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Rusia ha empleado la misma estrategia que usó de cara a la invasión de Ucrania: varios movimientos para probar las reacciones
Rusia ha cumplido finalmente la amenaza con la que llevaba amagando durante varios meses, la de un cierre completo del gas a Europa de forma indefinida hasta que el viejo continente acceda a levantar las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania. Todo ello amenaza con provocar una nueva recesión durante la recta final de este año.
Aunque la Unión Europea llevaba varios meses preparándose para esta guerra económica reiteradamente anunciada, y había pertrechado los almacenes para poder hacer frente en cierta medida al corte, lo cierto es que esta interrupción llega varios meses antes de lo previsto, por lo que sus efectos también podrían ser más intensos de lo estimado por Bruselas, haciendo que el ‘Plan de Reducción de la Demanda de Gas’ se quede corto, provocando a su vez un mayor encarecimiento de los precios, lo que agravará la espiral inflacionista y obligará al Banco Central Europeo (BCE) a dar una vuelta de tuerca a las subidas de tipos de interés.
Rusia ha utilizado con el grifo del gas la misma estrategia que empleó de cara a la invasión de Ucrania: varios movimientos amenazantes para probar el agua de la respuesta internacional a los que luego trataba de quitar hierro y revertir hasta que uno de ellos se ha convertido en el golpe final.
Si la semana pasada Rusia anunció el cierre temporal, durante tres días y por motivo de una avería, el gasoducto Nord Stream 1, que abastece de gas a Europa a través de Ucrania, ayer comunicó el cierre indefinido y por razones totalmente distintas, ya que no se reabrirá “hasta que se levanten las sanciones contra Rusia”, según señaló el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
Moscú atribuyó la decisión a que estas sanciones impiden el mantenimiento de los gasoductos. “Gazprom se ha ganado su reputación como garante confiable de la seguridad energética y proveedor confiable durante muchas décadas. Estamos convencidos de que no ha dado un solo paso que sacuda esta reputación”, señaló Peskov.
“Si los europeos toman una decisión absolutamente absurda según la cual se niegan a reparar el equipo, esto no es culpa de Gazprom, es culpa de los políticos que tomaron la decisión sobre las sanciones”, añadió.
El cierre del grifo del gas ha hecho temblar los mercados. Si el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, había alertado recientemente de que un corte del suministro ruso incrementaría los precios 40% este invierno, la ejecución del plan no ha hecho más que anticipar la mayor parte de esta subida, ya que este lunes los precios de los futuros se han disparado 30%.
Esto no solo refuerza las subidas de precios que llevan produciéndose desde hace varios meses, sino que también lima la competitividad de la industria, buena parte de la cual podría acabar paralizada por el plan de ajuste de Bruselas.
La actividad de producción también cayó drásticamente a 46,2, lo que marca el mayor descenso mensual desde abril de 2021
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