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El Plan Nacional de Desarrollo tendrá un componente de necesidades regionales, de allí, que el Departamento de Antioquia haga valer su gran aporte al Producto Interno Bruto
La administración nacional ha puesto a andar un concepto confuso, pero con sentido histórico y económico, con el objetivo de diseñar el Plan Nacional de Desarrollo del próximo cuatrienio. Le ha puesto el nombre de “Diálogos Regionales Vinculantes”, tres palabras que en el argot empresarial no son una cosa distinta a que todo se confeccionará a la medida de las regiones, es decir, de los departamentos.
El PIB de Colombia alcanza, según su más reciente proyección US$315.000 millones de los cuales Bogotá pone un poco más de 25%; Antioquia hace lo propio, con casi 15%; y Cali puede alcanzar 10%, lo que quiere decir que es un país de regiones con una gran centralización, que es parte del problema de las regiones, su alta dependencia de lo que digan en Bogotá. Es más, Colombia deriva su financiación de la exportación de bienes primarios energético, primordialmente, y ni Bogotá, Medellín y Cali son grandes productores de carbón, petróleo o gas, lo que quiere decir que las grandes economías regionales se concentran en los servicios y que es un filón no atendido ni desarrollado por los gobernantes.
Dicho de otra manera, los medellinenses ponen $15 de cada $100 que compone el PIB Nacional; por tanto, hay que exigir en la medida de lo posible la participación en esos llamados diálogos regionales vinculantes, de tal manera que las grandes obras que se necesitan para crecer en esa participación se den en pocos años. Es indiscutible que el futuro económico del país es fortalecer el papel de las regiones, que cada día más el aporte de departamentos no petrolizados crezca en la canasta nacional. Para lograrlo, Antioquia debe protagonizar el desarrollo de la infraestructura como puntal de la competitividad nacional; no solo hablar de puertos, aeropuertos, distritos de riego, autopistas y túneles, sino infraestructura humana; es imperativo que se mejore en el protagonismo regional de las universidades y los colegios. Para que Antioquia crezca su economía el factor humano es más importante que las mismas vías.
Solo la Universidad de Antioquia figura siempre en casi todos los listados y ranking de calidad académica regional e internacional. No hay ningún colegio entre los mejores del país y eso es elocuente en la manera de entender el papel de la educación secundaria; hay que aportarle a tener instituciones de secundaria de talla mundial y más universidades de gran categoría para que esa economía de servicios, verdaderamente innovadora y enfocada al desarrollo sea una realidad. La Colombia de más allá de 2030 no será la misma de ahora, el centralismo empieza a mostrar fisuras que se pueden ahondar con regiones más fuertes, competitivas y responsables en sus finanzas públicas y en la atracción de inversionistas extranjeros debe estar en el derrotero de las necesidades apremiantes.
Hoy, Antioquia es una de las regiones líderes en las exportaciones per cápita y en el mismo aporte al PIB, pero se necesita desarrollar destrezas afines el contexto universal de nuestros días. El papel político del Departamento es fundamental, no solo como jugadores nacionales, sino en transformaciones locales enfocados en la glocalización, ese actuar global desde la localidad, y para lograrlo debe atraer más y nuevas inversiones financieras y empresariales que entiendan cómo funciona el mundo. Nadie como Antioquia para entender el liderazgo y comprender que los cambios se hacen desde adentro para afuera.
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