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En su aniversario 65, LR hizo un foro en el que se presentaron los retos de las economía a futuro
Hablar de la transformación que ha tenido Colombia en los últimos 65 años es hablar del sector minero-energético. El desarrollo de la infraestructura vial, la llegada de la televisión, y la implementación de los sistemas masivos de transporte - por mencionar solo algunos hitos - han ocurrido gracias a la minería, la electricidad y los hidrocarburos. Ninguno de nosotros podría cargar su teléfono celular, usar el computador, conservar los alimentos, transportarse en vehículos particulares o públicos, o viajar en avión, si no existiera la producción de hidrocarburos y minerales, y la generación de energía eléctrica.
El sector minero-energético ha impulsado otros sectores fundamentales para el desarrollo social y económico, ha transformado nuestra vida cotidiana y ha generado empleo, inversión, ingresos fiscales y oportunidades para el país y las regiones. En estos 65 años, las páginas del diario La República han registrado con profundidad, análisis y rigor periodístico, la evolución del sector minero-energético. Tanto la minería como el sector hidrocarburos y el sector eléctrico han tenido avances tecnológicos y de fortalecimiento institucional que, sumados a las competencias y el compromiso del talento humano, han sido determinantes en las últimas décadas.
El aporte de este sector empieza en el conocimiento científico del subsuelo y la geología colombiana gracias a la labor del Servicio Geológico Colombiano, la cual ha sido indispensable para conocer el potencial de hidrocarburos y de recursos minerales. Este conocimiento ha sido la base para la estructuración de proyectos de carbón, oro, níquel, esmeraldas, entre otras fuentes de riqueza para todos los colombianos. Adicionalmente, en los temas de movimiento de masas y actividad volcánica se ha avanzado de manera significativa en el monitoreo y estudio de estos eventos. En la transformación energética, el SGC estudiará el potencial en geotermia que tiene nuestro país, como una nueva fuente de energía renovable no convencional.
En minería es oportuno recordar la precaridad técnica y la ausencia de condiciones de seguridad que identificó, en 1953, el primer censo consolidado de esta industria en Colombia. El país pasó de una vigilancia y acompañamiento casi inexistentes a contar con programas de formalización y una regulación técnica y ambiental robusta. La creación de la Agencia Nacional de Minería puso la experiencia y capacidad institucional al servicio de una adecuada ejecución minera y fiscalización de títulos. El proceso de transformación digital liderado por la ANM, que incluye la digitalización del 100% de los expedientes mineros y la incorporación de imágenes satelitales para fortalecer los procesos de fiscalización, es apenas una muestra de los avances que nos pondrán a la vanguardia en el continente.
Por su parte, en el sector de hidrocarburos se establecieron cambios significativos para lograr una mayor eficacia de las instituciones. En el año 2003, se reestructuró el sector y se separaron los diferentes roles. A partir de ese momento, la política pública está a cargo del Ministerio de Minas y Energía; la administración del recurso de hidrocarburos y la asignación de áreas a cargo de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, y la exploración y producción a cargo de Ecopetrol, en competencia con otras empresas nacionales y extranjeras.
Desde el punto de vista empresarial, los hitos alcanzados por Ecopetrol desde que fue listada en la Bolsa de Valores de Colombia y en la Bolsa de Valores de Nueva York son significativos. Durante la primera etapa logró hacer el tránsito de una empresa estatal a una empresa mixta, implementando cambios importantes en su gobierno corporativo y en sus políticas de asociación e inversión. Así, su producción creció de 300.000 a un millón de barriles diarios. En el último quinquenio, Ecopetrol logró ser el operador directo de más de 500.000 barriles y salir fortalecida de la crisis de precios, observada en el periodo 2014-2017, donde varios analistas la clasificaron entre las empresas que mayores avances tuvieron en eficiencia, al pasar su precio de equilibrio de utilidades de 65 USD a 30-35 USD por barril. Hoy, Ecopetrol es una de las 10 empresas más importantes de Latinoamérica y será preponderarte seguir avanzando en su gobierno corporativo y en la preparación de su estrategia para los desafíos de la transición energética.
