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El bitcoin tiene potencial para democratizar el dinero.
El bitcoin rompió paradigmas sobre el dinero. Nació para mediar las transacciones y reemplazar al efectivo. Con la popularidad de las criptomonedas, es importante cuestionarse si son un avance monetario o un experimento condenado al fracaso.
El debate sobre si las criptomonedas pueden ser usadas como dinero parte de una cuestión: ¿qué es el dinero? No existe consenso sobre la respuesta. Para entender qué, es se describen sus funciones: ser unidad de cuenta, depósito de valor y medio de pago. Además, debe ser homogéneo, divisible y el activo más líquido de una economía.
El dinero funciona como un sistema contable en el cual se determina quién posee y debe qué, es un derecho de propiedad transferible, y ahí es donde bitcoin llevó este concepto al mundo digital. El paper publicado por Satoshi Nakamoto buscaba crear una versión virtual del dinero que permitiera realizar transacciones sin necesidad de recurrir a un tercero. Un primer problema es el doble gasto: cuando un archivo es enviado por internet, se crean infinitas copias, por lo que, si fuera una moneda, se podría hacer diversos pagos con un mismo archivo, lo que lo volvería inútil para hacer de dinero.
Para solucionarlo, Nakamoto creó una red que registra las transacciones en una cadena de bloques, denominada blockchain. Esta tecnología funciona como un libro contable descentralizado y distribuido, lo que hace que la información contenida en cada uno de los bloques dependa de un conjunto de nodos independientes. Si se realiza algún cambio, este debe ser aceptado por la mayoría de los nodos o será rechazado. Bitcoin permitió que la confianza sea otorgada por algoritmos y criptografía, lo que da más transparencia al proceso de crear dinero.
El mercado de criptomonedas vale US$150.000 millones, que, comparado con la bolsa de Nueva York con una capitalización de US$21 billones, le falta mucho por avanzar. En promedio se hacen 255.000 transacciones y se operan más de US$2.500 millones diarios con bitcoin. La legalidad y el aspecto tributario son cruciales para que una moneda sea aceptada como tal, y ahí es donde el dinero virtual tiene el mayor problema, puesto que sin tener una institución que lo respalde, su adopción como medio de pago no es inmediata.
Bitcoin hizo posible enviar dinero desde cualquier parte del mundo a costos inferiores a un US$0,01, pero con la mayor adopción de la criptomoneda, otro problema es el de la escalabilidad, que ha ocasionado que las comisiones se eleven. Adicionalmente, esto genera que sea una moneda ineficiente para los micropagos.
Con el aumento del precio de bitcoin, las personas buscan usarlas no como medio transaccional, sino como activo especulativo, lo que ocasiona que la idea original de ser medio de pago quede distorsionada y se convierta en un instrumento de inversión, desconociendo el riesgo que se incurre.
Filosóficamente, bitcoin es el principio de la democratización del dinero. Con él, la gente puede tener control sobre las transacciones que realiza, y aunque hay obstáculos, el protocolo parece ser el primer paso hacia una revolución monetaria.
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