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En el país ha aumentado el número de posgrados que ofrecen las universidades locales, además los egresados de estas especialidades subieron 90% en cinco años.
Realizar un posgrado permite tener un desarrollo profesional continuo.
La educación debe ser entendida como un proceso que abarca toda la vida. No hablo solamente de la educación en el sentido de cursar estudios universitarios de pregrado y posgrado, sino del desarrollo de la capacidad de aprendizaje continuo, de aprender a aprender y a desaprender, que es seguramente la base para ser personas cultas y actualizadas.
Vivimos en un mundo en que el conocimiento está creándose a un ritmo verdaderamente acelerado, lo cual lleva a la necesidad de actualización constante y a desarrollar la capacidad de desaprender lo aprendido para apropiar nuevos enfoques y metodologías, pues los paradigmas también están cambiando en las diferentes ciencias y campos del conocimiento. Esto es particularmente importante para profesionales en las áreas de ciencias económicas y administrativas, ya que el mundo de los negocios y las sociedades en que ellos se desenvuelven han cambiado drásticamente en las últimas décadas.
Por un lado, una reflexión macro permite ver que contar con más profesionales posgraduados nos hace una sociedad más educada, lo cual contribuye al desarrollo, la competitividad y a la reducción de la desigualdad. Ahora bien, en lo personal, el estudio es un requisito para mantener la vigencia en cada profesión y promover unas mejores condiciones laborales, en un mercado cada día más competido: si un economista, un administrador, un contador, un ingeniero, sólo por mencionar algunos casos, se graduó hace cinco o 10 años y no se ha actualizado desde entonces en las últimas tendencias y avances en su campo profesional, está claramente quedándose rezagado ante sus colegas, tanto local como internacionalmente. Más aún, los profesionales que no vuelven a las aulas a actualizarse están corriendo el riesgo de perder vigencia e incluso de quedarse obsoletos.
Ahí radica la importancia de hacer un posgrado: para algunas personas es solo un requisito para ascender en sus organizaciones y obtener un mejor salario, pero en el fondo su relevancia es que le permite a los profesionales desarrollarse continuamente, mantenerse actualizados en su campo de trabajo, complementar su formación básica e incluso cambiar de paradigma. Hacer un posgrado no es un gasto, sino una inversión para la vida: implica un sacrificio en términos del dinero y el tiempo, pero, con certeza, trae recompensas mucho mayores en conocimientos, habilidades, relacionamiento y posibilidades de progreso.
El tipo de posgrado debe ser elegido en función de los intereses y los planes de vida del aspirante, teniendo en cuenta la forma que el programa le aportará al desarrollo de las habilidades que requiere: primero, puede optar por una especialización, que es un programa más bien corto (un año), de tiempo parcial, orientado principalmente a la actualización de los conocimientos y a la apropiación de herramientas prácticas para el trabajo. Segundo, puede apuntarle a una maestría, bien sea de investigación (Master of Science In Management, por ejemplo) o de profundización (Master of Business Administration o MBA), nivel en el que se hace una mayor profundización de los conocimientos y se fortalecen las habilidades para la escritura académica, en periodos promedio de un año y medio o dos años. Tercero, podría iniciar un doctorado, máximo nivel posgradual, cuya finalidad es el desarrollo de competencias avanzadas en la investigación para la producción de nuevo conocimiento; programa que requiere una dedicación casi siempre exclusiva de unos cuatro o cinco años. En este sentido, se ofrecen hoy los programas doctorales tradicionales con énfasis en la investigación pura (PhD), pero también doctorados profesionalizantes, pensados en ejecutivos que desean profundizar en su campo de conocimiento, sin necesariamente tener la intención de seguir una carrera académica: un ejemplo de esto es el Doctorate of Business Administration (DBA).
Ahora bien, la revolución tecnológica posibilita hoy en día acceder a una inmensa oferta de programas de posgrado total o parcialmente virtuales, que han contribuido a un mayor acceso de los estudiantes a las mejores instituciones locales o mundiales y que les permite manejar de mejor manera sus tiempos y procesos de aprendizaje, sin sacrificar la calidad de la formación.
Colombia cuenta con una amplia oferta de programas de posgrados, en los cuales los aspirantes pueden encontrar alternativas que se adapten de la mejor manera a sus intereses y posibilidades, en términos de temáticas, duración, horario, modalidad, requisitos y precio.
Aunque hay ciertas ventajas de hacer un posgrado fuera del país, también hay razones para realizarlo en Colombia, como el idioma, no incurrir en los gastos propios de vivir en el exterior, o no tener que renunciar al trabajo o separarse de la familia. Pero, especialmente, en Colombia hay una buena oferta de programas de calidad, respaldados por instituciones reconocidas y acreditadas, muchos de los cuales incluyen experiencias internacionales necesarias para entender la realidad de un mundo globalizado y enriquecedoras como experiencia de vida. Es decir, que quedarse en el país no necesariamente implica renunciar a lo internacional.
En 2016 se otorgaron 5.240 créditos por un valor total de $38.848 millones
En la actualidad según información del Snies 13 universidades ofrecen posgrados de este tipo.
Además de oportunidades educativas, se necesitan fuentes de financiación que permitan acceder a los programas.