En sus primeros 100 años, la industria petrolera colombiana se ha caracterizado por una continua evolución. Esta industria genera disrupciones tecnológicas, de manera continua, que han permitido, entre otros, pasar de perforar a 1.000 metros de profundidad en los pozos iniciales de La Cira-Infantas, el campo más antiguo del país, al pozo Gorgon costa afuera con una profundidad de más de 4.500 metros y con un espejo de agua de 2.316 metro, así como avances permanentes en seguridad ambiental y laboral.
Por su parte, en el sector eléctrico, el racionamiento de energía que se presentó entre 1991 y 1992, el más grande de la historia reciente del país, motivó cambios que han contribuido a la conformación de un sector cada vez más sólido. La Ley 142 de Servicios Públicos y la Ley Eléctrica 143, en 1994, representaron un viraje en la política eléctrica que incluyó la reestructuración y modernización del sector. Se estableció un modelo de libre competencia y una alineación que ha permitido una participación dinámica del sector privado para la prestación del servicio en toda la cadena. Por su parte, el Estado debe concentrarse, principalmente, en su rol como direccionador de la política pública, regulador y de vigilancia y control.
Actualmente, se cuenta con una institucionalidad fuerte, de la cual forman parte entidades como la Comisión de Regulación de Energía y Gas, CREG, y la Unidad de Planeación Minero Energética, UPME. Este escenario ha atraído mayores inversiones y ha consolidado un sector competitivo. Como resultado del liderazgo público y privado del sector, empresas como Ecopetrol, Grupo de Energía de Bogotá, ISA y Celsia, entre otras, están entre las compañías con mayor capitalización bursátil de la Bolsa de Valores de Colombia. Adicionalmente, entre las 25 empresas más rentables del país, figuran por lo menos siete del sector eléctrico, muchas no solo han logrado ser exitosas en Colombia, si no que han expandido sus operaciones a otras geografías americanas.
Como hemos visto, el fortalecimiento institucional y el uso de nuevas tecnologías, entre otros factores, han impulsado el sector minero-energético y con él, las oportunidades de desarrollo para Colombia. Actualmente, el sector genera más de 445.000 empleos directos y 1,5 millones de empleos indirectos. Representa el 8% del PIB nacional, alrededor de $64 billones, que equivalen al presupuesto de la educación del país por año y medio. Las exportaciones corresponden al 60% del total nacional y es el mayor receptor de Inversión Extranjera Directa, con una participación que supera el 30%.
Además, los aportes en regalías que realizan las compañías petroleras y mineras han contribuido con el 17% de la reducción de la pobreza en Colombia, según el Departamento Nacional de Planeación. Solo en los últimos seis años, se han financiado 13.400 proyectos, principalmente, orientados a la educación y el transporte. El presupuesto bienal 2019-2020 contempla recursos por $24,2 billones, el monto más alto desde la creación del Sistema General de Regalías, en el año 2012. Las regiones contarán en total con $30 billones, si se tienen en cuenta los $6 billones de vigencias anteriores que aún no han sido ejecutados. El desafío es que estos cuantiosos recursos se traduzcan, de manera transparente y oportuna, en obras y beneficios tangibles para las regiones.
La reactivación del sector que mueve a Colombia
Sin los ingresos minero-energéticos, Colombia probablemente sería un país de ingreso medio-bajo y dejaría de ser uno de ingreso medio-alto, donde se ubica actualmente, junto con Brasil, México y Costa Rica, entre otros, según datos del Banco Mundial. Para conservar esta fuente de recursos es necesario seguir dinamizando e impulsando un sector que ha demostrado ser capaz de superar los desafíos tecnológicos, económicos, políticos y sociales.
En materia de hidrocarburos, nuestra principal apuesta es dinamizar la industria para lograr mantener nuestra autosuficiencia energética, que hoy se ve amenazada con unas reservas petrolíferas y gasíferas de tan solo 5,7 años y 11,7 años, respectivamente. Las proyecciones muestran que si no encontramos nuevas fuentes en 2021-2023 podríamos necesitar gas importado para suplir la demanda de gas domiciliario en algunas zonas del país. En aras de encontrar nuevas fuentes de reservas estamos trabajando en cuatro frentes: reactivar la actividad exploratoria en las áreas continentales, incentivar un aumento en el factor de recobro de los campos existentes, promover las condiciones contractuales para dar inicio a la siguiente fase de exploración en los proyectos costa afuera y continuar las alternativas en yacimientos no convencionales.
