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Las acciones tuvieron un revés, pero los inversionistas centraron su atención en la evolución del mercado de bonos.
Antes de su pronunciada alza en las últimas semanas, el rendimiento de los bonos de referencia del Tesoro a 10 años llevaba varios meses cotizando en torno al 2,0%.
El rendimiento llegó a superar el 2,35% la semana antepasada antes de estabilizarse en torno a un 2,25% al final de la semana (los precios de los bonos se mueven en sentido opuesto al de los rendimientos).
La venta generalizada de los bonos ha llevado a algunos observadores a preguntarse si nos encontramos en la antesala de una tendencia a la baja en el mercado de bonos. Además, esta evolución plantea interrogantes acerca de lo que implican estos movimientos en los rendimientos para el mercado bursátil.
En primer lugar, tal como lo indicamos la semana pasada, no nos sorprendería ver nuevos incrementos de los rendimientos, al menos en el corto plazo.
Las noticias económicas han sido relativamente buenas en los últimos meses y, siempre y cuando se mantenga esta tendencia, los rendimientos deberían mantener su tendencia alcista. No obstante, esto no quiere decir que nos encontramos ante una inminente tendencia a la baja en el mercado de bonos. Por lo general, los mercados de bonos con tendencia a la baja se producen durante períodos de políticas de tasas de interés restrictivas.
Aunque la Reserva Federal ha indicado que las tendencias económicas han venido mejorando, prácticamente no existe ninguna evidencia de que Estados Unidos esté entrando en un proceso inflacionario; además, el banco central ha reiterado su mensaje de que mantendrá las tasas de interés a corto plazo en un nivel bajo durante un tiempo.
Aunado a esto, no consideramos que los rendimientos más elevados de los bonos supondrán en sí mismos un obstáculo para el mercado bursátil.
Aunque es cierto que cualquier movimiento abrupto y repentino de los rendimientos puede llegar a inquietar a los inversionistas, es probable que estos impactos sean de carácter temporal.
A largo plazo, no creemos que unos rendimientos moderadamente elevados deberían generar preocupación en el ámbito de las acciones, en particular porque creemos que el alza de los rendimientos responde a una mejora en las condiciones económicas.
El actual fuerte auge de las acciones ha respondido en gran parte a una atenuación de los riesgos macroeconómicos.
A nuestro modo de ver, las acciones siguen ofreciendo valoraciones atractivas y consideramos que el mercado sigue reflejando un entorno más negativo del que nosotros prevemos.
Las empresas cuentan con abundantes reservas de efectivo y próximamente podrían iniciar una serie de actividades destinadas a beneficiar a sus accionistas. Una parte importante de los inversionistas individuales sigue aplicando una subinversión de las acciones en sus carteras y todavía no se ha producido ningún movimiento importante hacia los fondos mutuos de renta variable.
Por lo tanto, creemos que todavía no hemos llegado al final de los movimientos alcistas en el mercado.
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