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Trabajadores del campo recurren a mover la economía mediante transacciones en efectivo o por medio de los llamados “gota a gota”
La educación bancaria en el campo colombiano es una necesidad tan grande como el abono o las semillas para la producción y el bienestar de nuestros campesinos. Y de la economía en general.
Y es que tener esa competencia debería ser una de las actividades más importantes para el sector bancario, sobre todo luego de que la pandemia obligó a que muchas empresas y actividades económicas hicieran un paso obligatorio de la presencialidad a la virtualidad. Hoy, con un periodo de pospandemia y una nueva “normalización” de la vida cotidiana, lo ganado en ese punto puede servir para afianzar la educación bancaria y la bancarización del campo colombiano.
Con un agravante, al no tener servicios financieros tradicionales, los campesinos recurren a mover la economía y buscar auxilios financieros mediante las transacciones en efectivo o por medio de agiotistas que abusan del servicio, colocando a veces en peligro sus vidas, como los llamados “gota a gota”.
Entidades como el Banco Agrario, que posee 82% de usuarios rurales, tiene en su Fintech o Tecnología Financiera, posibilidad de acceso a cuentas móviles, Agromóvil, con el cual productores agropecuarios acceden a transacciones por medios de celulares, incluso sin necesidad de tener datos en sus móviles.
¿Qué es?
De acuerdo con diversas consultas, la educación financiera se puede definir como la capacidad que tienen tanto las personas como las familias para administrar de forma correcta los ingresos y egresos económicos. Por tradición las mujeres del campo han sido las que saben cómo y en qué se distribuye el dinero que entra al hogar. Hoy, es necesaria una capacidad non solo de estirar los presupuestos sino de saber bien cómo manejar esos recursos, pues el dinero en “rama”, en efectivo, son las principales formas de realizar transacciones.
El Fondo Nacional de Educación Financiera (Nefe, por sus siglas en inglés) realizó un estudio en EEUU donde los participantes recalcaron la importancia de tener educación financiera rural y cómo con la ayuda de profesores u organizaciones comunitarias para fomentar ese proceso.
“Al discutir las mejores formas de abordar la educación financiera de las comunidades rurales, frases como “alienar esfuerzos”, “abordar inconsistencias”, “aprovechar asociaciones”, “confiar en soluciones locales” y “distribuir recursos” resonaron entre los participantes. Frecuentemente mencionaron enfoques que refuerzan que el campo de la educación financiera necesita trabajar en conjunto, comenzando con enfoques centrados en la comunidad que incluyen organizaciones, instituciones y empresas basadas en la comunidad”, dice el estudio.
Dificultades
El campo colombiano presenta numerosas limitantes y una de las más grandes es que la presencia de la banca tradicional no está presente en gran parte de la ruralidad. De acuerdo con un documento de la Banca de Oportunidades, las brechas de lo rural y urbano han crecido. Por ejemplo, entre 2016 y 2021 el índice de inclusión creció 9,7%, mientras que en el campo o rural disperso llegó a 5,7% y 5,5 en lo rural propiamente dicho.
En ese momento, Freddy Castro, director de Banca de Oportunidades, destacó que la corresponsalía bancaria era una estrategia relevante para bancarizar el campo.
“Hoy en día la figura de corresponsal es una figura en la que la que la persona tiene que ir a un punto físico del banco, y el modelo de correspondencia digital móvi9l va a permitir que el banco se acerque a donde está la persona, y para eso hay que trabajar con cadenas de abastecimiento, vendedores de productos de catálogo, etc.”, dijo en ese momento Castro.
El funcionario habló de la necesidad de romper esa brecha así como se hacen vías terciarias para la conexión física, es urgente esa política de inclusión, pues hay municipios que tienen puntos de conexión bancaria pero son pocos.
Eso sin tener en cuenta la corrupción estatal que hace que el sector rural presente un atraso grave en inclusión digital, pues de nada sirve subirnos a la Revolución Digital si los recursos públicos son feriados, como ocurrió con los $70.000 millones de Centros Poblados, que nunca fueron recuperados.
Así, mientras no se vea la necesidad y exista una verdadera política por parte de los bancos y del Gobierno en llevar el sistema financiero a los campesinos y campesinas de Colombia, éstos tendrán en sus prácticas tradicionales los métodos más seguros para la economía rural. Así, el guardar la plata bajo el colchón, recurrir a los “gota a gota” o hacer transacciones en efectivo serán las únicas formas como la economía anclada en el siglo XIX se moverá en pleno siglo XXI.
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