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Lujos, viajes excéntricos en jet privado y compras de propiedades extravagantes marcaban su agenda.
Adquirir un imponente avión Gulfstream G650, avaluado en más de US$64,5 millones; comprar lujosas propiedades en Tokio, París, Beirut, Río de Janeiro y Ámsterdam, o realizar más de 80 viajes de placer en menos de un año desde 35 aeropuertos diferentes en el mundo, hacían parte de la lista de los extravagantes lujos que Carlos Ghosn, creador de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, disfrutaba en su día a día.
Estos bienes y placeres para la mayoría de personas, no serían objeto de problema para un directivo de la clase de Ghosn, conocido por estas y otras excentricidades de ‘rockstar’ en la industria automotriz, de no ser por el fraude y maquillaje de balances de las compañías que dirigía. Irregularidades en relación con sus ingresos personales y declaraciones de renta desde 2011, con omisiones cercanas a US$80 millones. Acciones contra la ley que lo han llevado a prisión en Tokio en los últimos días.
Las extravagancias del directivo de origen brasileño lo llevaron al punto de ser acusado de malgastar dinero corporativo para su uso personal y camuflarlo en gastos de representación e inversiones de riesgo como Zi-A Capital BV. Una compañía bajo la cual se descubrió la compra de propiedades en Líbano, amparadas bajo el registro de inversiones fantasmas.
Estas irregularidades ocasionaron que Ghosn fuese capturado por las autoridades fiscales japonesas y fuera el protagonista de uno de los escándalos corporativos globales de mayor repercusión en 2018.
De poco le sirvió al más famoso y excéntrico líder del sector automotriz llevar a Renault, Nissan y Mitsubishi a ser el primer grupo automovilístico del mundo, con ventas superiores a 10,6 millones de vehículos en el último año en más de 200 países, cifras con las que superó, por primera vez, al influyente grupo alemán Volkswagen. Fue así que uno de cada nueve autos vendidos en el planeta fueron comerciados por esta alianza.
En su defensa, tampoco sirvió ser el principal héroe del rescate de Renault, y especialmente de Nissan, que caía a una inevitable debacle financiera en 1999 la cual la puso al borde del abismo, razón que lo llevó a buscar una estratégica alianza con los franceses y, posteriormente, con Mitsubishi.
Después de ver cerca su quiebra, pues el fabricante japonés poseía más de US$20.000 millones en deudas, Nissan alcanzó a registrar bajo el liderazgo del ‘rockstar’, ventas cercanas a US$115.000 millones por año.
Para materializar este rescate, Ghosn empleó una efectiva reestructuración de costos internos que defendía constantemente para amparar los resultados de la compañía. Quizás por ello fue apodado ‘Cost Killer’ y ‘Mr. Fix It’ entre la élite empresarial de Asia y Europa.
Sus aires de vedette lo llevaron a ser uno de los protagonistas del documental Revenge of the Electric Car en 2011 en el que se mostró como una de las principales ‘mentes maestras’ del inicio de la línea de vehículos eléctricos de Nissan y del sector automotor en el mundo.
Sin embargo, todo indica que esos principios de austeridad no se aplicaban en su vida personal. Una de las excentricidades que más sorprendió a la opinión pública fue su segundo matrimonio, que contrajo con Carole Ghosn, y se realizó en el Grand Trianon de Versalles en Francia para 120 selectos invitados e incluyó vestuarios adaptados al siglo XVIII inspirados en la película María Antonieta, de Sofia Coppola.
Su nueva esposa, amante de los vestidos de diseñadores exclusivos y el mundo de la moda, incentivó la presencia del directivo en eventos como el Festival de Cine de Cannes y los principales desfiles en pasarelas de París, Milán y Nueva York. Del mismo modo, su hambre de fama era tan relevante, que Ghosn se perdía pocas ediciones del foro económico mundial de Davos en Suiza, junto a los principales líderes políticos globales.
En medio del posible fraude se descubrió que bajo el registro de dineros de Nissan, compró para su uso personal un apartamento de 400 metros cuadrados en el exclusivo distrito 16 de París, uno de los más ricos de la ciudad, por US$4,1 millones, según los registros de propiedad. Tres años después, la compañía adquirió 112 metros más de este espacio en el mismo edificio para crear una propiedad de varios pisos de lujo, de acuerdo con las investigaciones de la fiscalía japonesa. A su vez, se hizo con una propiedad de 800 metros cuadrados frente a las playas de Copacabana en Río de Janeiro.
Este tipo de comportamientos irregulares y excéntricos de Ghosn despertaron gradualmente las sospechas de sus compañeros y de la junta directiva de Nissan, quienes no dudaron en iniciar una cuidadosa auditoría interna secreta.
En el año fiscal que terminó en marzo de 2009, Nissan le pagó a su jefe US$15 millones, más del doble de lo que los otros nueve altos ejecutivos del fabricante estaban ganando juntos, de acuerdo con una investigación realizada por The Wall Street Journal. A pesar de la recesión mundial que se vivía por entonces, Ghosn encontró la fórmula para evadir el recorte a los altos salarios que afrontaron directivos y CEO por entonces. Nueve años después, las brechas en los sueldos continuaron prácticamente iguales.
Poco a poco, el malestar fue creciendo al interior de la empresa japonesa y llevó a sus empleados a manifestar sus inconformidades. En reunión de accionistas, uno de ellos le dijo que la compañía se sentía como “una subsidiaria de Renault”.
Ese sentimiento encarna el otro lado de la historia que se ha ido revelando en este, uno de los escándalos del año. La detención y captura de Ghosn podría ser el resultado de una disputa corporativa entre Renault por un lado y Nissan y Mitsubishi por el otro. Desde Nissan, existían sospechas de que Ghosn preparaba una adquisición desde Renault hacia su socio japonés más grande.
A pesar de la magnitud que ha ganado esta noticia en 2018, todo indica que el escándalo aún está lejos de tener su último capítulo, tras la nueva solicitud de arresto del brasileño por la Fiscalía de Japón.
Hiroto Saikawa, actual CEO de Nissan, señaló que “cuesta expresarlo en palabras, pero lo que siento va más allá del remordimiento y se llama indignación”. Tras la tormenta mediática, el fabricante japonés ha iniciado una nueva era bajo la dirección de Saikawa, en la cual se esperan acciones para equilibrar la balanza en la alianza con Renault que ven desigual.
Pese a esto y al futuro aún incierto de Ghosn, en Colombia es probable que no se vean mayores cambios en el sector pues ambas marcas son fuertes, destacaron Oliverio García, presidente de Andemos y Eduardo Visbal, vicepresidente de comercio exterior de Fenalco.
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