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El dólar tuvo la semana pasada cinco alzas históricas que están impulsando cambios en varios negocios
Existen ciertos lugares y negocios en Colombia en los que ya es perceptible un proceso de dolarización, algunos para facilitar sus actividades económicas, otros para aumentar sus ingresos
Aunque en 1819 se alcanzó la independencia de España, solo fue hasta 1837 cuando Colombia dejó el real colonial español como moneda a un lado y le dio la bienvenida al peso, a una tasa de cambio en la que $1 equivalía a 8 reales.
En 1871, se adoptó el patrón oro, ligado al franco francés; equivalencia que se cambió años después, cuando la tasa de cambio empezó a depender de la libra esterlina, en la que $5 representaban 1 libra.
Fue hasta 1931 cuando Reino Unido dejó de lado el patrón oro y Colombia decidió vincularse al dólar estadounidense, momento en el que $1,05 eran US$1. Ese mismo año se estableció el control de los cambios internacionales con el Decreto 2092, que señalaba que todas las transacciones de compra y venta de monedas extranjeras se debían realizar exclusivamente por el Banco de la República o con su intervención. El Sistema de Control de Cambios se eliminó en 1991, cuando se promulgó un nuevo estatuto, que sirvió como base para el proceso de apertura económica.
Esta es una breve historia de la relación que ha tenido por más de 90 años el peso con el dólar, mucho más cercana desde hace tres décadas. Pero existen ciertos lugares y negocios en Colombia donde la ecuación se invierte y la divisa extranjera empieza a ser preponderante en la oferta monetaria que se usa para hacer las transacciones. En otras palabras, hay ciertas zonas y actividades económicas donde ya es perceptible un proceso de dolarización. Algunos para facilitar sus operaciones, otros para aumentar sus ingresos con una moneda más fuerte frente al peso, que cada día pierde más valor.
Ciudades como Pasto y Cúcuta, por estar en la frontera con Ecuador y Venezuela, respectivamente, viven un proceso de dolarización silenciosa a la hora de hacer ciertas transacciones, principalmente por visitantes de los países vecinos, que usan la divisa. En el caso ecuatoriano, porque es una economía oficialmente dolarizada; en el venezolano, porque muchos usan la moneda en reemplazo del bolívar.
Cartagena y Bogotá también viven una dolarización silenciosa, la primera gracias al turismo, dado que muchos extranjeros pagan en dólares; la segunda, en parte por la recepción de visitantes externos, además de la movilización de recursos por negocios.
La dolarización silenciosa también se evidencia en la prestación de algunos servicios. Hoteles y negocios asociados, además de plataformas de alquiler como Airbnb, permiten pagos en dólares, sin contar lo que mueven actividades ilegales como el narcotráfico y la prostitución.
El tercer gran pilar del uso del dólar como moneda en territorio nacional tiene que ver con el negocio de las remesas, que movieron una cifra récord de US$8.597 millones durante el año pasado, con Valle del Cauca y Antioquia como los departamentos donde más entraron estos flujos.
El efecto Venezuela también aporta a este fenómeno a través del intercambio monetario de los 2,2 millones de venezolanos que ya viven en Colombia con sus familias, la dolarización que también vive la economía del país vecino y el comercio fronterizo.
Los negocios de importadores y exportadores completan los cinco pilares, pues realizan sus operaciones de compra y venta de bienes y servicios en dólares.
Luego de una semana en la cual la moneda estadounidense tocó máximos históricos consecutivos durante los días hábiles de cotización, vale la pena preguntarse si ese proceso de dolarización silenciosa se va a fortalecer. Por eso, La República le trae este especial, con los casos en los que el dólar supera al peso como moneda de uso común.
Según expertos, el uso de la moneda estadounidense en el país vecino, cambia las dinámicas comerciales, sobre todo en la frontera
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