Entre tanto, en la minería es fundamental que el país aproveche las oportunidades de diversificación frente a las tendencias mundiales. Colombia tiene una alta concentración en producción de carbón, que durante mucho tiempo fue una de las fuentes de energía por excelencia. Las nuevas tecnologías y el calentamiento global están desafiando esa condición. Como parte de estas discusiones, la electrificación de la movilidad y las nuevas fuentes de generación de energía requerirán de importantes minerales como el cobre, el níquel y el litio. Colombia cuenta con importantes recursos en algunos de estos minerales. El cobre, por ejemplo, es el conductor de la energía por excelencia. Una turbina de viento de 3 megavatios instalada requiere, aproximadamente, 4,7 toneladas de cobre. Esta es solo una muestra de las oportunidades para desarrollar una minería responsable, al tiempo que se diversifica nuestra matriz minera para seguir generando empleo, inversiones e ingresos para Colombia.
El mundo cambia a tal velocidad, que lo que nos ha hecho exitosos hasta ahora no asegura que seremos exitosos en el futuro. Debemos asegurar una transición energética que tenga en cuenta el panorama mundial y el objetivo de maximizar nuestros recursos. Los combustibles líquidos seguirán siendo necesarios para atender la demanda de movilidad mundial durante un tiempo considerable, dado que los vehículos eléctricos aun tienen desafíos de eficiencia y se necesitan avances tecnológicos significativos para que los aviones tengan fuentes energéticas sustitutas, el gas será uno de los combustibles más importantes durante esta transición y la diversificación de la minería también será clave. Simultáneamente, el mercado de energía debe prepararse con nuevas fuentes alternativas y la digitalización e innovación del mercado.
Por eso, la visión del Gobierno Nacional es preparar a Colombia para la transición en la cuarta revolución industrial, modernizando el sector eléctrico con tecnologías de punta que aporten a la eficiencia energética y a la protección del medio ambiente. Herramientas como blockchain, big data y automatización, medidores inteligentes, baterías, participación activa de la demanda, movilidad eléctrica, entre otras, serán fundamentales. Además, avanzaremos hacia la universalización de la cobertura en el servicio de energía eléctrica, llevando energía a 100.000 familias que aún no tienen acceso a este servicio, en el actual cuatrienio.
Tenemos el firme propósito de diversificar, complementar e impulsar la competitividad de nuestra matriz energética. En la actualidad, cerca del 70% de la energía que se produce en el país proviene de fuentes hídricas. Esto hace que nuestra matriz sea considerada como la sexta más limpia del mundo, según el Consejo Económico Mundial. Sin embargo, también nos lleva a ser uno de los países más vulnerables a la variabilidad climática.
En términos de generación, nuestra meta es pasar de 50 megavatios de capacidad instalada a por lo menos 1.500 megavatios en fuentes no convencionales de energías renovables, lo cual representa inversiones estimadas entre US$1.300 y US$1.800 millones y una reducción aproximada de tres millones de toneladas de CO2, equivalente a la siembra de 6 millones de árboles. Impulsaremos todo el potencial de fuentes renovables alternativas. En la región Caribe tenemos una oportunidad única: la velocidad del viento de La Guajira es el doble que la del promedio mundial, y contamos, además, con una de las luminosidades más altas. El potencial de recursos eólicos y solares en esta región del país puede ser mayor que el potencial hídrico a nivel nacional.
Hablar de la transformación que ha tenido Colombia en los últimos 65 años es hablar del sector minero-energético. Y hablar de la transformación que tendrá el país en los próximos años es hablar de la transición energética. Es asegurar que podremos contar con un sector eficiente, confiable y sostenible que seguirá aportando desarrollo y oportunidades para Colombia.
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