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Lalo dice que su acercamiento tiene no solo la posibilidad de tratar temporalmente el cáncer sino además de curarlo
Lalo Flores creció en Osorno y a los 22 años se fue a hacer un PhD a EE.UU. Creó una empresa de biotech que vendió a Johnson & Johnson y hace 3 años formó Century Therapeutics, que apuesta por curar el cáncer con terapia celular.
Ese sueño empezó en Osorno, donde nació y estudió; siguió durante los tres años que vivió en República Dominicana mientras su padre trabajaba en el BID, y tomó forma de vuelta en Santiago, cuando terminó la enseñanza media en el liceo 11 de Las Condes y el puntaje de la PAA no le alcanzó para estudiar Licenciatura en Biología en la UC.
“Era un muchacho rebelde. Para mí los estudios eran fáciles, pero nunca me esforcé mucho”, reflexiona en el Zoom con un fondo virtual de una ciudad estadounidense y el logo de la empresa biotecnológica que lidera como CEO, y abrió al Nasdaq en junio: Century Therapeutics, cuyo valor bursátil se estima entre US$ 1.300 y US$ 1.800 millones.
Por esa época (plenos años ‘80), recuerda Flores, se puso a estudiar en serio. Fueron el ex rector de la UC Juan de Dios Vial y el académico Federico Leighton -a quienes contactó antes de matricularse en la universidad- quienes le iluminaron el camino: si lo que quieres es sacar un doctorado en biología celular en EEUU y no entraste a la UC, estudia en la UC de Valparaíso y haces la tesis acá, le dijeron. Así lo hizo.
La hoja de ruta
Lalo Flores tiene 59 años. ¿Viejo para emprender? Responde que no. A diferencia de las empresas tecnológicas -la mayoría de los fundadores de los nuevos unicornios son menores de 40-, en la biotecnología hay que tener primero un nombre como científico y un track record. “Aquí las inversiones son de alto riesgo, a largo plazo y con mucho capital”, explica.
Eso es parte de lo que el CEO delineó en su hoja de ruta: de Nueva Jersey se fue a San Diego a hacer un post doctorado en Salt Institute y de ahí se empleó en Tularik -la empresa que fue luego adquirida por Amgen en US$ 1.300 millones- para desarrollar drogas contra infecciones de virus herpes en pacientes con VIH.
Toma una pausa: “Para desarrollar drogas no es suficiente el dinero, ser inteligente, ni trabajar duro. Para poder trasladar conocimientos nuevos a productos terapéuticos que funcionen se requiere de equipos muy grandes y más aún, conocimiento institucional. Es decir, conocimiento interno acumulado de muchos años”, reflexiona.
Titulado, a los 22 años se subió a un avión rumbo a Nueva York a doctorarse en bioquímica y biología molecular en la Universidad Stony Brook al alero del investigador chileno Danny Reinberg, a quien siguió después a su laboratorio en Rutgers, Nueva Jersey.
Modificación genética
Lalo Flores hoy dirige un equipo de 150 personas, principalmente biólogos -expertos en investigación, inmunología, qimioterapia- e ingenieros -a cargo de la manufactura-. Los reclutó uno a uno, cuando en 2018 decidió unirse a Versant Ventures para crear Century Therapeutics.
“Modificamos los genes de las células -empezamos con células madres porque son más amenas- para combatir el cáncer genéticamente, y luego las convertimos en células inmune”, explica en simple su trabajo. En concreto: las transforma en linfocitos T o NK (los dos tipos de células inmunes más poderosas para eliminar sustancias foráneas de nuestro cuerpo), para que ellas puedan reconocer células cancerosas y destruirlas.
“Nuestra visión es que esto se pueda aplicar en cualquier hospital. Va a ser una terapia barata -o al menos mucho más affordable que lo que se ha hecho hasta ahora en terapias celulares- y se podrán usar en cualquier paciente con cáncer, a diferencia de las drogas personalizadas que se hacen hoy”, asegura.
Y añade: “Mi visión es hacerlo escalable. Ahora, hay que empezar despacio, en cánceres donde hay evidencia que este mecanismo ha funcionado, como es el cáncer de sangre. Y después seguiremos con los tumores sólidos”.
El primer producto-candidato, desarrollado por el ciéntifico, va a estar en fase clínica el próximo año, para combatir un tipo de cáncer de sangre (linfoma). Lo más temprano que esa terapia podría estar disponible en el mercado va a ser 2028-30. Recién ahí podrían generar los primeros ingresos.
Por eso, enfatiza, es fundamental la confianza que los inversionistas tienen en el CEO, su experiencia, sus logros y la tecnología que presenta. “Ellos contratan muchos consultores y analistas que hacen modelos sofisticados de la probabilidad de éxito”, cuenta.
Y agrega: “Aquí la probabilidad rápida de éxito es bastante alta. Creemos que hemos podido atraer este capital porque el riesgo técnico es menor a lo que ha sido históricamente el desarrollo de drogas químicas. Eso sí es una ruleta rusa: puede haber un problema de toxicología imposible de predecir y tu droga se termina -como le pasó a Merck con Vioxx-. En este caso, existen estrategias técnicas para evitarlo”.
Lalo dice que su acercamiento tiene no solo la posibilidad de tratar temporalmente el cáncer -como sucede con la mayoría de las terapias- sino además de curarlo, dado que por ser células vivas duran más en el cuerpo. Y esa es la gran diferencia.
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