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En su reunión de esta semana, la discusión será sobre cómo y cuándo reducir US$120.000 millones en compras mensuales de bonos
Por segunda vez en menos de una década, la Reserva Federal se alista para iniciar un espinoso debate sobre cómo y cuándo poner fin a un generoso programa de compras de activos, que ayudó a amortiguar la crisis del coronavirus, pero que ha dejado al banco central con una montaña de bonos que podrían quedarse en su hoja de balance por años.
La discusión de apertura de los gobernadores sobre cómo y cuándo reducir los US$120.000 millones en compras mensuales de bonos del banco central de Estados Unidos parece que tendrá lugar en su reunión de esta semana y ocurrirá en un contexto dramáticamente diferente al de la última vez, cuando fueron menos asertivos respecto a la idea de poseer una porción tan sustancial del mercado de bonos.
"Creo que la discusión comenzará" en la reunión de política de la Fed del martes y miércoles, dijo Robin Brooks, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales. "Creo que comenzará con mucha, mucha cautela", agregó, y el presidente de la Fed, Jerome Powell, no tendrá prisa por concluirlo.
Esta vez parece más remoto el riesgo de otro "taper tantrum", la volatilidad y remezones en el mercado que estallaron hace ocho años cuando las autoridades de la Fed plantearon por primera vez la idea de reducir las compras de bonos después de la crisis financiera de 2007-2008.
Los funcionarios de la Fed han develado muchos marcadores de ruta para el camino hacia la reducción gradual de los estímulos y autoridades clave han señalado que la discusión está en curso en el escenario de trasfondo. Hasta ahora, los mercados se lo han tomado todo con calma.
La Fed dijo en diciembre que continuaría comprando US$80.000 millones en bonos del Tesoro y US$40.000 millones en valores respaldados por hipotecas (MBS, por su sigla en inglés) cada mes hasta que la economía hiciera un "progreso sustancial adicional" en torno a los mandatos del organismo de pleno empleo y una inflación de 2%.
Las compras de bonos ejercen una presión a la baja sobre los costos de los préstamos a más largo plazo para fomentar la inversión y la contratación.
Si bien ha habido muchos avances en el control de la pandemia de coronavirus, en gran parte debido a un programa de vacunación exitoso, los empleadores estadounidenses han agregado menos de la mitad de los 2 millones de empleos que Powell había sugerido que esperaba luego de la reunión de política de la Fed en abril.
El miedo a contraer el virus, una reorganización del mercado laboral impulsada por la pandemia y los beneficios de desempleo adicionales son algunos de los factores que impiden que los trabajadores vuelvan a sus puestos, incluso cuando las empresas intentan aumentar su personal antes del auge del verano boreal. Más de 9 millones de estadounidenses están desempleados.
Mientras tanto, la inflación se ha acelerado más de lo esperado, aunque los aumentos han sido impulsados por factores que se espera sean transitorios, como el cuello de botella en la producción global de semiconductores.
"Están pasando un montón de cosas raras en este momento", dijo Alejandra Grindal, economista internacional en jefe de Ned Davis Research. "Pasarán varios meses hasta que estos problemas se resuelvan y podamos determinar si son más que transitorios".
Diferente economía, diferente marco
En comparación con la última vez que la Fed estaba contemplando reducir sus compras de bonos, se puede decir que la economía estadounidense está en mejor forma.
La tasa de desempleo es más baja, la producción nacional general está más cerca de su tendencia anterior a la crisis y vientos de cola más fuertes -incluidos 2,8 billones de dólares de ayuda fiscal por la pandemia en los últimos seis meses -están abriendo camino para el que se espera sea el crecimiento económico más rápido en décadas en 2021.
Pero la Fed parece menos ansiosa por aflojar el acelerador de la política monetaria respecto a hace ocho años.
Una razón es que la mayoría de los banqueros centrales, que alguna vez desconfiaron de los costos de las políticas expansivas y estaban ansiosos por detener ese estímulo lo antes posible, se han acostumbrado más a la idea de que las compras de bonos son parte de su conjunto de herramientas.
Una hoja de balance extraordinaria, vista como un problema que debía solucionarse cuando las tenencias ascendieran a US$4 billones, ya no es un motivo de alarma particular, aunque ahora la cifra es del doble.
Además, desde el año pasado, la Fed ha operado bajo un nuevo marco en el que apunta a que la inflación esté un poco por encima del 2% para compensar los largos períodos en que se sitúa bajo el 2%, corrigiendo cualquier desajuste de base amplia y enfocándose en un "pleno empleo inclusivo", sin una preocupación compensatoria por sobrepasar esa meta.
"Es una Fed diferente, es un marco diferente", dijo Gregory Daco, economista jefe para Estados Unidos de Oxford Economics.
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