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Consultamos a los líderes de los principales gremios y centros de pensamiento sobre el panorama económico que ven el próximo año
Frank Pearl, presidente de la ACP, dijo que Colombia enfrenta la meta de volver a ser atractiva para nuevas inversiones dada la incertidumbre en temas de seguridad jurídica
Los líderes de los gremios, como ACP, Asociación Colombiana del Petróleo y Gas, definieron los desafíos que enfrentarán el próximo año, así como los proyectos que serán clave, entre ellos, los de costa afuera con vocación en el gas natural.
Para Frank Pearl, presidente de la ACP, también es importante la perforación de tres pozos exploratorios en el mar Caribe que está en el panorama, aunque las inversiones y su efecto se verán hasta 2025.
“Es necesario tener presente que el crecimiento económico del sector y sus aportes al país están directamente vinculados al comportamiento de los precios internacionales del petróleo, el cual se estima que podría estar alrededor de US$80, por tanto, si ese precio se conserva en esos niveles, se mantendría el PIB del sector”, dijo Pearl.
En 2023 el sector enfrentó considerables desafíos en términos de mercado, contexto político, social y de orden público; sin embargo, análisis preliminares estiman que logró cumplir con sus compromisos y aportes a la seguridad energética.
En actividad exploratoria, se espera cerrar con 1.200 km de sísmica terrestre adquirida y entre 41-45 pozos exploratorios perforados, que muestra que las empresas cumplieron los presupuestos de inversión correspondientes a sus obligaciones contractuales. Por otro lado, se evidenció que las reservas de gas son insuficientes y que el país enfrenta un reto serio para incrementarlas, por lo que estamos trabajando con el Gobierno para superarlo.
En producción, para petróleo se proyecta un cierre de 776.000 barriles diarios, y para gas natural de 1.063 millones de pies cúbicos diarios, con los cuales, a pesar de algunos eventos de fuerza mayor que los productores enfrentaron siguiendo la normativa vigente, se atendió satisfactoriamente la demanda.
Con relación al segmento de combustibles líquidos, en materia de distribución mayorista, se cumplieron las expectativas de inversión dirigidas, principalmente al mejoramiento de la infraestructura de almacenamiento y el cumplimiento del reglamento técnico, enfocadas en asegurar el abastecimiento.
En empleo, la tendencia es a mantener las oportunidades laborales generadas por el sector en los últimos años, es decir, un promedio de 95.000 empleos directos que actualmente se derivan de la cadena de valor de la industria del petróleo y gas; adicionalmente, en la cadena de distribución de combustibles, 270.000 personas trabajan directa e indirectamente en las actividades de refinación, importación, producción de biocombustibles, transporte, y distribución mayorista y minorista.
Se tiene previsto el inicio de los trámites operacionales y de licenciamiento de los proyectos costa afuera, con vocación de gas natural. Estas actividades son clave para viabilizar su desarrollo y acelerar la entrada oportuna de este energético al mercado nacional; así mismo, se estima la perforación de tres pozos exploratorios en el mar Caribe, con inversiones significativas; sin embargo, serán las etapas de desarrollo subsiguientes (entre 2025 y 2027) las que proyecten grandes montos de inversión, especialmente destinadas al desarrollo de infraestructura, conexión desde el mar hasta la costa, y delimitación de los yacimientos.
Por su parte, en la cadena de distribución de combustibles, se tiene expectativa en los avances en la reglamentación del Ministerio de Minas y Energía y de la remuneración que defina la Creg, ya que le darán mayor relevancia a los proyectos de almacenamiento estratégicos, con los que se busca dar más confiabilidad al suministro y abastecimiento frente a contingencias de diferente índole.
La transición energética y el desarrollo del sector de hidrocarburos pueden coexistir armoniosamente, representando una oportunidad para equilibrar la necesidad de energía con la búsqueda de fuentes más sostenibles y el desarrollo social y económico que necesitan las regiones; además, el gas juega un rol fundamental para la transición.
De otra parte, las empresas del sector avanzan en importantes estrategias de diversificación de fuentes de energía e iniciativas de descarbonización. Valga decir que de acuerdo con los escenarios del Plan Energético Nacional (PEN 2022-2052) de la Upme, la participación de combustibles derivados del petróleo y gas natural en el consumo final de energía del país hoy corresponde a 67%, y la expectativa es que a 2052, incluso bajo escenarios más disruptivos, siga teniendo un protagonismo en el consumo final de 40%. En ese sentido, mantener la dinámica exploratoria es fundamental para garantizar la autosuficiencia energética de los colombianos, mientras se adelanta el proceso de transición, ya que limitar la exploración y la materialización de nuevas reservas tendría repercusiones graves a corto, mediano y largo plazo para la seguridad energética de la nación.
Son varios: hacer evidente y mostrar los enormes beneficios que esta industria le ha traído a las diferentes regiones de Colombia, contribuir con la implementación de los planes de desarrollo de los gobernadores y alcaldes recién elegidos, y viabilizar las operaciones en un entorno donde hay unos retos enormes de seguridad y conflictividad social; para ello, el sector se ha venido organizando y creando una red de alianzas que nos permitan cumplir nuestra función social y transformar los territorios sin sustituir al Estado, aunque si se le pide que cumpla con su papel de generar condiciones para la inversión y el trabajo digno.
En petróleo, otro de los desafíos es mantener los niveles de producción, especialmente ante la disminución de la exploración a mediano y largo plazo; aunque uno de los grandes retos está en el avance de los proyectos costa afuera, los cuales deben avanzar en sus etapas de licenciamiento ambiental y social, que requerirán una gestión eficiente y articulada entre la industria y las instituciones.
Asimismo, en gas natural, será fundamental la reactivación de la Creg para la gestión regulatoria en materia comercial, con el fin de desbloquear cuellos de botella para grandes proyectos de desarrollo de este energético; además, la definición oportuna de una metodología de remuneración eficiente de la infraestructura de transporte de este hidrocarburo es fundamental para consolidar los recursos y reservas necesarios para la transición y autosuficiencia energética del país. Mientras en la distribución de combustibles líquidos, las principales metas se enmarcan en evitar los bloqueos y alteraciones de orden público que están poniendo en riesgo el suministro y abastecimiento del producto en las regiones.
De otra parte, en términos de competitividad, Colombia enfrenta la meta de volver a ser atractiva para nuevas inversiones dada la incertidumbre en temas de seguridad jurídica, tributaria e, incluso, por incrementos en los costos de operación, que cada vez hacen más difícil mantener las inversiones y atraer nuevas.
Se espera que la tendencia sea mantener los niveles de producción existentes. Es necesario tener presente que el crecimiento económico del sector y sus aportes al país están directamente vinculados al comportamiento de los precios internacionales del petróleo, el cual se estima que podría estar alrededor de US$80, por tanto, si ese precio se conserva en esos niveles, se mantendría el PIB del sector, aunque este crecimiento también podría ser moderado debido a la falta de grandes inversiones que impulsen la exploración y producción. En este contexto, el sector mantiene su compromiso con la seguridad energética del país y el desarrollo sostenible de las regiones, así como su contribución al mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos.
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