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La primera, los estímulos fiscales, que son paquetes de gasto público en diferentes áreas para impulsar la economía; uno de los proyectos en los cuales se ha embarcado el gobierno es el establecimiento de la infraestructura para los juegos olímpicos de 2020. La segunda es la flexibilización monetaria que busca inyectar mayores niveles de liquidez en la economía a través de tasas negativas bajas, en este momento ya están en terreno negativo, y un plan de “Quantitative easing” que se concentra en compra de títulos ETF del mercado local. La tercera son una serie de reformas estructurales buscando incentivar la inversión privada a través de reducción de impuestos corporativos, aumentar la participación laboral de las mujeres y reducir las barreras de entrada de capitales entre otras.
Si bien Abe ha utilizado todas las herramientas a su disposición, a través de paquetes de estímulos fiscales apoyados en un fuerte gasto público, y el Banco de Japón ha apoyado esta luchando llegando incluso a establecer tasas de interés negativas, los resultados no parecen ser proporcionales al esfuerzo titánico que han emprendido el gobierno y el banco central, lo que podría señalar que la causa puede estar en otro lugar.
Uno de los factores que se ha atacado con la tercera flecha es el de la reducción de la oferta laboral, derivado del envejecimiento de la población. Además, este envejecimiento modifica la dinámica del consumo afectando también el crecimiento en su conjunto. Una posible solución que se ha explorado es, como se mencionaba anteriormente, la mayor inclusión de las mujeres en la fuerza de trabajo. Esto, si bien es una decisión razonable en términos de aprovechar un recurso que ya se encuentra dentro de la economía, requiere generar un cambio cultural que permita su aplicación, además, no modificaría drásticamente las dinámicas de consumo de los hogares lo que la convierte en una solución incompleta en el mejor de los casos.
Históricamente Japón ha sido un país bastante cerrado al mundo y sus políticas migratorias lo reflejan. Sin embargo, los beneficios que se derivan de una entrada controlada y organizada de inmigrantes son muchos, entre los más importantes, rejuvenecen la población reduciendo el promedio de edad considerablemente, ya que en general los inmigrantes son en su mayoría jóvenes que luego buscan traer a sus familias, lo que además, afectaría directamente al consumo.
Así, volviendo a la clase de principios de economía, un aumento en el número de compradores genera un aumento en la demanda y en los precios lo que finalmente llevará a la economía japonesa a salir de su letargo.
Esta podría ser una interesante “cuarta flecha” que Abe debería tener a mano para reforzar el “Abenomics”, y con eso no solo buscar mejorar los recursos existentes en la economía a través de las políticas sino también cambiar el tablero de juego al traer nuevos jugadores.
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