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LR 65 años


En su aniversario 65, LR hizo un foro en el que se presentaron los retos de las economía a futuro

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Estos son los 10 hitos de la economía colombiana según Luis Carlos Villegas

miércoles, 27 de febrero de 2019

Desde el Pacto Cafetero hasta el dividendo de la paz

Luis Carlos Villegas

Para poner en contexto a los numerosos lectores de LR he decidido seguir el método de mi buen amigo y paisano Óscar Marulanda, compañero en el Ejecutivo y miembro de la Junta del Banco de la República: plasmo experiencias de 43 años de vida profesional y recuerdos de los 22 faltantes sin apelar a documentos sofisticados, ni a teorías sociológicas. Ni siquiera pretendo escribir como economista; lo hago solo como testigo y lector.

Los 65 años de este periódico, en sus inicios político y agudo, y hoy especializado en los temas económicos, son en sí mismos un gran hito de la economía colombiana. Recorrer sus páginas de ediciones anteriores, es recorrer la cotidianidad económica del país.

Cuando se fundó La República por el presidente Mariano Ospina Pérez, en 1954, Colombia estaba en plena violencia entre conservadores y liberales. Era un país bastante pobre, absolutamente desigual social y regionalmente y que no se decidía a aprovechar plenamente sus recursos naturales abundantes para transformar la Nación y el Estado en instancias modernas, prósperas y dadas a buscar la equidad. Arrodelada en los valles de sus cordilleras, Colombia aislada se dolía aún de la pérdida de Panamá y era todavía una sociedad rural y atrasada a pesar de destellos urbanos en Bogotá, capital también en duelo por los acontecimientos del 9 de abril de 1948. El PIB era de US$6.000 millones ($13.000 millones) y el ingreso anual por habitante era más de US$400 ($1.000). Los ingresos totales del Estado ascendían al 10% del PIB y el Índice de Pobreza, con las mediciones actuales, permanecía alrededor del 75 %, es decir, solo dos de cada diez colombianos no eran pobres.

Nuestro comercio exterior se concentró en exportaciones de café y crudo e importaciones de materias primas y bienes tanto de consumo como algo de capital, para un aparato empresarial que en Medellín, Barranquilla, Bogotá, Cali y Manizales había probado que era capaz de crecer y diversificarse a pesar de las restricciones macroeconómicas y del aislamiento.

Las diferencias de valor agregado entre importaciones y exportaciones de 1954 la ilustra la cifra de cada una en volumen: 5 millones de toneladas métricas de exportaciones contra 1,8 millones de toneladas métricas de importaciones, con valores totales en dólares sustancialmente similares. Para planear el Presupuesto General de la Nación, el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda debían esperar los supuestos del gerente de Fedecafé, don Manuel Mejía (Mr. Coffe) para el año siguiente, así como el informe de caja mensual del Fondo del Café para diseñar el endeudamiento y los pagos a corto plazo. Don Manuel acudía a las reuniones del BR con una libretica que heredó después Arturo Gómez. En ella, estaban los parámetros macroeconómicos a los cuales debían adaptarse las decisiones macro, especialmente las fiscales y cambiarias del Gobierno. Ese año produjimos 120.000 barriles diarios de crudo y vendimos 5,5 millones de sacos de café por US$550 millones, plena bonanza de divisas, US$1,10 la libra, que haría empezar a virar la política macro. Las reservas internacionales saltaron de US$169 millones en 1953 a US$270 millones en diciembre de 1954, y la cartera total del sector financiero contaba con apenas $1,6 billones.

Para poder medir el cambio dramáticamente positivo que ha vivido Colombia, hay que recordar los números de diciembre de 2018, 65 años después: el PIB está en más de US$400.000 millones y el ingreso nominal anual per cápita en US$8.000. Los colombianos en pobreza son dos de cada diez. Las exportaciones totales del año pasado fueron de US$42.000 millones, de las cuales US$19.000 millones fueron industriales, y las importaciones sumaron US$51.000 millones. Las reservas internacionales acumularon cerca de US$50.000 millones, equivalentes a casi un año de compras al exterior, aumentando nuestra capacidad de endeudamiento notablemente. El Presupuesto General de la Nación está para 2019 en casi US$90.000 millones ($258,9 billones), equivalentes al 22% del PIB. Ese es el gran cambio económico y social de Colombia. Veamos entonces los que, a mi juicio, son los hitos económicos que hicieron posible o que demoraron esta transformación.

