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Estos son los hechos y personajes que son noticia en Barranquilla y su área metropolitana
Uno de los pecados de las ciudades del Atlántico es no pensar en grande, no apostarle a la “nación Caribe” que integre los mercados de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena
El gran pecado de la región Caribe es no pensar en grande, más allá de creerse el cuento cultural de actuar como una gran provincia, autonomía o federación, es realmente articular un solo mercado competitivo que se convierta en el segundo de Colombia, que pase de aportar poco menos de 10% en el consolidado del PIB nacional, a dar el salto hasta 15%; es decir, aportarle al país $15 de cada $100 que se produzcan; pasar al Departamento de Antioquia que ha crecido de manera sostenida hasta esa cifra, dejar botado al Valle y Cauca que sumados alcanzan 11,6%.
Pero para que esas cuentas se den, el Atlántico debe dar más del actual 4,4%; Bolívar dejar atrás ese 3,5% y Magdalena superar 1,4% tradicional. En pocas palabras, demostrar el progreso con cifras, que en las próximas décadas hable por sí solas y se pueda articular una verdadera región que no solo brille en Colombia, sino que se muestre al mundo como la mejor esquina de América Latina. ¿Por qué no pensar en la Región Caribe como una economía del tamaño de países como Costa Rica, Panamá o El Salvador? Si los tres departamentos siguen pensando como simples y pobres entes territoriales, nunca podrán competir en un mundo globalizado, y las economías centralistas del interior del país seguirán superando en protagonismo su obtusa competencia regional.
Para dar ese gran salto cualitativo y cuantitativo se debe hacer un listado largo de grandes obras de infraestructura que liberen de ataduras a la región para que pueda competir en el mundo, para ello, se debe hacer un trabajo académico grande y convincente que termine con una prospectiva y una agenda de temas a sacar adelante por un necesario nuevo liderazgo.
El rector de la U. del Norte, Adolfo Meisel, es un estudioso de la idiosincracia costeña y de su participación en la política nacional en la historia; lleva registros de presidentes, ministros e influyentes de la región y su papel en el Gobierno Central; eso es un buen punto de partida para mirar las dimensiones en el hacer y en el ser para lograr una catapulta que lance el Caribe 5.0, que no es más que liderazgo y ponerse acuerdo. Suena a sueños inalcanzables, pero en lugar de contar con dos o tres aeropuertos obsoletos e ineficientes, hay que concentrar los esfuerzos en uno solo de talla mundial que compita con Panamá como epicentro distribuidor de aeronaves, es decir, que ese sueño aeroportuario sea el hub que se necesita.
Este Gobierno Nacional ha hablado de un tren de alta velocidad que conecte a las tres capitales, tal como funciona o sucede en los países menos desarrollados de Europa, que han logrado vencer la corrupción y la burocracia y contar con modernos medios de transporte enfocados en el turismo. Barranquilla, Santa Marta y Cartagena unidas en una misma idea de mercado no solo será la segunda región en importancia económica en Colombia, sino en el Caribe ampliado y Centroamérica. Claro está que Barranquilla ha picado en punta en mucho de estos sueños, no solo por su clase empresarial, sino por sus últimas administraciones municipales y departamentales que han estado comprometidas en este anhelo. Quizá lo que hay que hacer (no es tarea imposible) es poder transmitir sus modelos de gestión a sus vecinos y que entre los tres puedan soñar con una región mucho más próspera y con menos precariedades a 2030.
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