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Algunas aerolíneas europeas inmediatamente comenzaron a evitar el espacio aéreo de Bielorrusia, corredor clave entre Europa occidental y Moscú
La aviación mundial enfrenta su mayor crisis política en años después de que el gobierno de Bielorrusia envió un caza, emitió una falsa alerta de bomba para obligar a aterrizar el domingo a un avión y luego detuvo a un periodista que viajaba a bordo, lo que provocó la indignación de Estados Unidos y Europa.
Algunas aerolíneas europeas inmediatamente comenzaron a evitar el espacio aéreo de Bielorrusia, corredor clave entre Europa occidental y Moscú, y ruta para vuelos de larga distancia entre Europa occidental y Asia.
Datos de seguimiento de Flightradar24 mostraron que al menos un vuelo de Ryanair evitó Bielorrusia, lo que agregó cientos de millas a su viaje. La aerolínea letona airBaltic declaró que había decidido no usar el espacio aéreo del país "hasta que la situación se aclare".
Otros, incluidos los transportistas chinos y turcos, continuaron sobrevolando Bielorrusia, que cobra tarifas denominadas en euros por el uso de su espacio aéreo.
La Agencia Europea de Seguridad Aérea (Aesa) dijo que había planteado el incidente a sus 31 estados miembros y una fuente de la aerolínea indicó que la agencia había recomendado "precaución" sobre Bielorrusia.
Expertos en aviación afirmaron que un sistema de cooperación de décadas de existencia ahora enfrenta una prueba crucial ante las tensiones Este-Occidente.
La Organización de Aviación Civil Internacional (Oaci) de Naciones Unidos sostuvo que el incidente pudo haber contravenido un tratado central de aviación, parte del orden internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial.
"La Oaci está muy preocupada por el presunto aterrizaje forzoso de un vuelo de Ryanair y sus pasajeros, lo que podría estar en contravención del Convenio de Chicago", dijo el domingo.
Pero expertos advirtieron que los llamados de algunos políticos occidentales para el cierre del espacio aéreo de Bielorrusia serían imposibles de implementar.
Según las reglas de la aviación global, ni la Oaci ni ninguna nación pueden cerrar el espacio aéreo de otra, pero algunas, como Estados Unidos, tienen la autoridad de decirle a sus propias aerolíneas dónde no deben volar.
"Parece un abuso flagrante de la Convención (de Chicago). Es piratería", dijo Kevin Humphreys, ex regulador de aviación irlandés, sobre el incidente de Bielorrusia.
"Condenamos enérgicamente cualquier interferencia o requisito para el aterrizaje de operaciones de aviación civil que sea inconsistente con las reglas del derecho internacional", dijo la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (Iata).
"Se necesita una investigación completa por parte de las autoridades internacionales competentes", declaró Iata, que representa a unas 280 aerolíneas. Ryanair no es miembro.
No quedó claro de inmediato cómo se organizaría dicha investigación.
Aunque está altamente regulada a nivel nacional y apoyada por reglas armonizadas a nivel mundial para mantener los cielos seguros, la aviación carece de una policía global para evitar disputas constantes sobre soberanía.
Si bien no tiene poder regulador, la Oaci se encuentra en el centro de un sistema de normas de seguridad y protección que opera a través de barreras políticas, pero requiere un consenso a menudo lento.
Las reglas son administradas a través de la agencia con sede en Montreal por sus 193 miembros, incluida Bielorrusia, y la Oaci rara vez se ha involucrado directamente en la inspección de asuntos como la seguridad aeroportuaria.
La Oaci entró en discordia por una ola de secuestros en la década de 1980. En aquel entonces, la cuestión era si obligar a los países a aceptar que los aviones secuestrados aterrizaran en su suelo.
Humphreys dijo que sería la primera vez en la memoria que la agencia ha tenido que ponderar las acusaciones de que uno de sus propios países miembros obligó a aterrizar un avión, en lo que el jefe de Ryanair, Michael O'Leary, llamó "secuestro patrocinado por el estado".
Bielorrusia dijo el lunes que sus controladores solo habían emitido "recomendaciones" a los pilotos de Ryanair.
Rusia acusó a Occidente de hipocresía, citando el caso de un avión presidencial boliviano obligado a aterrizar en Austria o un avión de pasajeros de Bielorrusia al que se le ordenó aterrizar en Ucrania en 2016.
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