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La lucha contra los préstamos gota a gota no es solo una cuestión económica, sino un llamado a las entidades a redoblar sus esfuerzos en la formulación, ejecución y medición de proyectos de educación
La lucha contra los préstamos gota a gota no es solo una cuestión económica, sino un llamado a las entidades a redoblar sus esfuerzos en la formulación, ejecución y medición de proyectos de educación
En los diez años que llevo generando contenido sobre educación financiera he podido leer a cientos de personas que me escriben a través de mensajes directos y comentarios con temas relacionados a la deuda. A veces, y para mi sorpresa, consultan si presto dinero y a que tasa, en otras ocasiones y casi como una especie de terapia financiera se desahogan dejando entrever preocupación en frases como “estoy endeudado y no sé cómo salir de esto”, “ningún banco me presta” o “estoy reportado y necesito dinero”. Es definitivo: la deuda hace parte del día a día de los colombianos.
Es tan así que el valor total de las deudas en mora superior a 30 días entre abril de 2022 y abril de 2023 experimentó un aumento anual de 18,7% según la Superintendencia Financiera de Colombia. Se ha revelado además que la carga financiera ha crecido en los últimos cuatro años, las personas han pasado de destinar entre 25% y 26% de sus ingresos al pago de deudas a asumir entre 33% a 34% en 2023. Esta progresión nos hace preguntarnos cómo estamos manejando nuestras finanzas personales y la relación que tenemos con el crédito. ¿Estamos trabajando para pagar deudas?
Sumado a este incremento y, tal vez por decisiones tomadas con mirada cortoplacista o causada por alguna turbulencia financiera, la adquisición de deudas de manera desmedida oscurece el panorama. Este es el caldo de cultivo perfecto para que las personas piensen en el “gota a gota” como una alternativa a su situación. Al no tener garantías, operar por fuera del marco legal, tener tasas que superan por mucho a la de usura y estar fuera de la regulación es una opción que socava la seguridad financiera y hunde en una espiral aún más profunda a quienes intentan salir de sus deudas.
Aquellos que no pueden acceder a créditos formales o que han agotado esta opción años atrás ven al “gota a gota” como un camino en momentos de necesidad porque tener el dinero de manera inmediata permite que las personas puedan resolver y aliviar (al menos temporalmente) la angustia por la que están pasando. Sin embargo, es posible combatir esta situación desde dentro, y tenemos una gran ventaja: los formales son más. Según Banca de las Oportunidades, 92,3% de los adultos en el país contaban a diciembre de 2022 con algún producto financiero en establecimientos de crédito, cooperativas financieras vigiladas por Supersolidaria y ONG especializadas en microcrédito. Este porcentaje es alentador, las personas muestran interés y prefieren las entidades formales en una primera instancia. El reto en este punto está en promover y profundizar aún más en educación financiera, cuando se incrementa la comprensión en de los productos crediticios formales es más probable que las personas que se vinculen en estas opciones reguladas puedan comprenderlas, aprovecharlas y usarlas a su favor.
La lucha contra los préstamos “gota a gota” no es solo una cuestión económica, sino un llamado a las entidades a redoblar sus esfuerzos en la formulación, ejecución y medición de proyectos de educación financiera, pero sobre todo, en entender que hay un gran segmento de la población que aunque cuenta con productos financieros, no los está utilizando y que en un intento desesperado por solventarse económicamente acuden a estas opciones que terminan siendo desfavorables en muchos aspectos.
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