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Este esquema señala, en primer lugar, que se limitaría el crecimiento de la burocracia y se mantendría la capacidad adquisitiva de los trabajadores públicos
Uno de los puntos clave que abarcará la nueva reforma tributaria, sin duda, es el plan de austeridad y gasto público. Tal esfuerzo representaría un ahorro de $1,9 billones anuales.
Este esquema señala, en primer lugar, que se limitaría el crecimiento de la burocracia y se mantendría la capacidad adquisitiva de los trabajadores públicos. Además, se restringirían los cambios en las plantas de personal y se congelarían las vacantes.
Otro de los ítems apunta a limitar los gastos en bienes y servicios; ahorrar al menos 50% en gastos de viáticos, papelería, publicidad, vehículos y combustibles en un periodo de 10 años. Igualmente, no se renovaría la telefonía celular, ni los planes de internet, y a lo anterior se suman mayores controles en los costos de arriendos, en los contratos de prestación de servicios y que se racionalizarán los esquemas de seguridad.
Ahora bien, aunque el plan conlleva un ahorro importante, algunos expertos consultados destacaron que esto no sería suficiente y que se necesita más compromiso del Gobierno.
De acuerdo con Guillermo Sinisterra, docente de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana, las medidas siguen siendo pocas y no se estaría eliminando la burocracia “inútil”, como algunas consejerías o esquemas de asesores sobrepagados en los entes nacionales.
“Tampoco se dijo nada sobre la compra de nuevo material militar. Está bien la limitación de viajes y papelería, pero sigue siendo muy poco para un verdadero esfuerzo fiscal, cosas como la virtualidad de las entidades que permita tener menos costos operativos y unir físicamente algunas de ellas. El análisis de cuáles cargos del Estado son verdaderamente fundamentales no se están haciendo”, señaló el experto.
Por otro lado, Luis Carlos Reyes, director del Observatorio Fiscal de la misma institución, dijo que estas medidas de ahorro en el gasto público no sobran. Sin embargo, destacó, no se trata de reducir gastos, sino de usar de manera eficiente lo que ya se está gastando y de traer nuevos recursos para cumplir con las metas propuestas.
“Estas medidas de austeridad, aunque son pocas, menos de $2 billones frente a más de $313 billones del presupuesto general, no sobran. Cada peso cuenta”, concluyó Reyes.
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