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Del lado de las centrales de trabajadores, la solicitud es que solo se mantenga Colpensiones, mientras que los fondos proponen la creación de un fondo soberano
La reforma laboral continúa en mesa de diálogo, y aunque los puntos que la conforman se conocerán en detalle solo hasta que llegue a la subcomisión, sindicatos y fondos ya han dejado claro cuáles son sus expectativas e innegociables.
Por un lado, según comentó la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, las centrales piden que las personas que no tienen oportunidad de pensionarse reciban una renta básica de vejez de un salario mínimo y que solo exista un régimen pensional, es decir, Colpensiones.
Mientras que del otro lado, Fasecolda y Asofondos proponen que la reforma apunte al avance del envejecimiento de la población, que sea sostenible en el tiempo, con componentes de solidaridad y ahorro.
El comentario responde, en parte, a la postura que han tenido los fondos hace varios meses de que, como muestran las cifras del Dane, el envejecimiento de la población haría inviables los regímenes de reparto puro; y si se mantienen como están, podría presentarse una reducción de beneficios, como más edad de pensión, reducción de la pensión máxima o aumento en el monto de cotizaciones.
“En la reforma no se negocia el ahorro pensional, que es propiedad de los trabajadores y que beneficia al país. Independiente de quien lo administre, cuidar los ahorros para pensiones es una línea roja”, añade al respecto Daniel Wills, vicepresidente técnico de Asofondos.
¿Cuáles son los planes del Ministerio? Por ahora se ha dejado en firme la creación de “un sistema complementario que conste de tres pilares: el pilar de ahorro voluntario complementario, el pilar contributivo y el pilar solidario básico; este último a cargo, financieramente, del Presupuesto Nacional.
En el pilar contributivo, se recibirían los fondos de los trabajadores; pero aquí estaría otro de los cambios: las personas que ganen hasta cuatro salarios mínimos tendrían que cotizar en Colpensiones y solo aquellos con más de ese ingreso podrían elegir en donde dejar sus aportes.
“La propuesta implica en la práctica que 90% de la población colombiana esté afiliada a Colpensiones, esto se deriva de la estructura salarial colombiana. En ventajas, el Gobierno puede tener un recaudo mucho mayor y en consecuencia no tendría que subsidiar por un tiempo las pensiones. En desventajas, hay una nacionalización de los fondos privados de pensiones, quedarían como una porción muy pequeña y habría un impacto sobre el mercado de capitales y los niveles de ahorro”, recalca David Cuervo Mercer, director de Bienestar Patrimonial.
A la fecha, Colpensiones tiene 6,7 millones de afiliados y 1,59 millones de pensionados, mientras que los fondos de ahorro individual cuentan con 18 millones de afiliados y solo 294.000 pensionados, como precisó la ministra de Trabajo.
Con este panorama, un punto que no ha refutado ninguna de las partes, y tampoco los analistas, es que se requiere una reforma, teniendo en cuenta que no se está cumpliendo con el objetivo de los sistemas pensionales: la búsqueda de cobertura, equidad y sostenibilidad, si se tiene en cuenta que solo 25% de los adultos mayores logran pensionarse, según cifras de Findeter.
Otras de las propuestas clave de Asofondos es crear un fondo soberano para ayudar a los adultos vulnerables, pero que estos fondos vengan del Estado y tener un sistema único basado en el ahorro, en el que, en caso de que no se completen las semanas o el ahorro, haya mayor estímulo de subsidios.
“La propuesta de las AFP es técnicamente lógica y viable, sin embargo volvemos a caer en la misma discusión de dónde salen los recursos. El tema no es crear un esquema de ahorro, el reto está en cómo vamos a generar una fuente de financiación para que ese fondo tenga los recursos suficientes”, concluye Cuervo Mercer.
Otros sistemas pensionales en la región
Durante la discusión, los resultados de otros países de la región han salido a flote. En el caso de Chile, José Miguel Sánchez, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica de dicho país, señala que si bien las administradoras de fondos hicieron bien el trabajo de obtener rentabilidad de los ahorros, el problema es que fue insuficiente. “La clave es combinar el pilar de ahorro individual con el pilar solidario y dejar que los parámetros demográficos del modelo se puedan ir ajustando cuando cambia la realidad de la población”, explica.
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