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Aunque las diferentes webs y sus tecnologías asociadas conceptualmente sean iguales, el salto tecnológico, la cantidad de conocimiento, de desarrollo que está contenida desde esa primera gran revolución es considerable.
Recientemente, la Universidad Externado de Colombia tuvo la gentileza de invitarme a participar como orador en su ya tradicional Congreso de Propiedad Intelectual.
¿El tema propuesto para mi presentación? Infracción de patentes en el Metaverso. Luego de estudiar el tema llegué a la conclusión de que tenía 20 minutos para decir que no hay mucho que decir.
Me enfoqué entonces en una idea importante. No todas las revoluciones son iguales y en ocasiones nuestras normas ya están listas para enfrentarlas. A pesar de todo lo que hemos leído, aún no sabemos cómo será nuestra vida en el metaverso, y realmente qué tan disruptivo y nuevo será para nosotros.
Suena como una revolución, pero en realidad es OTRA revolución relacionada con el entorno digital, una más que nuevamente podría cambiar nuestras vidas.
La primera web, la 1.0 fue la página web, a la que accedíamos en un PC, a través de un modem, en la que mi identidad era mi email. La segunda web, la 2.0 es la plataforma o la app en la cual accedemos a través de un teléfono móvil, conectado por banda ancha, en la que mi identidad es mi social login. Y la tercera web, la que nos viene, es el entorno, a la que accedemos a través de unas gafas de realidad virtual, conectados por 5G, y en la que mi identidad es mi avatar.
Pero si miramos hacia atrás, esa primera revolución digital de internet necesitaba que tuviéramos una interfaz con la cual acceder a ese nuevo mundo. No me importaba en ese momento cuál era ese nuevo mundo o qué tan inmersivo era.
Era un nuevo mundo y su acceso necesitaba un aparato para entrar. Ese aparato era un computador. Hoy mi computador (teléfono o tablet) es 1.000 veces más potente, pero sigue siendo igual en lo siguiente: es un aparato digital con un disco duro, un teclado y un mouse que permite acceder a un contenido digital y próximamente virtual.
Hoy en día, el disco duro es del tamaño de una uña y tiene una tera de capacidad, la CPU es mucho más potente en mi celular que el mejor computador de escritorio hace 15 años, el teclado ahora es una pantalla táctil y el mouse es mi dedo, y la conexión a internet es mucho más veloz, todo es mucho más poderoso, rápido y está más presente en mi vida, porque ahora tengo necesidad de transmitir recibir y enviar muchísimos más datos.
Hoy, es mucho más potente e inmersivo, pero el concepto sigue siendo igual y seguimos necesitando lo mismo: una CPU, Un disco duro, nuestra pantalla ahora no es la pantalla del celular, sino el casco de realidad virtual, nuestro mouse ya no es nuestro dedo recorriendo una pantalla, sino nuestros ojos o nuestras manos haciendo gestos deslizándose o un guante.
Toda esta evolución, estas evoluciones de revoluciones están llenas de patentes. Aunque las diferentes webs y sus tecnologías asociadas conceptualmente sean iguales, el salto tecnológico, la cantidad de conocimiento, de desarrollo que está contenida desde esa primera gran revolución es considerable.
Hay una enorme cantidad de patentes asociadas con lo digital en las revoluciones anteriores y ahora hay otras que responden a las necesidades específicas de la web 3.0.
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