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En promedio un árbol recién cortado cuesta alrededor de US$75, aunque por estos días se están viendo incrementos importantes
La disrupción del covid-19 ha afectado el consumo de diversos bienes y servicios, pero a la vez, ha incrementado la compra de algunos productos, que bien sea por una necesidad real, desinformación, o simplemente por encontrar nuevas formas de pasar el tiempo en casa, han llevado a que la demanda supere los inventarios hasta generar escasez. A la lista, que inició con el papel higiénico, y a la que se incorporó la harina de trigo en pascua, y las bicicletas en el verano, su suman, ahora, los árboles de Navidad recién cortados.
Aunque la tradición de tener un pino natural en casa para la navidad lleva más de 400 años en Norteamérica, la participación de los árboles artificiales ha venido ganando terreno de una forma importante, hasta representar casi la mitad del mercado. Ahora, cuando la segunda ola del virus obligó a muchas familias a cancelar sus viajes de fin de año, el deseo de decorar sus hogares para las festividades está volviendo a poner a los árboles recién cortados como la primera opción.
Esta tendencia coincide con un momento de baja oferta de pinos naturales, generada no por la pandemia sino por anterior crisis económica. “Hace quince años teníamos demasiados árboles disponibles. En 2008 y 2009 tuvimos la recesión, lo que redujo las ventas y empeoró las cosas”, aseguró Doug Hundley, quien es el portavoz de la Asociación Nacional de Árboles de Navidad en Estados Unidos.
Si bien la crisis desencadenada en ese entonces por la burbuja hipotecaria en los Estados Unidos se ve hoy como un fantasma lejano, cuyos efectos se creían superados, para los cultivadores de pinos naturales éste es el año en el que más se sentirán las repercusiones de dicha recesión. La razón es simple. Un árbol de este tipo tarda entre 10 y 12 años en llegar a la altura deseada, por lo que la menor siembra de hace una década, motivada por la baja demanda que sobrevino a la crisis, derivó en menor número de pinos disponibles para esta navidad.
En promedio un árbol recién cortado cuesta alrededor de US$75. Al año Estados Unidos y Canadá venden cerca de 35 millones de pinos en el mercado norteamericano y exportan parte de estos a otros países como China y Japón. Solo en territorio canadiense hay 1.877 cultivadores, quienes, en 28.000 hectáreas reservadas para esta labor, generaron ingresos por más de US$106 millones durante 2019.
Hoy, la balanza comercial de Canadá, para el segmento de árboles de navidad, es deficitaria. Mientras el país vende al exterior US$47 millones en pinos recién cortados, las importaciones de árboles artificiales, todas provenientes de China, ascienden a US$38 millones. Esta realidad ha querido ser cambiada este año, en el que las personas buscan apoyar a sus cultivadores locales, anteponiendo los árboles locales y naturales sobre los sintéticos.
“Usualmente la mayor demanda de pinos se daba en los primeros dos fines de semana de diciembre, pero esto se adelantó. Muchos de los compradores están llevando un árbol natural por primera vez a su casa”, señala Mark MacGowan, un productor de Ottawa.
“La gente está dispuesta a comprar productos locales, apoyar a sus vecinos y comprar productos ecológicos”, dijo Charles Vaillancourt, presidente de la Asociación de Cultivadores de Pinos de Navidad de Quebec. Pese a que las fincas confían en que este año será récord en ventas, lo cierto es que las cifras podrían haber sido ser sido aún más positivas, pues la temporada inició dos semanas antes y ya muchos cultivadores han agotado sus inventarios.
Así las cosas, conseguir un árbol recién cortado será más complicado esta navidad, pues la pandemia y la recesión del 2008 se cruzaron en el camino para afectar la oferta y la demanda de este producto en vías contrarias.
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