El gas natural: motor de progreso para Caldas, Risaralda y Quindío

Gerente de Efigas

En la conversación sobre la transición energética, el gas natural ocupa un lugar destacado. A menudo se subestima su impacto, pero este recurso no solo ha transformado vidas, sino que también ha fortalecido economías regionales y nacionales. En Colombia, el gas natural aporta 1% del PIB, genera más de $1,3 billones anuales en regalías y moviliza inversiones por más de US$22,7 millones en los territorios donde opera. Estos números reflejan una industria que no solo es vital para la estabilidad económica, sino también para el bienestar social de millones de ciudadanos.

Históricamente el gas natural ha sido el combustible que ha acompañado el crecimiento económico empresarial y la mejoría de la calidad de vida de muchas personas. Hoy, es sinónimo de eficiencia, por la continuidad del servicio, seguridad y economía, al ser de bajo costo. Su implementación ha generado impactos tangibles en comunidades rurales, como en la vereda El Alto del Naranjo, en Chinchiná, Caldas, donde 300 habitantes celebraron la llegada del servicio. Más allá de los hogares, la conexión al gas permitió que el colegio Manuela Beltrán amplió los cupos del Plan de Alimentación Escolar (PAE), beneficiando a 70 niños más con almuerzos y medias mañanas. Este es solo un ejemplo de cómo el gas natural se convierte en un catalizador de desarrollo social y educativo.

En Efigas, principal distribuidor y comercializador de gas en el Eje cafetero, entendemos que nuestra responsabilidad va más allá del suministro energético. En 2024 hemos conectado a 22.897 nuevos clientes, alcanzando un total de 713.373 usuarios en 75 poblaciones de Caldas, Risaralda y Quindío. También, a través de siete estrategias de gestión social, llegamos a 2.621 personas en comunidades priorizadas y beneficiamos a 38.000 más con programas de proyección social, un trabajo realizado con compromiso genuino, no condicionado a negociaciones para operar.

Además, el gas natural es la fuente de energía más limpia entre los combustibles fósiles, emitiendo menos contaminantes que el carbón o la gasolina. Sin lugar a dudas, lo convierten en la mejor opción para los hogares y sectores productivos.

Hace unos años tener gas natural en el centro del país era impensable. Hoy Efigas es una empresa fortalecida que en 2024, genera 464 empleos directos y 800 indirectos en el Eje Cafetero, contribuyendo a disminuir cifras de desempleo e informalidad y dinamizando economías, además de brindar estabilidad laboral en tiempos de incertidumbre.

No podemos olvidar que, históricamente, este energético ha sido crucial para garantizar la confiabilidad del sistema energético colombiano. Las bajas lluvias de 1992 nos enseñaron los riesgos de depender únicamente de fuentes hidráulicas. En ese contexto, el gas natural emergió como una solución estratégica, marcando un antes y un después en las políticas públicas energéticas del país.

Reconocemos la urgencia de avanzar hacia energías más limpias, pero esta transición debe ser consciente y responsable. Una transición apresurada y sin planeación afectaría gravemente la vida de nuestros ciudadanos, especialmente en regiones como el Eje Cafetero, donde más de 40.000 familias todavía enfrentan pobreza energética. Es fundamental encontrar un equilibrio entre la justicia ambiental, económica y social, articulando esfuerzos entre el sector y el gobierno para garantizar que las energías del futuro sean accesibles, competitivas y sostenibles.

Este progreso no debe detenerse, pero tampoco debemos ignorar que, por ahora, el gas natural sigue siendo una herramienta esencial para cerrar brechas sociales y económicas.

Mientras construimos un futuro más sostenible, no podemos perder de vista que este energético es la columna vertebral de miles de hogares y empresas. En Efigas, seguimos comprometidos con una transición energética que sea justa y equilibrada, manteniendo nuestro lugar como líderes en percepción ciudadana, con calificaciones de hasta 95% en programas como Manizales, Cómo Vamos.

La energía, como el gas natural, no debe ser satanizada, sino valorada por los beneficios que ofrece en el presente y el puente que puede construir hacia un futuro más limpio y equitativo.