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La invasión de Rusia dejó a Xi en una situación difícil, ya que necesitaba mantener los lazos con Putin sin alienar a Europa
Una ráfaga de llamadas diplomáticas entre Beijing y las capitales europeas muestra cómo el presidente Xi Jinping está tratando de evitar que la invasión rusa de Ucrania arrastre a China al centro de otra lucha por la supremacía mundial que recuerda a la Guerra Fría.
Xi habló a través de un enlace de video el martes con el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Olaf Scholz, sugiriendo que China estaría dispuesta a trabajar con los dos países para mediar en una solución. La cumbre sigue las llamadas del Ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi con los principales diplomáticos regionales, incluidos Josep Borrell de la Unión Europea y Peter Szijjarto de Hungría.
El acercamiento a Bruselas fue consistente con el enfoque de China antes de la guerra de cortejar lazos europeos más fuertes para equilibrar los esfuerzos de Washington para construir un frente más unido contra Beijing y Moscú. El ataque del presidente ruso, Vladimir Putin, a Ucrania ha hecho que ese desafío sea más urgente, lo que ha llevado incluso a algunos de los líderes más moderados de Europa a abrazar repentinamente las campañas de sanciones lideradas por Estados Unidos y demandas de un mayor gasto militar.
“Es un momento crítico para las relaciones entre Europa y China”, dijo Noah Barkin, experto en relaciones entre Europa y China de la firma de investigación estadounidense Rhodium Group. “Si Beijing se mantiene al margen y continúa culpando a Estados Unidos y la Otan por provocar a Putin, esto podría causar un daño duradero a su relación con Europa. La narrativa de democracias versus autoritarios se afianzará. China y Rusia serán vistas como una amenaza común”.
China y Rusia se han acercado más a medida que se encuentran cada vez más enfrascados en batallas paralelas con Estados Unidos por las esferas de influencia y lo que Washington ve como la erosión de las normas liberales de la posguerra. Ese proceso culminó el mes pasado con una cumbre Xi-Putin en Beijing, en la que el líder chino respaldó las quejas de Rusia con la Otan y declaró que su relación “no tiene límites”.
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