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Físico y economista, es brillante y capaz de crear grandes productos, pero sus críticos dicen que también es desleal y poco empático
“¿Cree que estoy loco?”, le dijo Elon Musk al periodista Ashlee Vance, quien trataba de convencerlo de que le permitiera escribir su biografía autorizada.
De personalidad egocéntrica y con rasgos de genio, por lo cual muchos lo asemejan al fundador de Apple, Steve Jobs, Musk, de 50 años, no es un CEO tradicional. En plena burbuja tecnológica, en la década de los 90, cofundó con su hermano, Kimbal, su primer emprendimiento: Zip2, una especie de directorio de búsqueda de negocios en Internet, al estilo de las páginas amarillas, que a la larga terminó siendo adquirido por Compaq Computer por US$307 millones, de los cuales US$22 millones le correspondieron a este surafricano quien entonces apenas tenía 27 años.
Después de comprarse un coche deportivo de US$1 millón y convencido de que había encajado en Silicon Valley, comenzó a buscar una industria o sector al que pudiera explotar con la ayuda de Internet, según Vance, a quien terminó colaborándole en la elaboración de su biografía, concediéndole entrevistas.
En su época de estudiante de física y economía, en la Universidad de Pensilvania, gracias a una beca que obtuvo, Musk había tenido la oportunidad de hacer una pasantía en un banco canadiense, donde la gran lección que aprendió fue que los banqueros eran “ricos y estúpidos”, porque se limitaban a imitar lo que hacía todo el mundo.
“Si los demás se tirasen por un puente, ellos también lo harían”, decía Musk en un momento (los años 90) en el que tenía en la mira un sector que a su juicio era lento para adoptar el cambio tecnológico y, por ende, susceptible de la disrupción.
¿Resultado? X.com, su segundo emprendimiento en el que invirtió US$12 millones y que, tras conseguir una licencia bancaria, introdujo ideas radicales en el mundo financiero, como que por ejemplo los clientes recibían un bono de US$20 por apuntarse al servicio y otro de US$10 por cada nuevo usuario que llevaran. En términos simples, la idea era derrotar la parsimonia de los bancos tradicionales de entonces, que tardaban varios días en procesar los pagos.
Y aunque X.com estuvo a punto de llevarlo a la quiebra, terminó fusionándose con Confinity, otro emprendimiento cofundado por un par de jóvenes brillantes, Peter Thiel y Max Levchin, que en 2001 se convirtió en PayPal. En ese momento, la compañía tenía ingresos por US$240 millones y todo apuntaba a que saldría a bolsa.
Pero en julio de 2002, eBay ofreció US$1.500 millones por PayPal y el consejo de administración decidió aceptar la propuesta. Cerrado el negocio, Musk, quien emigró a los 17 años desde su natal Suráfrica a Canadá y después a EE.UU. sin un dólar, se embolsilló US$250 millones, tras lo cual se mudó a Los Ángeles e invirtió casi toda su fortuna en SpaceX, Tesla y Solar City en los siguientes años.
“Musk ha fusionado átomos y bits de una manera que pocos consideraban posible y los resultados han sido espectaculares”, dice Vance, quien, a pesar de elogiarlo, escribió un relato crítico de este emprendedor que ostenta una personalidad compleja, al punto de que sus críticos lo describen como "desleal y carente de empatía".
"Muchos hemos trabajado para él sin descanso durante años y nos hemos visto arrojados a la cuneta como un desperdicio cualquiera sin que se lo pensara dos veces", dijo un ex empleado de Tesla a Vance.
De hecho, el ego de Musk ya ha sido fuente de conflicto con las autoridades regulatorias. A finales de 2018, Tesla se vio obligada a nombrar a un presidente independiente como parte de un acuerdo con la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC) para mejorar su gobierno corporativo, una de sus principales debilidades, y resolver los cargos de fraude relacionados con el uso inadecuado de las redes sociales (Twitter).
“Me he convertido en un meme, en un destructor de los que apostaron contra Tesla”, se jactó en Twitter, la red que se ha convertido en su obsesión, al punto de hacer una oferta pública hostil de adquisición por US$43.000 millones.
Según Bloomberg, Musk contrató a Morgan Stanley como su asesor para la oferta, la cual también incluye el número 420, ampliamente reconocido como una referencia codificada a la marihuana, que alguna vez consumió mientras le concedía una entrevista a Joe Rogan en YouTube. También eligió US$420 como el precio de las acciones por la posibilidad de privatizar Tesla en 2018, un movimiento que lo llevó al escrutinio de la SEC.
“Habrá una gran cantidad de preguntas sobre la financiación, la regulación y el equilibrio del tiempo de Musk (Tesla, SpaceX) en los próximos días”, dijo Dan Ives, analista de Wedbush. “Pero en última instancia, según esta presentación, es una oferta de ahora o nunca para que Twitter la acepte”.
"Invertí en Twitter porque creo en su potencial para ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el mundo, y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia que funcione", se jactó Musk, cuya fortuna supera los US$260.000 millones. "Desde que hice mi inversión me di cuenta de que la empresa no prosperará ni cumplirá con ese imperativo social en su forma actual. Twitter necesita transformarse en una empresa privada".
Sin embargo, la oferta no fue bien recibida por el directorio de Twitter, que adoptó una estrategia de defensa de píldora venenosa, la cual permite a los accionistas existentes el derecho a comprar especies adicionales con descuento, diluyendo efectivamente la participación de propiedad de la parte hostil.
Las píldoras venenosas son comunes entre las empresas bajo el fuego de inversionistas activistas o en situaciones de adquisición hostiles, según Bloomberg.
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