1. LA BONANZA CAFETERA DEL 54
El legado que deja la dictadura de Rojas en materia política es malo. Por sus excesos, fue rechazado popularmente, aunque gozó de una de las más abundantes bonanzas cafeteras. Se invirtió como nunca antes en infraestructura, al son del grado de ingeniero civil que ostentaba el General; se fortaleció a la Fuerza Pública y se la llevó a casi todos los lugares donde su presencia es hoy todavía la única del Estado. “Café a dólar y dólar a peso” era el motto oficial.

Llegó la televisión al país y la abundancia de divisas permitió la creación de empresas ávidas de bienes de capital en los sectores de papel, azúcar, vidrio, acero, alimentos y la modernización textilera, entre otras. Se fortalecieron las comunicaciones y la educación pública, se ideó el Sena, creado un mes después de la caída del régimen, se construyó la vivienda popular y la primera refinería. Afortunadamente, el sector privado que creció durante la bonanza de Rojas, fue el mismo que, organizada y claramente, propició su caída para dar paso al Frente Nacional.

2.EL PACTO CAFETERO DE 1962
Pongo su descripción en palabras de Jorge Cárdenas, gerente de Fedecafé, cuando el Pacto se desmontó en 1989 tras la salida de Estados Unidos. Para Colombia, ese año fue tan trascendente, como lo fue para Alemania por la caída del muro de Berlín: “El Pacto Cafetero fue un soporte para la economía colombiana durante 30 años. Fue un acuerdo fundamental”. En efecto, los primeros gobiernos que pudieron reemplazar la libretica de don Manuel Mejía, fueron los de Alberto Lleras (finales) y de Guillermo León Valencia.

La estabilidad en el frente externo permitió cierta tranquilidad para la inversión y para el endeudamiento externo tanto público como privado. Se pudo pensar en obras cuya construcción durase más de un ejercicio presupuestal y las empresas más grandes pudieron planear sus expansiones y empezar a contemplar mercados externos.

Se fortalecieron las instituciones cafeteras como la Flota Mercante, el Banco Cafetero y las Corporaciones Financieras, y el Fondo Nacional del Café pasó a ser un ahorrador neto de divisas, que irían a parar a las crecientes reservas internacionales.

En julio de 1989, John Rosenbaum y Myles Frechette, si mi memoria no me falla, enterraron en Londres el Pacto. “Se consolidaban así el Consenso de Washington y la Escuela de Chicago”, dijo después Cárdenas Gutiérrez, quien al final de esa reunión en la capital inglesa mencionó que el término del AIC atacaba la “yugular de la economía colombiana”.

3. EL DECRETO 444 DE 1967
Diseñado para neutralizar aprietos en la balanza de pagos en una economía cerrada, el presidente Carlos Lleras Restrepo, personalmente, participó en su redacción, asesorado por Hernando Gómez O. y Abdón Espinosa. Produjo un grave enfrentamiento con el Fondo Monetario Internacional, que dirigió el propio Presidente, exitosamente al final del día. Propiciaba y reglamentaba la devaluación gota a gota del peso para ganar competitividad en las ventas al exterior, al costo de mayor inflación. Creó la Oficina de Control de Cambios y la licencia previa y la lista de prohibida importación. Lleras Restrepo puso en práctica el Plan Vallejo, los CAT después CERT, el reintegro obligatorio de divisas, el control a la IED y la canalización del crédito externo a través del Banco Central. Se fortaleció a Planeación Nacional con una tecnocracia de excelencia, la misma que hoy quisiera absorber el Ministerio de Hacienda; se propició una cartera subsidiada en el BR y se hizo la primera reglamentación del salario mínimo; se crean numerosas instituciones sectoriales y regionales y se propicia una política pública de control natal con apoyo internacional y protestas de la Iglesia Católica.

Debo mencionar que el mal final de la reforma agraria de Lleras Restrepo produjo atraso en el sector rural y tal vez haya contribuido a acelerar la migración a los centros urbanos, masiva en ese momento. Es cierto que el 444 dio reglas claras, e inicialmente positivas, para el crecimiento del sector empresarial. Sin embargo, la fragilidad de la balanza de pagos seguía siendo evidente y una crisis, inaplazable. Su consecuencia: desempleo subiendo en medio de una migración del campo a las ciudades y de la participación también masiva de las mujeres en el mercado laboral. De la mano con el Estatuto Cambiario, la creación del Pacto Andino en 1969, constituye un hito de estos años.

