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Brasil, Perú y Chile fueron los países de la región que destinaron mayor porcentaje de su PIB para apoyar a los hogares y las empresas
América Latina fue altamente afectada por la crisis generada por la pandemia. El fuerte impacto de la enfermedad trajo consigo un deterioro en materia económica para toda la región, que significó la contracción más profunda del último siglo y una reducción de 2,3% de los ingresos de los países sobre el producto interno bruto (PIB) de la región.
Los gobiernos de Latinoamérica desplegaron importantes paquetes de ayudas fiscales que se ubicaron entre 4,5% y 8,2% del PIB de cada país para mitigar las consecuencias de la crisis, siendo Brasil el de mayor aporte, con un paquete equivalente a 8,2% del PIB. Perú, en segundo lugar, destinó 7% de su PIB para financiar la ayuda.
Los planes de los alivios fiscales diseñados por los países latinoamericanos tenían como objetivo fortalecer empresas, hogares y sistemas de salud, pero también abrieron un gran hueco fiscal y aumentaron la deuda pública de la región de 64% del PIB regional, cifra de 2019, a 72% en 2020. Se espera que esta se mantenga sobre 71%, por lo menos, hasta 2025, dependiendo de la aceleración de la recuperación regional.
De acuerdo con el más reciente informe sobre los retos fiscales para América Latina tras la pandemia, publicado por el Fondo Monetario Internacional, la región está frente a una lista de desafíos que incluyen la elaboración de un nuevo pacto fiscal que asegure el apoyo a los hogares y las empresas durante los próximos años, al mismo tiempo que fija condiciones favorables de acceso a los mercados y otorga niveles más altos de seguridad social, acceso a servicios públicos, educación, y efectividad de los sistemas tributarios.
En concreto, el reporte del FMI, plantea un desafío en dos direcciones. Por un lado, se busca lograr un proyecto de recuperación que sea sostenible a largo plazo, y por otro lado, generar un rediseño de la red de seguridad social y del sistema tributario, que además de ser un tema estructural va a requerir de un diálogo social que evalúe el papel del Estado y cómo debería ser su financiamiento.
“Las medidas de estímulo han sido esenciales, pero hay que hacer más para situar a los países de Latinoamérica en la trayectoria de una recuperación fuerte y duradera. Sin embargo, va a ser un ascenso largo e incierto para todos los países”, afirmó Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.
El informe del organismo, que detalla los montos de los paquetes de ayudas fiscales destinados en cada país para superar la crisis, reveló que en la región estos valores tienen una estrecha relación con los niveles de deuda pública respecto al PIB y al gasto nacional.
Por ejemplo, Brasil y Bolivia, dos países con elevados niveles de deuda pública, gasto y bajas calificaciones crediticias, ofrecieron paquetes de ayuda fiscal por montos similares a los de Chile y Perú, que estuvieron entre los países latinoamericanos que más destinaron del PIB para las ayudas.
Mientras tanto, países de la región como México, con un espacio fiscal más amplio y una relativa estabilidad económica, lanzó el paquete fiscal más pequeño de la región respecto a su economía, con un monto que apenas alcanzó 1,8% de su PIB.
Con relación a la distribución e implementación de los paquetes de ayudas fiscales también hay notorias diferencias entre los países. Según el FMI, los paquetes estuvieron principalmente destinados a salvar vidas y a asegurar las condiciones propicias para subsistir. En ese sentido, los montos destinados a este rubro en la región fueron de 0,7% del PIB, con profundas variaciones entre los países, pues México otorgó 0,2% de su PIB, mientras que Brasil dispuso 1,1%.
Esta situación permitió ver que la mayor parte de los paquetes fiscales de los países de la región estuvieron destinados a la protección del empleo formal, a sostener a trabajadores informales y a otorgar apoyo financiero a las pequeñas y medianas empresas (Pyme) de cada país.
Bajo ese panorama, Brasil logró mantener diez millones de empleos con su programa de ayudas, a un costo de 0,4% de su PIB, lo que le permitió tener el mejor desempeño en empleo durante la pandemia en toda la región.
De acuerdo con Gita Gopinath, economista en jefe del FMI, la recuperación “depende del resultado de esta carrera entre un virus mutante y las vacunas, y de la capacidad de las políticas fiscales que dispongan los países para brindar un apoyo efectivo hasta que termine la pandemia”.
Pese a la acelerada acción de los gobiernos durante el primer año de pandemia, el FMI advirtió que el impacto sobre la economía de la región fue tan profundo que en 2021 se requiere un esfuerzo similar y la continuación de los paquetes fiscales implementados en 2020.
De no ser así, el aumento de la pobreza podría acelerarse, el mercado laboral sería precario, los niveles de producción se verían rezagados y el nivel de endeudamiento público podría mantenerse en 72% pese a las proyecciones de mejoría.
Para el FMI, lograr mantener las metas fiscales que se decidan para la recuperación debe ir acompañado de medidas que aumenten los ingresos netos del sector público una vez que los niveles de la economía y el empleo están mejorando, y sea posible ampliar el espacio fiscal para invertir en nuevos paquetes de ayudas que dinamicen la economía.
El camino hacia una recuperación económica con mayor inversión
De acuerdo con la gerente del FMI, Kristalina Georgieva, se ha duplicado el acceso a financiamiento de emergencia y se han aprobado este tipo de solicitudes a más de 70 países, con desembolsos por un valor total de aproximadamente US$25.000 millones. Esta suma incluye un total de aproximadamente US$5.500 millones en financiamiento a 17 países del Caribe, América Central y América del Sur. También el FMI ha aprobado el acceso a nuevos servicios en el marco de la Línea de Crédito Flexible.
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