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En Boyacá, una de las centrales de abastos más grandes tiene su origen en una cooperativa, con activos arriba de $60.000 millones
Al norte de Italia, en Faenza, una ciudad con no más de 60.000 personas, está la sede de Caviro, una empresa que en 2022 vendió casi US$100 millones, (poco más de $400.000 millones al cambio de ayer) y que se hizo popular por su modelo de cooperativismo en Europa.
Su historia se resume a la reunión de 87 familias, casi todas con mujeres que perdieron a sus esposos entre la primera y segunda guerra mundial, las cuales vieron en la producción de vino una oportunidad para vender localmente y exportar, una tradición que ya va para la quinta generación.
Pero lo curioso de Caviro es que llamó la atención de varios a nivel global, incluso la de vendedores de plaza en Colombia.
Cambio de escenario
Ahora el lugar no es Italia, es Boyacá, puntualmente Sogamoso. En 1999 el municipio tenía su plaza de mercado tradicional, pero luego, en 2010 y seis tutelas que terminaron negativas, más de 200 familias tuvieron que salir de allí.
Eran hogares que dependían de comprar y vender frutas, verduras, algunas carnes en la plaza, pero ahora no tenían un lugar para hacerlo más.
Las autoridades locales no los reubicaron y por el contrario el POT no daba chance de abrir otra nueva plaza. ¿Para dónde iban a ir personas que llevaban viendo en la comercialización de frutas y verduras su principal fuente de ingresos?
Aquí aparece el nombre de Alfredo Díaz Gómez, y resalta porque incluso la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, lo tiene como un caso de éxito en la ruta de la seguridad alimentaria. Esto, después de ver que no habría un lugar nuevo para seguir vendiendo, por eso le dijo a los casi 300 comerciantes de la plaza que era el momento de agruparse, tal como pasó en Italia con el caso de éxito del vino de la hoy Caviro.
“Cualquiera pensaría que está loco, pero 235 personas dijeron '¿qué toca hacer?’. Ahí llegó lo difícil, que no era reunirlos a todos, sino que había que comprar un terreno y adquirirlo ellos mismos” recordó Carlos Acero, presidente de Confecoop, en medio del congreso de cooperativas que recibió a Díaz para ampliar su historia.
Construcción del negocio
Para muchos era impensable reunir si quiera $1 millón para aportar a un megaproyecto, pero luego de varias asesorías y entender el modelo cooperativo, nació Coomproriente.
Díaz se enfocó en estudiar el modelo del cooperativismo y entender cómo aplicar a los beneficios que eso podría dar para crear una sociedad.
El resultado: ahora se trata de una central de abastos lo suficientemente grande para atender el tránsito de casi 400 vehículos de carga, pero en los que están no solo los más de 230 cooperativistas que dijeron en principio sí, y luego en 2015 abrieron en Tibasosa la central.
De hecho no fue en Sogamoso, donde empezó todo, porque no había una zona disponible para comprar en ese municipio, así que el municipio vecino recibió a los que ven en la comercialización de plaza una oportunidad de negocio. Ahora casi 300 personas pueden hoy comprar y vender los productos del campo, “pero no es como en plazas de mercado que les rentan, tienen derechos fiduciarios. Es el segundo caso en el mundo entero de propiedad cooperativa que no da escrituras pero tiene derechos fiduciarios en los aportes” agregó Acero.
El proyecto, hoy en día una central que nació con una cooperativa que terminó administrando activos por más de $60.000 millones. Además está apoyada por Confiar, que tiene el permiso de establecimiento de crédito y financia con capital de trabajo a los que trabajan en la central de Coomproriente; incluso tiene sede en la misma plaza para que las personas gestionen su préstamo.
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