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Lo que está resultando de lo más rentable para SpaceX, son los lanzamientos de satélites
Al principio de comenzar SpaceX pensé que el resultado más probable era el fracaso". Cuando Elon Musk decidió fundar en 2002 su empresa de transporte aeroespacial, SpaceX, con el objetivo de llevar al ser humano hasta Marte, muy pocos confiaban en que el estrafalario emprendedor sudafricano pudiese culminar con éxito uno de sus proyectos más ambiciosos. Hoy esta idea parece igual de improbable -al menos en los plazos que ha marcado el empresario-, sin embargo, en estos años Musk ha logrado recuperar el interés del público por la olvidada carrera espacial.
El lanzamiento del Falcon Heavy en febrero, que transportaba en su interior un automóvil Tesla Roadster con un maniquí disfrazado de astronauta a los mandos, se emitió a través de YouTube, convirtiéndose en el segundo evento en vivo más visto de la historia de la plataforma, con más de 2,3 millones de espectadores simultáneos. Sólo el salto desde la estratosfera del austríaco Felix Baumgartner en 2012, que reunió a más de ocho millones de personas delante de la pantalla de su ordenador, ha logrado superar esta cifra. Con todo, estos datos de audiencia se encuentran a años luz de distancia de los 500 millones de televidentes que acompañaron a Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins a bordo del Apolo 11, los hombres que pusieron por primera vez el pie en la Luna. Y es que si aquello fue un pequeño paso para el hombre, lo que logró Musk hace unos pocos meses es un enorme salto para la Humanidad en su ambición de expandir su presencia más allá de las fronteras terrestres.
Revolución
Hasta el Falcon Heavy, los cohetes usados para las misiones espaciales eran como una bengala, sólo se podían utilizar para un único lanzamiento. La revolución de Musk ha consistido en lograr que estos enormes y costosísimos vehículos puedan reutilizarse. "Han reducido en gran medida el coste de las misiones espaciales, lo que permitirá incrementar la frecuencia de los lanzamientos", explica por correo electrónico Greg Autry, profesor asistente en la Universidad de California del Sur.
Autry trabajó durante años en la NASA como enlace con la Casa Blanca. La mayor innovación de SpaceX, señala el experto, está en haber conseguido transformar el proceso de fabricación de los cohetes aprovechándose de las economías de escala. "En lugar de construir cohetes uno por uno para misiones específicas desde un diseño inmutable, están constantemente desarrollando nuevos modelos en la cadena de producción e incorporando mejoras". En la práctica, esto se traduce en lanzamientos más económicos. Y es que mientras los proveedores tradicionales de la NASA, como la United Launch Alliance (ULA) -una joint venture entre Lockheed Martin y Boeing- cobra alrededor de 400 millones de dólares al Gobierno de Estados Unidos por un lanzamiento, SpaceX es capaz de reducir el coste hasta los 80 millones. De hecho, el precio podría bajar hasta los 30 millones, según los últimos cálculos de la empresa. "Esta diferencia viene de las economías de escala, la fabricación continua y el estar dispuestos a probar cosas nuevas", resume Autry.
Privada
Al contrario que el fabricante de vehículos eléctricos Tesla, también fundada por el sudafricano, SpaceX es 100% privada. Musk posee una participación mayoritaria en la start up, junto a inversores como Google, Fidelity Investments y Founders Fund, y no divulga sus ingresos. Pese a ello, su valor se estima en más de 28.000 millones de dólares (algo más de 24.000 millones de euros), situándose junto a Uber, Airbnb y WeWork entre las start up norteamericanas más valiosas del mundo.
El sueño de Musk es convertir el negocio del transporte aeroespacial en algo tan lucrativo que permita costear su proyecto más grandilocuente: colonizar Marte. El empresario ya ha anunciado un primer viaje en 2022 para cien personas que, según sus palabras, "será tan asequible como comprar una casa". Lo cierto es que son demasiadas las incertidumbres para asegurar con certeza que un proyecto de esta envergadura vea la luz en un plazo de tiempo tan corto, menos de tres años.
Lo que sí es viable, y de hecho está resultando de lo más rentable para SpaceX, son los lanzamientos de satélites. Se estima que la empresa controla más de la mitad del mercado de lanzamiento mundial de cohetes. En 2017, su nave Falcon 9 alcanzó su órbita en 18 ocasiones, más que ningún otro vehículo de lanzamiento en el mundo. Para este año, la compañía ha anunciado que realizará, al menos, otros 30 lanzamientos.
SpaceX cuenta con más de un centenar de clientes entre los que se encuentran compañías de satélites de Estados Unidos, Europa y Asia, como Maxar, Eutelsat y ABS; además de la NASA y otras agencias del Gobierno federal de Estados Unidos.
Blue Origin, el capricho de Bezos
Además de por ser el fundador de Amazon y uno de los hombres más ricos del mundo, Jeff Bezos quiere también pasar a la historia por ser el precursor del turismo espacial. Para ello, el empresario de Nuevo México fundó en el año 2000 su propia compañía de transporte aeroespacial, Blue Origin. El objetivo es convertirse en la primera empresa privada en llevar personas al espacio. En marzo de este año, la compañía logró por primera vez que uno de sus vehículos New Shepard, que toma su nombre del astronauta estadounidense Alan Shepard, saliera de la atmósfera y volviera a aterrizar en la Tierra.
Rob Meyerson, vicepresidente de Blue Origin, anunció a principios de año que a partir de 2019 comenzará a vender billetes para realizar vuelos suborbitales en sus vehículos. Aunque de momento no han puesto una fecha concreta para los primeros lanzamientos.
Branson y el sueño de Virgin Galactic
El británico Richard Branson, propietario del conglomerado Virgin Group, que engloba a más de 300 empresas entre las que se encuentran desde discográficas a aerolíneas, es otro de los magnates que ambicionan liderar la conquista comercial del espacio. Los planes de Virgin Galactic pasan por ofrecer vuelos espaciales suborbitales, para turistas y científicos, así como misiones orbitales para lanzar pequeños satélites. Desde que arrancara sus pruebas, los planes de la compañía se han retrasado en repetidas ocasiones.
En 2014, un accidente que involucró a una de sus naves, la 'SpaceShip Two', y que se cobró la vida de uno de los pilotos, obligó a la compañía a paralizar el proyecto. Pese a que todavía no ha puesto fecha al comienzo de sus vuelos con pasajeros, Virgin Galactic ya vende billetes a razón de 250.000 dólares por asiento.
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