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Más 34,3 millones de argentinos deberán votar en unas elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO 2021)
Los números fríos dirán que este domingo 34,3 millones de argentinos deberán votar en unas Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO 2021) que servirán para definir quiénes serán los candidatos en las próximas elecciones generales de noviembre para renovar las bancas de 24 senadores de ocho provincias y las de 127 diputados de todo el país, unos comicios que configurarán un Congreso con un nuevo equilibrio de fuerzas a partir de diciembre, con vistas a la segunda parte del mandato del presidente Alberto Fernández.
Si bien los ganadores y perdedores de los comicios 2021 recién se verán en las generales del 12 de noviembre, las PASO, tanto el Gobierno como la oposición se juegan su futuro a corto plazo el lunes 13.
Alberto Fernández, no es ningún secreto, puso la maquinaria oficialista para plebiscitar su gestión pandémica; y en Juntos (por el Cambio) quedará allanado el camino para un recambio de la jefatura del PRO a manos de Horacio Rodríguez Larreta o la sombra de Mauricio Macri tomará otra dimensión.
Sobre el escenario de Tecnópolis, en un fragmento de su discurso de una hora al reaparecer en una campaña oficialista en la que se la esperaba más activa, Cristina Fernández de Kirchner planteó el escenario post-domingo. "Vamos a discutir un país sin agravios, sin insultos", reclamó la Vicepresidenta en el cierre nacional todista. El llamado no es casual: la ex mandataria es una de las que auspicia un dialogo con la oposición (con sus futuros presidenciables) para sentarse en la última negociación con el FMI.
En primer lugar, ir a votar, que hoy parece común y nadie cuestiona, no fue lo que pasó históricamente en la Argentina. Y no solo porque en principio fue un lugar sólo reservado para los hombres, sino porque nunca la democracia duró tanto. Sí, menos de 40 años, es poco para la línea histórica de un país relativamente nuevo y que se conformó como otros de América, pero es mucho para una Argentina avasallada por los golpes militares y con ellos los derechos y libertades.
Algo parecido plantean también en la Casa Rosada, una convocatoria a definir ciertos puntos programáticos con el ala "moderada" de Juntos, para reeditar una sinergia como en los primeros meses de un mundo con coronavirus. El mensaje fue suave, sin estridencias, para evitar comparaciones con la carta de Mauricio Macri en la previa electoral 2019 que pareció más una jugada de intento de supervivencia que una convocatoria con vocación real.
Con meses de pandemia, crisis económica, errores propios como el Olivosgate, la imagen presidencial llega golpeada a unos comicios que estaban previstos en el calendario electoral original para agosto pero fueron postergados por cuestiones sanitarias. Con estrictos protocolos se votará este domingo. La especulación política de algunos imaginaba que a esta altura la campaña de vacunación estaría más avanzada (como ocurrió), lo mismo que la ansiada recuperación económica (un objetivo ahora postergado para noviembre).
No sólo el impacto de la foto del cumpleaños de Fabiola Yáñez durante la estricta cuarentena de 2020 moderó las expectativas oficiales: fue la economía, como selló para la Historia la campaña de Bill Clinton. Hace un mes en la Casa Rosada descontaban una victoria importante y hace unas semanas instalaron como slogan el "ganar por un voto es ganar". "Si vemos los indicadores económicos, ganar por 5 puntos (en provincia) es un milagro", se sinceró un asesor de la campaña todista.
Otro signo de cambio de clima: el oficialismo pasó de entusiasmarse con llegar al quórum propio en Diputados a temer perder su hegemonía en el Senado. Las miradas estarán puestas no sólo en territorio bonaerense, bastión del cristinismo pero con precandidata albertista, sino también en la performance en CABA (donde el Presidente también digitó la boleta) y la resolución de la inesperada interna santafesina.
Dependiendo de los guarismos, el lunes 13 no sólo podría haber una nueva dinámica entre la Casa Rosada y la oposición, también un reacomodamiento dentro del Frente de Todos en su frágil status quo.
Pero está claro que a pesar de la voluntariosa frase de Raúl Alfonsín en su discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa de 1983 que rezaba "con la democracia no solo se vota, sino que también se come, se educa y se cura", la Argentina fue transitando todo este período soportando tantos terremotos económicos que hoy es difícil creer que solo alcanza con las palabras bienintencionadas de Alfonsín. Es decir, no le podemos pedir todo a la democracia. En democracia no solo pagamos los errores y negociados de los militares. En democracia también pagamos los errores y negociados de dirigentes elegidos por el pueblo.
De cara a estas elecciones, el panorama de la economía está lejos de ser el deseado. En esta no valen las fotos. Si eso ocurre, nos podemos confundir porque la economía este año va a crecer cerca de 8% ¿Cómo es que una economía está mal si crece al 8%? Bueno, es que hay que ver la película. Esa misma economía que crece al 8%, es la que tiene una inflación de cerca de 45% anual, que tiene clausurados a miles de argentinos en la pobreza, que no puede pagar sus deudas sin reestructurarlas. Una economía también golpeada por una pandemia y una cuarentena larguísimas. Por eso no hay que mirar la foto de la Argentina, hay que mirar la película. Y cuando se habla de economía y del pedido de recuperación rápida del país, también hay que ver cuáles son las verdaderas armas de los gobernantes. El ejemplo más concreto es la deuda argentina. Sólo contando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país tiene compromisos para pagar en los próximos cuatro años tantos dólares como hoy hay de reservas en el Banco Central. Así de comprometida y oprimida está la economía argentina. Está claro que la Argentina necesita hacer un nuevo acuerdo con el FMI, pero también está claro, que la salida del laberinto económico todavía parece lejos de concretarse.
En ese contexto, tanto el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, como el ministro de Economía, Martín Guzmán, o el propio ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, siguen lidiando con una economía desgastada y en crisis, que depende y mucho del precio de las commodities. El tema es que una buena cosecha ayuda, pero no es la solución.
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