Una caminata por Soacha en los zapatos del CEO global del banco Bbva

Con un fuerte abrazo y en medio de una calle sin pavimentar del municipio de Soacha, Jessica Hernández, de 29 años y madre de cuatro niños, recibió al presidente global del banco español Bbva, Carlos Torres Vila.

Los protagonistas se volvieron a ver luego de que se conocieran en Nueva York el año pasado, cuando la emprendedora fue vocera ante la Organización de Naciones Unidas, de las mujeres que tienen necesidad de que se mejore el acceso a microcréditos, tras la invitación de la Fundación Microfinanzas Bbva.

Después del saludo, Torres Vila y su comitiva, integrada por el presidente de la Fundación Microfinanzas Bbva, Javier Flores; el presidente del Bbva en Colombia, Óscar Cabrera, y el presidente de Bancamía, Miguel Ángel Charria, fueron invitados a pasar a la casa, ubicada en el sector de Altos de la Florida, territorio de invasión y de hogares formados bajo el abrigo de maderas, latas y plásticos.

En seguida, Torres indagó por las lavadoras que adquirió la mujer tras obtener un microcrédito desembolsado por su filial Bancamía, las cuales la llevaron a exponer su caso en el exterior.

“La gente pensaba que yo estaba loca por querer alquilar lavadoras y ofrecer servicio de lavado en un sector en el que no hay acueducto y solo llega la luz”, explicó Jessica, quien pasó de tener tres máquinas a siete, poniendo en marcha su negocio con el uso de aguas lluvias y la visita del carrotanque que cada 15 días llega a su barrio, uno de los 14 que atiende Bancamía en el municipio.

El presidente y sus acompañantes resaltaron la historia de Hernández como un ejemplo de fortaleza, pues la fortaleza de esta mujer no solo alcanza para treparse las lavadoras en su espalda y subirlas por las lomas de su barrio; para mantener sola a sus cuatro hijos y para llegar desde Soacha a Nueva York a exponer su vida. La emprendedora ya inició su nuevo negocio de costurería tras la adquisición de un nuevo microcrédito y el apoyo en educación financiera que le ha dado la entidad, impulso que la llevó a estudiar patronaje industrial en el Sena.

Una vez se encontraron en el cuarto donde Jessica puso sus dos primeras máquinas de coser, Torres resaltó el honor de estar en su casa y de saber que el sistema está cumpliendo con su labor social, con el fin de apoyar a personas de escasos recursos.

“Esta es una historia que tiene que ser contada”, señalaba constantemente el banquero, “para que otras emprendedoras como ella vean lo que pueden conseguir con el apoyo financiero adecuado, especialmente cuando casi 60% de las mujeres colombianas ni siquiera tiene una cuenta corriente”.

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Como Jessica Hernández hay 270 personas que han accedido a microcréditos y educación financiera en los Altos de la Florida y 3.740 en total en Soacha, en una iniciativa que Cabrera mencionó que “lo que busca es impactar con formalización en sectores donde está muy presente el agiotismo y acercar la inclusión financiera a población históricamente vulnerable”.

“Incluso cuando mi ex marido dijo que yo estaba loca y no creyó en mí, ellos vinieron a mi casa, vieron mis ingresos y gastos y me dijeron lo que podía pedir para no sobreendeudarme, cómo pagar las cuotas y cómo progresar”, señaló Jessica, quien en presencia de Torres Vila quiso dejar un mensaje a las mujeres del país: “la vida nos toca como nos toca, y no hay excusas de hijos o nivel social para no avanzar”.

Antes de despedirse, y ante la mirada de algunos vecinos del sector, los directivos de Bbva, encabezados por su presidente, se tomaron una selfie con la emprendedora y sus hijos, sellando un compromiso del grupo español, y especialmente de Bancamía, que busca ganarle terreno a los bandidos que extorsionan a personas como Jessica.

Un caso que ha inspirado a mujeres emprendedoras en toda la región

Desde que se presentó ante la ONU en un evento organizado por la Fundación Microfinanzas Bbva y con el impulso de María Emma Mejía, exembajadora de Colombia ante la organización, el caso de Jessica ha sido registrado por múltiples medios de la región, en los cuales ha dejado su mensaje “la educación es la ventana al mundo”. Así se ha convertido en la voz del esfuerzo de 1,2 millones de emprendedoras a las que atiende la Fundación en América Latina y una inspiración para las mujeres en condiciones económicas de vulnerabilidad.