Fue ese acuerdo un serio intento de integración entre latinoamericanos, para crecer ordenadamente y con reglas claras. Dio esperanza al sector empresarial para expandirse y atrajo inversión extranjera que solo vendría para atender un mercado ampliado. El Pacto Andino especializó sectores como el automotriz y el textil, benefició en general las manufacturas nacionales, trajo peleas de nunca acabar en los ámbitos agropecuario y financiero, se despedazó con las salidas de Chile y, posteriormente, de Venezuela y terminó siendo una pirámide de incumplimientos sobre un cadáver insepulto.

4. EL UPAC
El jalonamiento que la construcción dio en esta época a los 32 sectores industriales relacionados con ella, tuvo su origen al mecanismo de valor constante para el ahorro, endeudamiento y crédito de largo plazo para vivienda. Un gran salto dio el empresariado haciendo inversiones locales y extranjeras en cemento, acero, madera, porcelana para construcción, vidrio, aluminio, servicios de arquitectura e ingeniería y transporte entre otros. Y ese ritmo, a mi modo de ver, hubiera continuado si no se hubiese producido la famosa decisión 24 del Grupo Andino, que prácticamente prohibía la inversión extranjera y sobre todo las fusiones de firmas extranjeras con nacionales. Se crearon además del Upac (Unidad de poder adquisitivo constante) y las Corporaciones de Ahorro y Vivienda, el Fondo Nacional del Ahorro para financiar vivienda a los servidores públicos y numerosos centros de pensamiento donde podían refugiarse los tecnócratas desplazados del Gobierno.

Recuerdo la política de exportaciones: alcancemos los US$1.000 millones de ventas externas, lo que a la postre se logró. También recuerdo las dificultades sindicales con la muerte de José Raquel Mercado por el naciente y cruel M-19 y la desaparición de centrales obreras de muchos años de activismo. Coincide esta nueva dinámica doméstica con el encarecimiento global del petróleo, que nos coge importando crudo y combustibles, agravando la brecha de la balanza de pagos. Una desafortunada visión del Ministerio de Hacienda en 1991 y de la Corte Constitucional en 1999, prácticamente acabó con un mecanismo que en su momento propició el crecimiento y la equidad. Hoy, la baja inflación y las bajas tasas de interés, son las dinamizadoras reales y estables del crédito de largo plazo.

5. NARCOTRÁFICO: ¿HITO QUE NO ACABA?
Me parece que el narcotráfico ha dejado honda huella en la Nación, más honda todavía en las regiones. Aún en el supuesto posible de su desmantelamiento, hasta niveles de “justas proporciones”, me temo que su cultura, si se puede llamar así, tomará generaciones para ser erradicada. El dinero fácil, la infiltración en la política y en las redes y medios, hasta el propio lenguaje y el vestir, han calado hondamente en nuestra sociedad. Desaparecieron los carteles, pero no los traquetos; no tenemos a Pablo Escobar, pero sí tuvimos demasiado tiempo a Guacho; la coca alimentó las ideas revolucionarias y los negocios burgueses de Farc, hoy extinguida, y del ELN en plena ebullición.

Sobre las empresas, el contexto narco produjo en algunos casos acomodamiento y en la mayoría temores de abrirse al mercado de valores para capitalizarlas o al comercio exterior, que corre aún hoy el riesgo de contaminación con droga. La bonanza marimbera que desataron los Cuerpos de Paz en Santa Marta, pasó agachada en materia económica. Sus pingües ingresos pasaron por la banca central con ojos cerrados e incluso se publicaron teorías sobre la necesidad de aprovechar su impulso para hacer crecer más la economía. La después bautizada ventanilla siniestra pasó a ser importante protagonista de la balanza de pagos. El deterioro reputacional de Colombia ha costado muchos puntos de crecimiento del PIB y altos sobrecostos del dinero. Ha dirigido por décadas nuestra política exterior, especialmente la relación con EE.UU., y ha producido controversias, no sin razón, con el vecindario regional. Y en nuestros días, el narco resulta ser definitorio del futuro de Venezuela, donde lo más grave no es quién sucederá a Maduro, sino si ese sucesor puede limpiar las instituciones del hermano país, como afortunadamente, pero con altísimos costos, lo pudo hacer Colombia.

