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En un ejercicio de prospectiva económica, LR consultó a diferentes líderes gremiales cuál es la fórmula para crecer a 2050
Malagón, presidente de Asobancaria, indicó que se debe recuperar los niveles de inversión desde 17% del PIB actual hasta 25%
En medio de un proyecto de inversiones forzosas para la banca propuesto por el Gobierno Petro, ante lo cual el sector financiero propuso un Gran Pacto por el Crédito (aumentar los desembolsos en $35 billones), Jonathan Malagón, presidente del gremio de los banqueros, Asobancaria, explicó que la clave a 2050 es atraer más inversión, aumentar la profundización de los servicios financieros, incrementar la productividad y entender el cambio demográfico de Colombia desde el lente de lo laboral.
En primer lugar, se debe incrementar la productividad en el país teniendo en cuenta que esta bordeó -0,28% en la última década. Para lograrlo, será necesario mejorar los niveles educativos, ya que, al compararse con los de países de la Ocde a partir de pruebas como la Pisa, resultan inferiores.
En segundo lugar, se debe propender por recuperar los niveles de inversión desde 17% del PIB actual hasta 25%, por lo cual resulta crucial incrementar la confianza inversionista teniendo en cuenta que la inversión es el motor de crecimiento y desarrollo de la economía en el largo plazo. A su vez, deberá incentivarse la inversión en investigación y desarrollo, pues este nivel apenas bordea 0,3% del PIB, inferior a 2,7% que registra la Ocde. Para este propósito, la banca puede ser un aliado, más cuando el nivel de profundización financiera, que apalanca la inversión de las empresas y los hogares, aun dista del óptimo de 65%.
Por último, y no menos importante, se debe lograr compatibilizar las medidas de política pública con el cambio demográfico que estamos experimentando. En particular, las estimaciones del Dane indican que es probable que Colombia pase de contar con un bono demográfico a un escenario de impuesto demográfico en el largo plazo, donde la fuerza laboral potencial crecería más lentamente que la población dependiente. Debe anotarse que esta situación tendría repercusiones significativas sobre el crecimiento económico y la sostenibilidad fiscal.
Para que el país retome la senda de crecimiento económico y este sea sostenible, será necesario mantener la estabilidad macroeconómica. En esta línea, el papel del Banco de la República y su carácter independiente serán cruciales para continuar cumpliendo el mandato constitucional de preservar la capacidad adquisitiva de la moneda.
Adicionalmente, se deberá seguir mostrando el compromiso con el cumplimiento de la regla fiscal, pues esta evidencia la institucionalidad y robustez de las finanzas públicas. Así, el adecuado manejo de la política monetaria y fiscal, aunado al respeto de las reglas de juego que favorezcan el crecimiento del sector privado, contribuirán a aumentar la generación de empleo y la reducción de los niveles de pobreza.
Uno de los principales retos del sector bancario será aumentar la profundización financiera, ubicada en 41,4%, cifra que aún luce lejana al óptimo de 65% acorde a la estructura económica de nuestro país. Para lograrlo, será imperativo cerrar las brechas de crédito y facilitar el acceso al financiamiento en sectores desatendidos, promoviendo así una mayor inclusión y equidad económica. Puntualmente, se requiere expandir el crédito al sector agropecuario, que en 2023 apenas bordeaba 29%, y dinamizar los préstamos dirigidos hacia las MiPyme y la adquisición de vivienda.
Por otro lado, se requiere atender los retos en materia de sostenibilidad mediante la integración de criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en la matriz de riesgo y se expanda el financiamiento para la adaptación al cambio climático, la conservación de la biodiversidad y sectores subatendidos. Al respecto, se espera que la banca continúe trabajando para poder incrementar el nivel de la cartera sostenible de 10% a 15%.
Los ejes fundamentales para el crecimiento económico se deben basar en el incremento de la productividad y la inversión bajo un contexto de avances tecnológicos y transición energética, no sin antes garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas. En primer lugar, resulta fundamental continuar con los esfuerzos que se han hecho en materia de transición energética y el desarrollo de un modelo de bioeconomía, lo cual debe ser transversal al desarrollo de toda política pública.
En segundo lugar, se debe propender por continuar con la adopción de las nuevas tecnologías, principalmente en el ámbito laboral, con el objetivo de contar con talento humano calificado y por esta vía incrementar la productividad del país. Por último, resulta crucial garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas.
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