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En 2018 Canadá se convirtió en el primer país desarrollado, y el segundo después de Uruguay, en despenalizar la venta y el consumo de marihuana recreativa.
La industria se valora actualmente en US$4.000 millones, equivalentes a 0.2% del PIB canadiense, y genera cerca de 98 mil empleos
El 17 de octubre del 2018 Canadá se convirtió en el primer país desarrollado, y el segundo después de Uruguay, en despenalizar la venta y el consumo de marihuana recreativa. Mucho ha pasado desde entonces. Mientras dicha industria se valora actualmente en US$4.000 millones, equivalentes a 0.2% del PIB canadiense, y genera cerca de 98.000 empleos, son varias las empresas que se quedaron a la orilla de un camino que se proyectaba como promisorio, pero que hoy, cinco años después, no logra consolidarse como una actividad rentable para sus productores.
Lo ocurrido en ese tiempo en la bolsa de Toronto es prueba clara de ello. Durante ese período, las acciones de Tilray Brands, Canopy Growth y Aurora Cannabis, que alguna vez fueron consideradas las empresas líderes de la industria, han perdido 99% de su valor.
Ahora que tanto la industria como el gobierno realizan el primer gran corte de cuentas alrededor de la medida y se analizan sus impactos tanto en materia económica como de salud pública, se conoció un informe preliminar elaborado por un panel de expertos, el cual documenta importantes quiebras, producto de una oferta sobredimensionada, impuestos excesivos, y de un marco regulatorio para el otorgamiento de licencias de ventas que tuvo que ser replanteado a mitad de camino.
"El mensaje principal de los representantes de la industria es que, a pesar del crecimiento del mercado legal de cannabis, las empresas de toda la cadena de suministro están luchando por obtener ganancias y mantener la viabilidad financiera", se lee en el informe que será entregado en las próximas semanas al gobierno federal.
Si bien es cierto que el crecimiento de la demanda ha sido constante, y entre 2019 y 2022 las ventas pasaron de US$914 millones a US$3.500 millones, mostrando en el intermedio un aumento constante y una migración continua de los consumidores hacia el mercado legal, también lo es que la oferta continúa siendo desproporcional frente al tamaño real de la demanda.
Al finalizar el 2022 los cultivadores con licencia federal disponían de 1.390 toneladas de inventario, envasado y sin envasar, mientras que las tiendas tenían otras 80 toneladas en sus inventarios. Un volumen incluso superior a la demanda total del país, calculada, en el mayor de los escenarios, en unas mil toneladas.
Por esta razón, es común que año a año los productores locales deban destruir buena parte de su producción. Esto a pesar de que algunos de los mayores productores han venido cerrando sus cultivos. Por ejemplo, el año pasado, Aurora Cannabis dejó de operar su instalación insignia Aurora Sky en Edmonton, Alberta, una de las más grandes de Canadá.
Como consecuencia de esta realidad, en los últimos cinco años 166 titulares de licencias abandonaron el mercado canadiense del cannabis, lo que representa 15% de los permisos emitidos en virtud de la Ley del 2018. De igual forma, los datos oficiales muestran que casi la mitad de todos los titulares de licencias individuales, 141 de 305, tenían una deuda por impuestos especiales, por lo que las obligaciones pendientes de las empresas pequeñas suman más de US$160 millones.
En contraste, desde el lado de las finanzas estatales la situación ha sido otra. En el último año el recaudo de impuestos por las ventas de marihuana recreativa, tanto a nivel federal como de las provincias, superó los US$1.100 millones. Una cifra que, si bien es importante, es cinco veces menor a lo proyectado por los estudios previos a la legalización.
Statistic Canada informó que el porcentaje de la población canadiense que afirma consumir marihuana recreativa de manera recurrente pasó de 22% a 27% entre 2017 y 2022. Mientras tanto, el consumo entre los jóvenes canadienses no ha aumentado y se mantiene en niveles similares, ya que en 2022 37% de quienes tienen entre de 16 a 19 años informaron ser consumidores, en comparación con 36% registrado en el 2018.
Según un informe del Canadian Medical Association Journal las tendencias de los últimos años han mostrado una menor correlación entre el consumo y el aumento de los problemas de salud. “La legalización del cannabis en Canadá parece no haber sido el desastre de salud pública previsto por algunos de sus oponentes, pero tampoco puede describirse como un éxito integral o inequívoco para la salud pública", señaló la asociación.
Parte de que la estrategia no se pueda considerar como un caso de éxito en salud pública es que el mercado ilegal continúa teniendo una participación importante. Según datos del Departamento de Seguridad Pública de Canadá, las fuentes ilícitas representan un tercio de todo el mercado de la marihuana. Si bien esa cifra ha ido disminuyendo a lo largo de los años, presenta un problema, ya que los vendedores ilegales ofrecen precios hasta 55% por debajo del ofrecido por el segmento regulado.
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