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En este especial de LR, se dan detalles sobre algunas fórmulas y casos de éxito para el emprendimiento
Algunas políticas nacionales y regionales vienen enfocándose en la promoción de ecosistemas de emprendimiento e innovación como medida de promoción de la productividad y el desarrollo económico. Propuestas como Ruta-N, el parque del emprendimiento, y la más reciente propuesta a nivel nacional llamada Estación-C, hacen parte de algunas de las iniciativas que vienen desarrollándose en torno a este tipo de aglomerados. Sin embargo, el concepto de ecosistema de emprendimiento aún está en construcción y debe ser enriquecido y aplicado de acuerdo a las particularidades de cada economía.
El concepto de ecosistemas de emprendimiento ha tomado gran importancia en los últimos años dentro de los círculos académicos y políticos como una metodología efectiva en la promoción de empresas con altas capacidades de crecimiento y generación de empleo. No obstante, la filosofía detrás de este concepto ha evolucionado en el tiempo partiendo de distintas teorías que estudian la tendencia de la actividad económica a concentrarse en regiones particulares.
Hacia principios del siglo XX, la teoría de los distritos industriales de Alfred Marshall se fundamentaba en el papel que jugaban las economías de aglomeración con el fin de aprovechar las economías de escala. Posteriormente, esta tesis fue perdiendo fuerza y se pasó al modelo Third Italy, que planteaba la concentración de pequeñas firmas en un amplio espectro de distritos industriales especializados (Piore y Sabel, 1984). Más recientemente, Saxenian (1994) presenta su investigación sobre Silicon Valley basado en un modelo Neo-Marshalliano en el que nuevamente se centra en los factores geográficos de la concentración de la actividad económica y le suma elementos sociales, culturales e institucionales como factores determinantes.
Contrario a la perspectiva económica de la aglomeración, los ecosistemas de emprendimiento presentan una nueva visión que incorpora parte de los desarrollos realizados por la primera de estas. Sin embargo, aún no hay una definición clara y ampliamente aceptada sobre la definición del concepto de ecosistemas de emprendimiento. El primer término de este concepto, “ecosistema”, es tomado de la biología, y se puede interpretar como la interdependencia de diferentes actores en el acto del emprendimiento. El segundo, “emprendimiento”, es un concepto ampliamente desarrollado desde la economía como el proceso en que las oportunidades de crear nuevos bienes y/o servicios son exploradas, evaluadas y explotadas.
“Un ecosistema de emprendimiento es un conjunto de emprendedores interconectados (potenciales y existentes), organizaciones emprendedoras (empresas, fondos de inversión, bancos, ángeles inversionistas), instituciones (universidades, agencias del sector público, organismos financieros) y procesos de seguimiento al emprendimiento (tasa de creación de empresas, número de firmas con alto crecimiento, porcentaje de éxito empresarial) que formal e informalmente se fusionan para conectar, mediar y dirigir el rendimiento del emprendimiento en una región”,
La evidencia empírica ha logrado mostrar que el éxito de los ecosistemas de emprendimiento es la suma de aportes de múltiples sectores. En este sentido, lo que se ha logrado identificar es que la elaboración de políticas para el emprendimiento debe enfocarse fundamentalmente en facilitar el desarrollo de este tipo de procesos. Es difícil encontrar un ecosistema de emprendimiento exitoso que haya sido desarrollado por la intervención directa de los gobiernos.
En este sentido, existen algunos elementos que la literatura resalta a la hora de impulsar este tipo de políticas desde los estamentos gubernamentales y es necesario resaltarlos para ser tenidos en cuenta en la promoción de estas iniciativas. Los ecosistemas se basan en condiciones pre-existentes de aglomeración de empresas, cada ecosistema es único, deben ser apoyados con políticas integrales, se deben enfocar en negocios con alto potencial de crecimiento y se debe reconocer la naturaleza diversa de la innovación. Por tanto, no se deben privilegiar sectores o tipos de emprendimiento específicos.
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