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Los problemas de suministro y el aumento de los costos dificultan la sustitución de la producción agrícola
Junto a la caña de azúcar y la soja que brotan de sus campos en el interior del estado de Sao Paulo, este año José Odilon De Lima Neto tiene previsto sembrar por primera vez un cultivo diferente: el trigo.
Los precios internacionales del cereal se han disparado desde que Moscú invadió a su vecina Ucrania, lo que refleja la preocupación de que las naciones en guerra -que juntas representan alrededor del 30% de todo el comercio de trigo- tengan dificultades para abastecer a las docenas de países que dependen de ellas para sus suministros alimentarios.
Conforme el costo global de los alimentos alcanza niveles récord, según un índice de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el conflicto ha agravado lo que, según la agencia de asistencia alimentaria de la organización, ya era un "hambre destructiva".
A miles de kilómetros de distancia, las señales de esta crisis nutricional se extienden a los graneros sudamericanos de Brasil y Argentina, principales fuentes de todo tipo de productos, desde la soja y la carne de res hasta el maíz y las naranjas.
Muchas empresas agrícolas de la región pueden beneficiarse de la subida de los precios de los productos básicos, lo que ha llevado a algunas, como De Lima Neto, a ampliar su producción o incluso producir cultivos diferentes.
Pero al mismo tiempo, los elevados costos o la inminente escasez de insumos cruciales -como el combustible, los fertilizantes y los piensos- corren el riesgo de mermar su capacidad de contribuir a garantizar la seguridad alimentaria mundial.
El ataque de Rusia a Ucrania comenzó después de que ya se habían tomado las decisiones para la temporada de siembra de verano en América Latina y la segunda cosecha de maíz de Brasil, lo cual les hace difícil a los productores reaccionar rápidamente, dijo Vitor Andrioli, analista de la consultora StoneX.
"Si el conflicto persiste, y los precios de estos productos básicos se mantienen, eso probablemente estimularía una expansión del cultivo de cereales y oleaginosas en el continente", añadió.
Aunque los climas mayoritariamente tropicales de Brasil limitan el cultivo de trigo, este año ha exportado más cantidad de este cereal que en todo el año 2021. Con los avances en la tecnología de los cultivos, los expertos creen que el país, tradicionalmente importador neto de trigo, tiene el potencial de ser autosuficiente e incluso vendedor neto en el futuro.
Caio Carvalho, presidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios (ABAG), advirtió que a corto plazo, sin embargo, es poco probable que el sector en general aumente enormemente la producción agrícola, debido a las dudas sobre la duración de la guerra y a dónde hacer los envíos.
"Los productores no pueden aventurarse y ampliar la oferta si no tienen la seguridad de un mercado al cual venderle", dijo. Aunque Brasil tiene fuertes ventas en China, Medio Oriente y Rusia, muchas economías más ricas siguen relativamente cerradas a sus productos, añadió.
Por el momento, la economía dominante de América Latina podría ayudar a llenar los vacíos en el suministro de maíz. Antes de la invasión, se preveía que Ucrania fuera el tercer mayor exportador de maíz, justo por delante de Brasil, según un reciente informe del Departamento de Agricultura de EEUU.
Al igual que la soja, se destina principalmente a la alimentación de los animales, y Brasil es el tercer productor más grande por detrás de EEUU y China. La agencia estatal de agricultura de Brasilia, Conab, estima que los envíos de maíz al exterior aumentarán en tres cuartas partes en 2022.
"Es una gran oportunidad", dijo Cesar Ramalho, productor y presidente de la asociación del sector Abramilho. "El maíz está a un precio muy atractivo para que Brasil aumente su producción".
Los agricultores de la fértil región de la Pampa argentina están sembrando más semillas de girasol para aprovechar la disrupción. Las plantas se adaptan bien a los suelos resecos y necesitan menos fertilizantes, un incentivo adicional dadas las recientes subidas de precios de los nutrientes químicos y las previsiones de clima seco para este año.
Sin embargo, los críticos de la administración de Buenos Aires advierten que la intervención estatal y la elevada inflación de más del 50% están desalentando la actividad del sector agrícola.
Unas medidas proteccionistas más estrictas, como impuestos de hasta el 33% sobre las exportaciones y controles de precios sobre artículos como el pan, unidas a un régimen cambiario caótico, podrían hacer que los agricultores tengan que esperar a que mejoraran las condiciones internas, alegan.
Según Gustavo Grobocopatel, quien dirige uno de los mayores grupos agrícolas del país, Los Grobo, "Argentina debería producir un 40% más de lo que produce en agricultura".
Además, la escasez de diésel en Argentina ha provocado huelgas de camioneros, junto con advertencias sobre posibles repercusiones en la cosecha y el transporte de los cultivos.
Otro reto es que este rincón tan productivo del planeta aún está saliendo de un periodo de grave sequía que ha frenado el crecimiento de la producción agrícola y ha causado daños financieros.
Para Brasil, en particular, una de las preocupaciones son los fertilizantes, que se encarecieron antes de la guerra. El país importa 85%de los nutrientes químicos que consume, y aproximadamente una cuarta parte procede de Rusia.
"Para la temporada de siembra en septiembre, va a depender mucho de la disponibilidad de fertilizantes. Una escasez podría provocar un descenso de la productividad", dijo Carvalho, de ABAG. "Estoy muy preocupado".
Por otro lado, los productores de carne, que dependen de los cereales para alimentar a sus animales, están sufriendo las consecuencias de la subida del precio de los productos básicos que ha estimulado a los agricultores.
Brasil, que ya es el mayor exportador mundial de carne de vacuno y de pollo, podría sustituir los volúmenes perdidos a causa de la guerra en Ucrania, según los analistas.
Sin embargo, en algunas categorías de carne, la demanda exterior no logra compensar el aumento de los costos de los insumos y el debilitamiento del poder adquisitivo en el país, donde los consumidores más pobres están recortando los productos de primera necesidad en medio de una inflación de dos dígitos.
En el estado de Goiás, en el centro-oeste de Brasil, el criador de cerdos Euclides Costenar se ha visto afectado severamente por el exceso de oferta y la caída de los valores de venta. Como muchos de sus colegas, está reduciendo su rebaño, de 5.000 cerdas a unas 3.800.
También hay dificultades para algunos ganaderos, como Nabih Amin El Aouar, quien tiene 3,000 cabezas de ganado en el estado de Espírito Santo.
"Las exportaciones se han acelerado, pero esto no compensa totalmente la caída del consumo interno", dijo.
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