6. LOS HALLAZGOS PETROLEROS
El hallazgo de crudo en Cusiana, en marzo de 1991, marcó una nueva era para el país. Recuerdo que Andrés Restrepo, presidente de Ecopetrol, el día del descubrimiento, logró salvar la vida de personajes de su junta directiva como el Alfonso Palacio Rudas, conocido como “Cofrade”; y Jaime García Parra: al abrirse en pleno vuelo una de las puertas del avión que los llevaba, Restrepo pudo difícilmente recogerla del fuselaje y así aterrizar.

Los 3.000 millones de barriles de Cusiana y Cupiagua han sido el catalizador del avance del país. El windfall que todavía produce sobre nuestra economía, nos ha permitido crecer más, exportar e importar más y acceder al grado de inversión de las calificadoras de riesgo por su buen efecto sobre el Fisco.
Sobre los hallazgos petroleros de los 90 se pudo construir una mejor política de comercio exterior, un mejor gasto público orientado a los más vulnerables y una mejor macroeconomía. Se disparó la IED y ascendimos varios puestos en la jerarquía geopolítica de Latinoamérica. El sector privado pudo acceder a más divisas para su modernización y se amplió el mercado doméstico pues el PIB creció por encima de 4% en los años siguientes. Y se vinculó una buena porción de la clase media colombiana a la propiedad accionaria del 11% de Ecopetrol que fue sacado al mercado. Un nuevo proceso de vinculación de accionistas a otro 10% sería hoy aconsejable.

7. LA APERTURA Y LOS TLC
En 1990, en medio de una devaluación compensatoria que presagiaba la apertura, si mal no recuerdo, mi buena amiga y colega gremial María Mercedes Cuéllar; y Carla Hills, representante comercial de los EE.UU., firmaron un memorando de entendimiento por el cual Colombia declaraba que su economía se abriría drásticamente bajando aranceles y quitando controles al comercio de bienes y servicios y a la inversión. Siendo Senador, publiqué una columna en la que hacía la pregunta sobre si una decisión tan trascendente se podía tomar sin la intervención del Congreso. Pues el papel aquel, padre de la apertura de Gaviria y de la modernización del aparato productivo, no figura ya ni en Google. Nos unimos al G3 con México y Venezuela para tenderle la mano al primero en caso de que el Nafta se hundiese en el Congreso de EE.UU. Y de ahí en adelante fueron negociados tratados de comercio e inversiones con 2.000 millones de consumidores con pleno apoyo del sector privado. Creció la IED hasta niveles nunca esperados llevando la inversión total sobre el PIB a cerca del 29%. Bajaron los impuestos a las empresas y se mantuvo la disciplina fiscal. Con los EE.UU., nuestro TLC solo fue ratificado al comienzo de la administración Santos, después de un lustro de negociaciones y constituye junto al Ministerio de Comercio, a mi juicio, una pieza fundamental de nuestra economía. Gaviria hizo realidad lo que le costó un largo exilio a Rodrigo Botero.

8. LA CREACIÓN DEL BANCO CENTRAL INDEPENDIENTE
El país tiene como gran activo de su política económica, la independencia y la autonomía del Banco de la República. Creado en la Constitución del 91, al año siguiente se aprobó la ley que desarrolla el mandato de la Carta. El primer día de enero del 93 entra a funcionar la primera Junta del BR, en medio de un gran caos en sus cuentas por el exceso de divisas. Se liquida la cuenta especial de cambios y con la Resolución 21 se remplaza el 444 flexibilizando el régimen cambiario. Las privatizaciones abundantes de este período fortalecieron las finanzas públicas y abrieron nuevos espacios al sector privado en el sector químico, eléctrico, de gas, y financiero. Crecen las exportaciones y las importaciones y saltan las reservas de US$3.000 millones a US$8.000 millones. Inventado para controlar la inflación, el exitoso BR es hoy un ícono de confianza de la sociedad colombiana, la cual debe defender su autonomía como cuando se defiende la libertad política.

9. LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA
El final del siglo XX trae para Colombia dos tragedias: el terremoto en el Eje Cafetero y una recesión no padecida en esa magnitud desde 1930. Del terremoto, con sus miles de víctimas que aún lloramos, salimos a la postre bien. La reconstrucción fue todo un éxito a través del Forec, hoy tomado como ejemplo internacional de buenas prácticas y de transparencia en el gasto de los US$1.000 millones que costó reponernos del desastre natural. De la recesión, también logramos salir con buenos ministros de Hacienda. Pero todo este panorama se desarrollaba en medio de un proceso de paz impulsado por Pastrana con el beneplácito de la comunidad internacional. Sin embargo, el orden público empeoraba. Al cabo, el proceso falló, pero el Gobierno había tomado el sabio camino de fortalecer las FF.AA.; por ejemplo, pasamos en esa administración de 7.000 soldados profesionales en el Ejército a 14.000. Allí nace la decisión de mejorar la seguridad. Elegido contra el proceso de paz de Pastrana, Uribe mantuvo la línea de fortalecimiento de la fuerza pública y ejerció un liderazgo de microgerencia de la guerra que fue muy exitoso. Tuvo buenos ministros de Defensa y la llamada Seguridad Democrática conquistó no solo territorios, sino los corazones de la opinión pública. En materia económica, Uribe fue el gran revaluador del peso: su buen suceso contra las distintas amenazas, produjo un gran aumento de la IED y de la inversión doméstica, de las exportaciones, de los flujos de turismo y de remesas. Como en el Gobierno anterior, y en el que lo sucedió, la relación con el sector privado fue fluida y constructiva. En este período, el BR logró meter la inflación en su rango meta, bajaron consistentemente las tasas de interés y se terminó la negociación del TLC con los EE.UU. Quien como ministro de Defensa de Uribe dio los más certeros y estructurales golpes a las Farc, Santos presentó su candidatura presidencial y fue elegido en 2010 con gran complacencia de los colombianos. Uribe sale del Gobierno al terminar su segundo período, con el agradecimiento ciudadano. En estos primeros 10 años del siglo XXI los empresarios crecieron sostenidamente y en 2011 se recuperó el grado de inversión (perdido en el 99), abaratando el costo del capital.

10. EL FIN DE LA GUERRA; DIVIDENDO DE LA PAZ
Sin duda, terminar el conflicto armado con las Farc es el hecho más importante de lo que va corrido del siglo XXI. El proceso de paz liderado por Santos comenzó porque nadie como él sabía que las Farc estaban derrotadas. Aún en medio de la negociación, se ordenó el operativo en contra de Alfonso Cano, jefe de esa organización, y así sucedió con otros miembros del secretariado. Se negoció como si no hubiera conflicto y nuestra fuerza pública ganó la guerra como si no hubiera negociación, siguiendo el principio israelí en la negociación con Palestina. Casi seis años en la mesa. La perseverancia del Presidente Santos fue puesta a prueba en numerosas ocasiones, siempre con éxito. Las FF.AA. apoyaron la negociación y triunfaron en la guerra. Para ellas se diseñó una justicia transicional que ha solucionado las causas judiciales de más de 2.000 de sus miembros sub júdice. Ya fuera del Gobierno, he podido ver con mis propios ojos el renacer de tantas regiones condenadas antes a la guerra. Fincas y poblados que reviven, inversiones inmensas en aguacate, café, ganado puro, cacao, turismo, minería, reforestación, petróleo, gas, etc.

Los números anuales de homicidios en 2017 y 2018 ¡son los más bajos en 40 años! La economía ha podido dedicarse a disminuir la desigualdad, a universalizar la cobertura de salud y de educación, a modernizar la infraestructura vial, de acueductos, de saneamiento y de protección al medio ambiente. Este año Colombia recibirá cinco millones de turistas extranjeros: la mejor prueba de que la guerra terminó. En este comienzo del siglo XXI se hizo bien la guerra y se hizo bien la paz.

Quiero hacer un homenaje trayendo a colación la frase final de El Tábano de doña Berta, elegido Virgilio Barco: “Tengamos fe y esperanza en el nuevo presidente de Colombia, que ya sabremos si lo debemos aplaudir o hacerle oposición, pero no ensillemos sin traer las bestias”.
¡Siempre tan actual!

Luis Carlos Villegas es abogado, economista, exministro de Defensa, embajador y expresidente de la Andi

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