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En LR le presentamos este informe especial por el Día del Abogado
En Colombia somos más de 420.000 abogados en ejercicio, de acuerdo con la Unidad de Registro Nacional de Abogados; profesionales que enfrentamos retos cada vez más complejos y especializados en el día a día. Así mismo hay más de 140.000 estudiantes de derecho lo que impone a las facultades de derecho la necesidad de continuar con la modernización de sus programas y enfocarse en un énfasis en la calidad. Quienes ejercemos esta profesión diariamente tenemos que educarnos e informarnos para estar a la altura de las exigencias actuales.
Los abogados tenemos un espectro amplísimo de aplicación de nuestros conocimientos, ya sea como profesores, funcionarios públicos, empleados de empresas particulares o abogados independientes. Desafortunadamente hay ciertos valores elementales que, en algunos, parecen haberse olvidado o nunca aprendido. La crisis de ética que se vive en Colombia y que se evidencia con los recurrentes casos de corrupción que publican a diario los medios, contagió a los abogados, incluyendo aquellos en quienes la sociedad ha depositado la función de impartir justicia, lo que ha llevado a un incremento de la desconfianza en el sector.
No son pocos los casos de juristas que terminan implicados en situaciones donde la falta de moral e integridad son la regla, lo que afecta y deslegitima las actuaciones de los profesionales que sí se ciñen a la ley. Es necesario que desde las facultades de derecho se refuerce la ética como un pilar del derecho y se definan consecuencias para quienes enlodan la profesión con sus actuaciones por fuera de la ley.
La proliferación de facultades de derecho en Colombia debe llevar consigo un sentido de la responsabilidad. Hoy en día, los abogados en ejercicio estamos dedicando buena parte de nuestro tiempo a completar la educación de los recién egresados para que puedan poner en práctica de manera útil sus conocimientos. Es urgente que las universidades sean conscientes de las necesidades de los empleadores y se enfoquen en que sus egresados cumplan con habilidades que son necesarias en el día a día del abogado.
Por ejemplo, la competencia entre las firmas ha venido creciendo, no solamente por la llegada de nuevos competidores, sino también por las alianzas entre firmas y por el ingreso al mercado de empresas de consultoría que han encontrado en los servicios legales un nicho importante. Esta situación genera un reto adicional pues los abogados debemos estar en capacidad de mercadear y de vender nuestros servicios, ajustándonos a la estricta normatividad respecto a la promoción, y manteniendo los más altos estándares de calidad y ética.
El desarrollo de la interdisciplinariedad es clave también para generar profesionales integrales. Es importante tener bases de economía, contabilidad, finanzas, entre otros, que son necesarios para prestar servicios de alta calidad a los clientes. Así mismo, las habilidades lingüísticas son vitales en los recién graduados. Los abogados deben tener buena comunicación, ortografía y expresión oral en español y en inglés. Pues aunque el bilingüismo es ya una obligación entre los profesionales, no deben olvidar la importancia de escribir y hablar bien su propio idioma antes de intentar dominar otro.
Así, los retos que enfrentan los profesionales del derecho son muchos. Y aunque no podemos delegar todo en las facultades de derecho sí es hora de revisar los pensum académicos y acercarlos a las exigencias del mundo laboral y de los desafíos que día a día enfrentamos como profesionales del derecho. Al mismo tiempo quienes ya ejercemos debemos enfocarnos en lograr que cada día nuestra profesión se enfoque en servir y construir un mejor país.
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