MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El Congreso Latinoamericano del Acero- Alacero 59 se está desarrollando en el Centro de Convenciones de Cartagena de Indias. Allí se discutirán temas como el acero es una alternativa para construcción, como el producto es fundamental para las vías de cuarta generación, los aranceles de Trump y muchos temas más que los empresarios podrán complementar con este especial.
Los cambios en la producción, distribución y venta de acero en los últimos 25 años han puesto en evidencia que el sector depende de la capilaridad de red de distribución mayorista- minorista.
Los hechos estilizados del negocio del acero en Colombia son bastante sencillos: Colombia cuenta con cinco productores de aceros largos, (Acerías Paz del Río, Diaco, Sidenal, Sidoc, y Ternium Colombia) que producen alrededor de 1,4 millones de toneladas de largos de acero (varillas y alambrones) a partir de mineral de hierro y chatarras. Paralelamente, el país importa 2,3 millones de toneladas principalmente planos y algo de largos. El grueso de los planos importados son transformados por tres grandes empresas, Acesco, Corpacero y Holasa que relaminan planos laminados en caliente (láminas y rollos). El resto de las importaciones son comercializadas por cerca de 120 mayoristas que han construido grandes redes de distribución regional y nacional. En resumen Colombia consume 3,7 millones de toneladas de acero y tiene un consumo por habitante del orden de 70 kilos.
De las ferrerías de finales del siglo XIX a las siderúrgicas del siglo XX, Colombia ha recorrido algo más de 100 años construyendo un sector siderúrgico. No obstante lo anterior, la siderurgia que conocemos hoy es hija del aislamiento de las regiones y del proceso de sustitución de importaciones.
Esta combinación de circunstancias permitió el desarrollo de pequeñas siderúrgicas que reciclaban chatarra: Siderúrgica de Medellín SIMESA nacida en 1938 en Antioquia, Siderúrgica del Muña SIDEMUÑA en Cundinamarca que empezó en 1947 y, Siderúrgica del Pacífico SIDELPA en el Valle del Cauca y Siderúrgica de Boyacá SIDEBOY en Boyacá, que iniciaron operaciones en 1961. Sin embargo la puesta en marcha de Acerías Paz del Río en 1954 -una empresa integrada que procesa mineral de hierro-, se convirtió en el mayor hito de la historia siderúrgica colombiana.
El aislamiento y el cierre de la economía permitieron a las empresas siderúrgicas vender todo lo que se producía a precios, que mal que bien, cubrían los costos locales y generaban alguna ganancia para remunerar el capital invertido.
Sin embargo, el proceso de apertura iniciado a finales de los 80s y principios de los 90s develó, las ineficiencias por la obsolescencia tecnológica de las plantas colombianas y el desconocimiento por parte de las empresas siderúrgicas del abastecimiento al canal minorista de venta de acero, lo que llevó a una profunda trasformación del sector.
Estos dos problemas, obligaron a todas las empresas a repensar el negocio. La solución en la mayoría de los casos fue vender a una firma extranjera con experiencia en el negocio; la otra solución fue fortalecer el canal mayorista que abastecía a las pequeñas ferreterías y depósitos de construcción.
En 1997, las empresas siderúrgicas del grupo Mayagüez: Siderúrgica del Muña, Armaduras Heliacero, Siderúrgica del Caribe, Siderúrgica de Boyacá y Distribuidora de Aceros Colombianos se fusionaron en una sola empresa llamada Siderúrgica de Boyacá S.A. Posteriormente en 2001, el grupo adquiere a Simesa y cambia de razón social por el de Grupo Siderúrgico Diaco S.A. que es vendido en 2004 a la empresa siderúrgica brasileña Gerdau. Tres años después en 2007, y después de 15 años de vicisitudes -concordatos y reorganizaciones-, Acerías Paz del Río fue adquirida por el conglomerado brasileño Votorantim por 1 billón de pesos (490 millones de dólares). Votorantim superó en la subasta a Gerdau, Compañía Siderúrgica Nacional (CSN) y Arcelor Mittal.
Paradójicamente ganó el que menor experiencia tenía en el negocio siderúrgico. Pero las cosas no pararon ahí, la crisis brasileña (Lava Jato, Mensalao, caída de Dilma Rousseff y recesión) llevó a Votorantim y Gerdau a reducir sus deudas. En 2017, Votorantim fusionó su operación siderúrgica en Brasil con Arcelor Mittal –quedándose con la operación de Colombia– mientras que Gerdau vendió algo más del 50% de Diaco al fondo de capital privado Putney Capital Management.
Si la ola de fusiones y adquisiciones transformó las empresas colombianas productoras de acero, en el frente de la distribución y comercialización de acero también se presentó una ola de compras. En 2010, Ternium del conglomerado argentino Techint adquirió al grupo Ferrasa, uno de los mayores comercializadores de acero de Colombia, que incluía Ferrasa Colombia, Sidecaldas conocida antes como Acerías de Caldas, Figuraciones y Perfilamos de Cauca. Previamente, en 2006 el Grupo Techint a través de Tenaris, había adquirido a Maverick Tube, la firma norteamericana que había comprado a Tubocaribe, del grupo empresarial Haime. Con estas compras el grupo Techint se convirtió en el otro gran jugador del acero en Colombia con un productor, Sidecaldas, y una red de distribución poderosa. Diaco, también trató de ampliar su red de distribución con la compra de Cyrgo, una de las firmas pioneras en la distribución mayorista de acero (2013).
Los cambios en la producción, distribución y venta de acero en los últimos 25 años han puesto en evidencia que el sector depende por una parte de la capilaridad de red de distribución mayorista- minorista controlada en su gran mayoría por firmas independientes de los productores y por otra, de que las multinacionales del acero que compraron las empresas que sobrevivieron a la crisis de lo 90s se quieran quedar en Colombia. Da la impresión que los brasileños tienen ganas de salir lo más pronto posible, mientras que Techint apuesta fuertemente a quedarse con todo, siempre y cuando los dos únicos locales, Sidoc y Sidenal no bajen la guardia.
Peaje y combustibles son 60% de la canasta de costos del transporte del acero.
Los costos globales del acero han aumentado sustancialmente y, particularmente en Estados Unidos, han alcanzado niveles inexplicables.
El director de Camacero manifestó que se debe cambiar el chip del constructor.