Mundiales hay muchos; tierra, una sola

Si se obvian algunos sucesos en materia de coyuntura internacional, se puede decir, con toda certeza, que esta semana estuvo marcada por los resultados que dio a conocer el Dane sobre el PIB para el tercer trimestre. Dichos datos, que ubicaron la cifra de crecimiento económico en su variación anual en 7%; y para el año corrido, 9,4%, dan cuenta, como lo afirmaron varios de los gremios más representativos, que la economía colombiana sigue creciendo a un ritmo comparativamente importante a nivel regional.

Sin embargo, para nadie es un secreto que el complejo contexto macroeconómico: la inflación global y los vientos de recesión económica, entre otras variables, ha empezado a influir de manera directa en ese buen desempeño monetario con el que se venía últimamente -lo que muchas veces, provoca medidas de reactivación, como los famosos ‘días sin IVA’, los cuales, sin duda, fomentan la denominada ‘sociedad consumista’-

Por eso, ante dicha realidad, y ad portas de dos de los momentos más emblemáticos para la economía doméstica: la celebración del mundial de fútbol, en su edición Qatar 2022; y la temporada de descuentos Black Friday, el inicio de la temporada de compras navideña; en la que el comercio, uno de los rubros más importantes de la matriz productiva local, se ve fuertemente impulsado, es necesario hacer un llamado para que las compras que se den en este marco se desarrollen de forma consciente y responsable con el bolsillo y con el planeta. Puede que sea positivo que el engranaje económico, comercial y financiero de Colombia reciba un estímulo externo, pues, eso de traduce en miles de empleos nuevos, recaudo adicional, inversiones e ingresos para ciertas industrias; sin embargo, cuando tales impulsos no consideran la afectación colateral que se genera en el medioambiente, no hay una ganancia verdadera de fondo, ya que se está afectando de manera transversal un recurso finito que alberga la vida e incide directamente en el bienestar de cada uno de los que dependen o dependemos de este gran hogar, incluyendo a la fauna y la flora.

Tan solo para hacerse una idea, se estima que la huella que deja la realización del Black Friday en el planeta es equivalente a todo el carbono que logran almacenar 64 hectáreas de bosque tropical. Y a propósito del inicio del mundial de fútbol y de la fiebre por comprar la última camiseta del equipo favorito -ya que el combinado nacional no se clasificó-, vale la pena destacar el impacto de la industria textil, que, por cierto, es la responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global.

Esta industria, según cálculos de diferentes organizaciones internacionales, incide en un ciclo de producción que hace que a día de hoy se quemen o entierren un volumen de textiles equivalente a un camión de basura por cada segundo que pasa. Así mismo, vale destacar que una sola prenda fabricada con poliéster puede liberar hasta 1 millón de fibras micro-plásticas en una sola lavada, lo que, en términos prácticos, envenena los ecosistemas.

Por todo esto, y sin el ánimo de amargar la fiesta del fútbol ni el preámbulo de la navidad, desde Greenpeace, como defensores independientes del planeta, hacemos un llamado para vivir esta época del año con consciencia y responsabilidad. Si a lo mejor, el equipo a apoyar es Argentina, Brasil o Francia, y por alguna razón ya se tiene la camiseta de alguna de estas selecciones, no hace falta comprar la de esta temporada; el sentimiento seguirá igual y, en cambio, el planeta lo agradecerá, pues, al fin y al cabo, mundiales hay muchos; Tierra, una sola.