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El regulador generó la apertura para vender por lotes los activos de SVB, bajo la finalidad de poder facilitar y concretar una venta
Tras fracasar el intento de venta entre los bancos, el regulador prueba suerte ahora con los fondos troceando los activos de SVB para facilitar una venta. El balance suma US$74.000 millones en préstamos.
Mañana termina la prórroga que el regulador se ha dado para encontrar un comprador para la división de banca comercial de Silicon Valley Bank (SVB), que hace dos semanas fue intervenido por la Corporación Federal de Garantía de Depósitos (FDIC, en sus siglas en inglés).
Entre los posibles candidatos figuran los grandes fondos como Blackstone, Apollo o Carlyle, aunque según Financial Times también están analizando la cartera de créditos de la entidad firmas como Sixth Street o HPS Investment.
El regulador ha abierto los libros a estas firmas para intentar vender por lotes los activos de SVB, después de que la semana pasada agotara el plazo que se había dado para intentar subastar el banco en su conjunto y que quedara bajo el paraguas de otra entidad financiera, como sí logró hacer con el neoyorquino Signature Bank.
Con la subasta desierta, la FDIC tuvo que poner en marcha el plan B y plantearse una venta troceada, dando entrada a nuevos compradores potenciales, entre los que se encuentran los grandes fondos y firmas de inversión. El miércoles terminó el plazo para pujar por la división de banca privada que, a priori, es la que más interés podría haber despertado entre estos grupos.
Sin embargo, este proceso tampoco está resultando fácil, porque a medida que analizan la cartera de préstamos de US$74.000 millones, se están encontrando con las mismas sorpresas que ahuyentaron a los bancos tradicionales de la subasta.
Quienes han accedido a los libros definen el balance de Silicon Valley Bank como "un negocio único en comparación con cualquier otro banco". Concretamente, más de la mitad de los créditos, alrededor de US$41.000 millones, serían lo que se denomina como "líneas de suscripción" que SVB ofrecía a fondos de capital riesgo y venture capital, sus mayores clientes en el sector de las start up tecnológicas.
Precisamente, esta parte de la cartera de préstamos de la entidad sería la que ha generado más dudas entre los bancos y, ahora, también entre los grandes fondos dada las particularidades del producto. Se trata de vehículos que sirven como un crédito puente entre el momento en el que un fondo compra una empresa y cuando recibe el efectivo que tiene comprometido por parte de sus inversores.
Sus rendimientos suelen ser inferiores a otro tipo de préstamos, por lo que su interés en un proceso de venta es bastante más bajo, incluso con descuento. Tampoco cuentan con calificación crediticia y están en desuso por parte de la gran banca.
Por otra parte, cuenta con US$6.700 millones en préstamos a start up en fases iniciales o de crecimiento, pero por contrato sólo se pueden reembolsar en caso de que la compañía protagonice una OPV, escenario complicado en un entorno en el que se han paralizado la mayoría de salidas a Bolsa.
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