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La política proteccionista de Donald Trump ahora escaló a la imposición de aranceles a las importaciones de acero y aluminio.
El discurso proteccionista de Donald Trump apunta ahora a las importaciones de acero y aluminio, dos materiales a los que la próxima semana les impondrá aranceles de 25% y 10%, respectivamente. La medida del mandatario no solo impactará a las economías que exportan hacia Estados Unidos, como Canadá, China, Rusia, Brasil y Corea del Sur, sino que también perjudicará a empresas y consumidores.
Compañías como AB InBev o MillerCoors, que fabrican en aluminio los envases de sus cervezas; Apple, que utiliza acero y aluminio en sus computadores y dispositivos electrónicos; o hasta los chocolates Kisses, tradicionalmente envueltos en aluminio, fabricados por Hershey’s, podrían sentir los efectos de la medida. La industria automotriz y la aeroespacial también se verían afectadas. Con esto, el consumidor podría sentir un mayor impacto en los precios de productos como las bebidas refrescantes, cervezas, dulces, productos enlatados y una gran variedad de aparatos electrónicos. Según un estudio de Bloomberg Intelligence, nada más los envases representan cerca de 18% del consumo de aluminio en EE.UU.
Para Carlos Sepúlveda, decano de la facultad de economía de la Universidad del Rosario, la medida de Trump “intenta competir desesperadamente con un competidor que tiene un impacto muy grande en el mercado, pero esto lo que puede generar es un costo al consumidor que está adquiriendo los bienes”.
Según un análisis de Barclays, los aranceles podrían impulsar un alza de la inflación en 0,1 puntos porcentuales, en medio de una política monetaria más agresiva en donde la Reserva Federal iniciará un ciclo de endurecimiento de sus tasas de interés más rápido al que llevaba.
Aunque el discurso que se ha manejado desde el Gobierno de EE.UU. es que con estas medidas se busca impactar a China, la realidad es que los metales representaron solo 5,1% de las importaciones estadounidenses desde China en 2016, según datos del Banco Mundial. “El hecho de que China empiece a tener mucha fuerza en la producción lleva a que logre tener mayor poder en el mercado e impacto en la economía mundial”, asegura Sepúlveda.
Una de las expectativas sobre el anuncio es si estos aranceles serían aplicados a todos los países exportadores o si habría algunos beneficios para los aliados de Washington. Duda que ayudó a esclarecer el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, ayer en entrevista con Cnbc, aclarando que estos “parecían” ser aplicables sobre todas las naciones.
Sobre los riesgos de una guerra comercial, Jorge Restrepo, profesor de economía de la Universidad Javeriana, considera que “más allá de una guerra lo que sí marca es el abandono del multilateratismo del comercio mundial. Son medidas en contra de los acuerdos logrados en la Organización Mundial del Comercio”, y asegura que solo podría ser una guerra económica dependiendo de la reacción de China y los países involucrados.
El FMI rechazó la medida
El Fondo Monetario Internacional se sumó a las voces de rechazo. El vocero Gerry Rice dijo que “probablemente causarán daños no solo fuera de los EE. UU., sino también a la economía de EE. UU., incluidos sus sectores de fabricación y construcción, que son los principales usuarios de aluminio y acero. Nos preocupa que las medidas propuestas por los EE. UU. amplíen de facto las circunstancias en las que los países utilizan la lógica de seguridad nacional para justificar restricciones de importación”. Barclays calculó que podría caer el crecimiento de EE.UU. hasta 0,2 puntos porcentuales este año.
El informe del Departamento de Comercio de EE.UU. que justifica esta medida lo puede encontrar aquí.
Andrés Venegas Loaiza
avenegas@larepublica.com.co
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