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El último derramamiento de sangre en el conflicto israelí-palestino que dura décadas se desencadenó el 7 de octubre entre Hamás e Israel
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, habló el lunes con los líderes de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido para discutir sobre la reducción de las tensiones en Oriente Medio y un alto al fuego en Gaza, dijo un portavoz de la Casa Blanca.
En una declaración conjunta, los líderes de los cinco países dijeron que respaldaban un llamado de Estados Unidos, Qatar y Egipto para renovar las conversaciones para un alto el fuego en Gaza para concluir un acuerdo lo antes posible.
El presidente Joe Biden presentó una propuesta de alto al fuego en tres fases en un discurso pronunciado el 31 de mayo. Desde entonces, Washington y los mediadores regionales han intentado concertar un acuerdo para Gaza a cambio de rehenes, pero se han topado con repetidos obstáculos. Egipto, Estados Unidos y Qatar han programado una nueva ronda de negociaciones para el jueves.
La declaración conjunta publicada por la Casa Blanca el lunes subrayó que "no hay más tiempo que perder". También expresó su apoyo a Israel frente a cualquier amenaza iraní, al tiempo que instó a distribuir y entregar ayuda a Gaza.
Existe un riesgo mayor de una guerra más amplia en Oriente Medio después de los recientes asesinatos del líder de Hamás, Ismail Haniye, en Irán, y del comandante militar de Hezbolá, Fuad Shukr, en Beirut, que provocaron amenazas de represalias contra Israel.
"Pedimos a Irán que desista de sus constantes amenazas de un ataque militar contra Israel y discutimos las graves consecuencias para la seguridad regional si tal ataque tuviera lugar", añadió el lunes la nota emitida por Estados Unidos y sus aliados europeos.
El último derramamiento de sangre en el conflicto israelí-palestino que dura décadas se desencadenó el 7 de octubre, cuando Hamás atacó a Israel matando a 1.200 personas y tomando unos 250 rehenes, según los recuentos israelíes.
El posterior ataque de Israel al enclave gobernado por Hamás ha cobrado la vida desde entonces de unos 40.000 palestinos, según el Ministerio de Salud local, al tiempo que ha desplazado a casi toda la población de 2,3 millones de personas, causando una crisis de hambre y dando lugar a acusaciones de genocidio en la Corte Internacional de Justicia, que Israel niega.
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