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El Ministerio del Interior dijo el sábado que un problema técnico afectó el sistema fronterizo en los aeropuertos de todo el país
Los viajeros que ingresaron al Reino Unidoenfrentaron largas filas cuando las puertas electrónicas para el control de pasaportes dejaron de funcionar, lo que aumentó las frustraciones en un fin de semana festivo que comenzó después de dos días de cancelaciones en British Airways Plc.
El Ministerio del Interior, el departamento responsable de controlar la inmigración, dijo el sábado que un problema técnico afectó el sistema fronterizo en los aeropuertos de todo el país. Las fotos publicadas en Twitter mostraban largas filas en el aeropuerto Heathrow de Londres y en otros lugares mientras los pasajeros esperaban ser procesados manualmente.
“Estamos trabajando para resolver el problema lo antes posible”, dijo el Ministerio del Interior en un comunicado.
Al final de la tarde, las puertas electrónicas comenzaron a volver a funcionar, informó la BBC, y los lugares más concurridos recibieron atención prioritaria.
En otros lugares, los autos y autocares que se dirigían a Dover hacían cola mientras el puerto eliminaba un retraso causado por un problema tecnológico anterior. El problema se resolvió y el tiempo de espera se redujo a menos de 30 minutos, dijo el puerto en Twitter.
British Airways dijo el sábado que solucionó un problema de TI y reanudó su horario normal. “Estamos operando como de costumbre”, dijo la aerolínea en un correo electrónico.
La aerolínea canceló unos 200 vuelos el jueves y el viernes, según FlightAware, el sitio de seguimiento de vuelos. Las cancelaciones afectaron a más de 20.000 viajeros, informó Press Association.
Las aerolíneas y los aeropuertos han dicho que están mejor preparados para manejar un aumento masivo en las reservas que hace un año, cuando un repunte posterior a la pandemia abrumó a la industria y provocó miles de vuelos cancelados, equipaje extraviado y largas filas en los aeropuertos de Heathrow. a Ámsterdam a Fráncfort.
El último desembolso forma parte del acuerdo de cuatro años de US$4.000 millones que el Fondo Monetario Internacional aprobó en mayo
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