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El senado en Francia aprobó un impuesto de 3% sobre los ingresos que obtienen las grandes tecnológicas por sus servicios en el país. Reino unido lo piensa aplicar en 2020
Francia encendió de nuevo la disputa comercial entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la Unión Europea, abriendo un nuevo frente de tensión comercial con el tema tecnológico como protagonista.
Ayer, el senado de Francia aprobó el impuesto a las grandes tecnológicas llamado “tasa Google”. Este gravamen, que está estipulado en 3%, se pretende aplicar según los ingresos de las empresas que ofrezcan servicios digitales en Francia, y bajo ciertas condiciones.
La primera de ellas es que solo se aplicará a las empresas que tengan ingresos de US$28 millones (25 millones de euros) por operaciones registradas en el mercado francés, y de US$845 millones (750 millones de euros) en el mundo. Esto quiere decir que empresas como Apple, Google, Amazon, Facebook e, inclusive Uber, se verían afectadas.
Con este tributo, el objetivo del gobierno francés es recaudar US$450 millones (400 millones de euros) en 2019, pero para 2020 este volumen aumentaría a US$732 millones (650 millones de euros). Otro de los propósitos es que estas multinacionales tecnológicas paguen impuestos en los países de operación, y no solo en los que tienen sede central.
Trump reaccionó a esta decisión dando la orden de iniciar una investigación, que es similar a la que generó la guerra arancelaria entre Washington y Beijing, por lo que los analistas temen que se desate una retaliación arancelaria con varios productos.
Pero, ¿cuál es el vacío legal que ha puesto en debate el pago de impuestos de este tipo de compañías? Como explicó Jairo Higuita, socio de la firma Jiménez Higuita Rodríguez, los “servicios digitales y en línea son un reto para las administraciones tributarias porque generar el pasivo es muy complicado. No están ubicadas en ninguna jurisdicción especial, y el principio de territorialidad tributaria, hace que las rentas que se graben no se obtengan en un lugar en específico”.
Esta decisión, aunque no fue apoyada por la Unión Europea para establecerla en todo el bloque y que tuvo como opositores a Irlanda, Suecia y Dinamarca, ahora tiene como seguidores también a España y Reino Unido.
España, por ejemplo, está a la espera de un anteproyecto con el que impondría un impuesto de 3% a empresas que facturen más de US$3 millones en el país y US$842 millones en el mundo.
Reino Unido, por su parte, tiene dentro de su propuesta un tributo de 2%, el cual aplicaría a empresas que tengan ingresos de más de US$31 millones al año en ese país y de US$624 millones en el mundo.
Afectaciones a las “startups, emprendimientos digitales y, especialmente, al comercio electrónico que ha tomado un gran despliegue en el mercado de América Latina, serían algunos de los afectados de estos impuestos”, afirmó Juan Pablo García, estratega en marketing y contenidos digitales. Aunque puntualizó que aún la región está lejos de adoptar, o sufrir este tipo de impuestos.
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