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El artista ha pintado 350 planos y unas 200 estaciones
James Niehues es el cartógrafo de pistas de esquí más relevante de Estados Unidos y uno de los mejores del mundo. Durante los últimos 30 años, ha trazado los mapas de las estaciones de invierno más prestigiosas.
Muy pocos esquiadores reparan en ellos. Los mapas que las estaciones de esquí regalan con el forfait tienen una peculiaridad sorprendente. Casi todos están firmados por la misma persona. Porque sólo un puñado de artistas en el mundo se dedica al difícil arte de trazar mapas de pistas. Así ha sido siempre. Y así es desde luego en EE.UU. donde, desde hace 30 años, James Niehues es el hombre que se esconde detrás de los planos que dibujan los dominios blancos más prestigiosos del país.“Un mapa de esquí es una pieza de arte, pero requiere una investigación y estudio de la montaña exhaustivo.
Desde 1987, el “Rembrandt de las pistas de esquí”, como le llamó The New York Times, ha pintado cerca de 350 planos y unas 200 estaciones de invierno. Desde Killington, en Vermont, hasta Vail y Aspen Highlands, en Colorado, o Squaw Valley en Lake Tahoe, California. También resorts en países como Serbia, Japón y China. En la era de los robots, Niehues es el testimonio vivo de que hay pasiones que siguen haciéndose a mano. La mañana que hablamos con él está dando las últimas pinceladas de acuarela a la estación de Cardrona, en Nueva Zelanda.
“Me gustan mucho los puzles. Y cada nuevo mapa es uno que resolver”, explica Niehues, de 72 años, al otro lado del teléfono. “Hay muchos elementos que tienes que unir en un mapa de esquí porque hay que ilustrar diferentes superficies en una sola pieza de papel”, explica. “Una vez que está terminado, las estaciones lo utilizan durante años y años”.
La de Niehues es una de esas historias que empiezan por un golpe de suerte. Después de servir en el Ejército y empezar una carrera como artista gráfico, conoció a Bill Brown, que desde los años 70 se había hecho con el monopolio de pintar mapas en la industria del esquí. Brown estaba cansado, así que le propuso dibujar en su lugar el resort Mary Jane. Si conseguía colar al cliente la obra de Niehues como suya, el trabajo sería suyo. Y así fue.
Hoy realiza unos 25 proyectos en un año bueno. Dependiendo del tamaño de la estación, contratarle cuesta entre US$5.000 y US$15.000. “Gran parte de mi proceso es recrear la pista que está experimentando el esquiador. Si echas un vistazo a una fotografía satélite, las sendas parecen largas y perfectas. Al deslizarte es cuando te das cuenta de que nunca son así. La clave de mi trabajo es interpretar la montaña. Esto no lo puede hacer un ordenador”.
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