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En este nuevo escenario que apenas empezamos a reconocer, Asomicrofinanzas mantiene su compromiso con facilitar el acceso a servicios financieros en las zonas más apartadas de Colombia, en aquellos lugares afectados por el conflicto armado, donde las microfinanzas tiene un potencial tan grande de contribución para esa transformación que se pretende.
Antes y después del conflicto, es preciso que se generen las herramientas que motiven a la empresa privada y a las instituciones de microfinanzas para hacer parte activa de estos procesos que generan cambios positivos y ayudan al mejoramiento de la calidad de miles de familias que, motivadas por un futuro mejor, apuestan a sus habilidades y a su formación para forjar sus propios emprendimientos.
La apuesta desde Asomicrofinanzas se fundamenta en hacer presencia en lugares estratégicos del país. Para esto, un equipo integral ha venido visitando zonas apartadas de Colombia, donde no hay presencia financiera, junto con Chemonics y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional reconociendo las necesidades existentes y la mejor manera de hacer presencia para el fortalecimiento de las finanzas personales de la población.
Hacer presencia implica abrir oficinas de atención que presten servicios financieros para que, por primera vez, las personas puedan tener acceso a productos financieros, del sistema microfinanciero. Esto, lejos de ser un deseo para el futuro, ya está sucediendo. Hoy, muchos municipios cuentan con mecanismos para hacer una mejor planeación financiera y acceder a recursos.
Hasta Ataco, Planadas y Gaitania -zonas aledañas a la vereda de Marquetalia donde nacieron las Farc- hemos llegado junto con el Banco de la República para atender de primera mano la evidente necesidad de instalar allí servicios financieros que puedan impactar las condiciones de vida de los habitantes. También en Ituango, Antioquia, ubicado en el nudo de Paramillo, zona altamente afectada por el conflicto, inauguramos en 2016 una oficina de la Cooperativa Microempresas de Colombia. Tarazá, también en Antioquia, cuenta hoy con una oficina de la ONG Interactuar; mientras que en Tumaco, Nariño, acompañamos la apertura de la oficina del Banco Agrario.
La realidad que se vive en estos territorios promueve una reflexión de las diferentes instituciones públicas y privadas e inspira a otros operadores de microfinanzas para trabajar de manera articulada en la promoción de la inclusión financiera, que genere impacto social positivo en las comunidades rurales del país, especialmente en aquellas cuya historia ha estado marcada por el conflicto armado.
Las condiciones del país y de la economía hacen preciso fortalecer el esfuerzo para que lleguen más recursos a la población de estas zonas por medio del sistema financiero. Con este propósito está en marcha, con el apoyo de la Fundación Citi, la configuración del fondo fiduciario para víctimas y victimarios del conflicto armado, cuyos recursos sean destinados a proyectos de emprendimiento microempresarial.
El apoyo de la Fundación Citi incluye, además, el diseño de un modelo formativo para potenciales asesores de crédito, especialmente jóvenes de escasos recursos, que puedan posteriormente vincularse a la fuerza laboral de las entidades de microcrédito en Colombia.
Los retos de enriquecer un ecosistema financiero apto para el posconflicto son muchos y diversos, pero contar con aliados que desde distintas perspectivas se sumen a esta causa es hacer parte de ese proyecto colectivo que hemos llamado paz.
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