productos es tan aceptada, que cuando alguien compra en China, el precio del producto (vehículo, moto, computador, teléfono) varía dependiendo del tiempo de funcionamiento que se espera de la respectiva mercancía.
La sostenibilidad de un proyecto depende de que se aborden los impactos (positivos y negativos) de tal manera que se aporte al cumplimiento de los indicadores de los ODS. Por ejemplo, un zoocriadero que destina parte de sus crías a la repoblación de una especie en peligro de extinción y que brinda oportunidades laborales y económicas a las zonas marginadas del país, sería un proyecto totalmente sostenible, en tanto cumpla con todos los requerimientos legales. Pero un zoocriadero que se aprovecha de la fauna silvestre generando una mayor mortandad de animales y que no cumple con las normas vigentes, no sería sostenible.
No queda duda entonces, que la sostenibilidad tiene que ver con todo, pero no todo es sostenible. Depende de nuestros actos como personas y como parte de empresas y comunidades.
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