"Es necesario tener las reglas de juego claras y que estas puedan durar en el tiempo"

Uno de los ejes del proyecto de reforma tributaria que presentó el gobierno es el cambio a las exenciones. Camilo Zarama, socio en Garrigues, dijo que su modificación debe evaluarse a la luz de los programas de fomento industrial y que, en todo caso, los cambios en las reglas de juego tan frecuentes atentan contra la seguridad jurídica.

¿Cómo ve las modificaciones de las exenciones tributarias?

Se va en la dirección correcta al limpiar el sistema de exenciones, porque muchas veces por esa vía se beneficiaban algunos sectores y cuando esa es la única política de Estado, bajar los impuestos, es un mal camino, nunca la punta de lanza de una política de fomento debe ser el tema tributario. Puede ser un tema que acompañe una política integral, ahí la parte tributaria juega un buen rol, en las demás no, entonces tenemos un reguero de exenciones que no se han valorado desde esa perspectiva. Dicho eso, hay que ver cada caso uno a uno, para ver si se justifica eliminar o modificar. Limpiar el sistema tributario es correcto, pero es importante hacerlo con entendimiento de sus consecuencias.

¿Esos cambios, como están planteados, podrían afectar de manera colateral a sectores que no estaban contemplados como “objetivo” en la reforma?

Se están quitando, por ejemplo, las exenciones sobre la industria editorial y la protección que había con la ley del libro. Quitarle una renta exenta a esa industria seguramente conllevará a una afectación en el precio de los libros, que ya son caros, y si a los industriales les dicen que venían pagando 9% de impuesto y pasarán a 35%, o se reduce la rentabilidad en 26 puntos, o tratan de subir tanto como se pueda el valor del libro, para compensar.

¿Tenía sentido el cambio para la industria cinematográfica, que el gobierno ya dijo que va a corregir?

Si hay algo que ha dado resultados de la política de economía naranja del gobierno anterior ha sido, evidentemente, la producción cinematográfica que ha tenido un auge, que no solo se deriva del incentivo tributario, pero era un fuerte apoyo.

¿Y qué pasa con las industrias extractivas?

Uno no puede volver el enemigo a la industria que produce y le da movimiento a la economía. Se vienen varios temas complicados para ellos, por ejemplo, quitar la deducibilidad de las regalías les reduce la determinación de la capacidad económica porque terminan pagando más impuestos de manera velada. Ahí yo no estoy seguro de que el problema sea la tarifa, sino de reglas claras y durabilidad en el tiempo, porque lo que no es sostenible es cambiar las reglas cada tiempo, especialmente con este tipo de industrias, más teniendo en cuenta la política energética que se ha anunciado.

¿Hay seguridad jurídica con una reforma cada dos años?

No, no puede haberlo y tenemos un récord vergonzoso en eso. Ahora, al final del día pasamos una reforma cada dos años y siempre es una que busca recaudo, y esta no es la excepción. Seguiremos esperando una que apunte a reformar verdaderamente nuestro sistema tributario.

Consideraciones sobre el proyecto de reforma tributaria

Debe considerarse que la reforma presentada es una necesaria en el marco del restablecimiento del equilibrio fiscal en un corto plazo, y que los impuestos sobre las sociedades tenían muy poco espacio de movimiento, como fruto de la ultima reforma tributaria, por lo que claramente su objetivo central serían las personas naturales de mayores ingresos y patrimonio.

Existen medidas que pueden tener impactos indeseados, al menos en el discurso del propio gobierno, como lo son los impuestos las bebidas azucaradas, que si bien tienen finalidades extrafiscales, en un país donde la gaseosa hace parte de la canasta familiar, y con un problema de potabilidad en el agua, suenan a que las más afectadas, justamente, pueden ser las persona de menos recursos.

En la derogación de exenciones, si bien se ha planteado el respeto a derechos adquiridos, hay algunas que tendrían efecto inmediato, como lo sería el tratamiento de las editoriales, pasando de tributar de 9% a 35%. Para cualquier industria, cambiar su tributación con estas proporciones sin duda afecta el desarrollo de sus productos, y en caso como este, nuevamente se verán más afectadas las personas de menos recursos.

El camino del impuesto del patrimonio, haciéndolo permanente, es un camino que genera muchas distorsiones, ya que no falta razón a los que afirman que es un impuesto al ahorro que ya ha tributado. En otros países frente a la convivencia permanente entre el impuesto a la renta y el impuesto al patrimonio, se planteaba la existencia de un límite conjunto, justamente para que este no fuera tan gravoso.

Columna por: Camilo Zarama